Violencia, mala praxis y ensañamiento en el parto
España, siglo XXI
Por Isabel Fernández del Castillo
"La violación", René Magritte, 1934.
No escribirìa este post si se tratase de un caso aislado; tampoco si tuviera la certeza de que cuando pasan estas cosas el sistema las detecta y hay consecuencias para quienes perpetran este tipo de asistencia al parto. Pero pasan los años, y la realidad demuestra que en muchos hospitales españoles el parto continúa siendo un momento de peligro para la mujer y para el bebé, y no solo por estar expuestos a prácticas innecesarias y dañinas, sino por lo que supone de estar a merced de un cierto tipo de profesionales que desacreditan la profesión de matrona y de obstetra. Más abajo se puede leer el testimonio de una madre que ha sido recientemente maltratada y vejada, por no decir violada, durante el parto. No es la primera vez, he leído cientos de historias similares a esta, durante años. Muchas con consecuencias graves, roturas de útero, secuelas físicas y emocionales permanentes, lactancias arruinadas, problemas de vinculación con el bebé, cuadros de estrés postraumático, a menudo diagnosticados como depresión postparto, ese aparente fallo de la naturaleza que justifica el mal cuerpo que queda después de semejante experiencia. Pensé que con la publicación de la Estrategia de Atención al Parto Normal, y la de la Guía de Atención al Parto Normal, las cosas mejorarían. Y así ha sido en algunos centros, pero en otros … parece que la cosa no va con ellos. Al contrario, como puede observarse en este testimonio, que las mujeres quieran informarse y decidir es algo que parece irritar tremendamente a quien no está dispuesto a entender que su puesto no es de mando, sino de servicio. Toda una cultura por cambiar… Creo sinceramente que la mayor parte de los profesionales que atienden partos son vocacionales, lo hacen lo mejor posible, y tratan de seguir mejorando, a pesar del escollo que supone haberse formado en un modelo de atención al parto obsoleto. Pero también constato una y otra vez que el sistema tiene graves defectos, como lo es que no haya una buena selección del personal adecuado para acompañar a las mujeres y los bebés en un momento tan crítico y transcendente de su vida. No se entiende que para ser bombero –por ejemplo- haya que pasar una serie de pruebas psicotécnicas … y para atender partos vale cualquiera. Cabe preguntarse por qué gente capaz de demostrar este grado de crueldad y ensañamiento hacia las mujeres escogen una profesión que las sitúa en una posición de poder frente a ellas en un momento tan vulnerable. Cabe también preguntarse por qué el sistema es incapaz de comprender el daño que hacen este tipo de profesionales y lo permite. Y cabe preguntarse –por último- por qué las leyes que garantizan los derechos de los pacientes –usuarias, no pacientes, en el caso de las parturientas- se respetan escrupulosamente en todas las especialidades excepto en obstetricia, donde el derecho a tomar decisiones informadas es todavía una batalla por ganar. Y si no lo creen, lean. Nacimiento de M.