"Baby Boom" o partos anticrisis. Una pequeña reflexión.
En “una de las maternidades más prestigiosas de Europa” -según reza la voz en off del programa “Baby Boom” (la Sexta)- han demostrado públicamente y en prime time, que en plena crisis en España la atención al parto es todavía sinónimo de derroche.
Por todas partes nos llegan noticias de los recortes en sanidad. Y mientras, en el hospital donde se grabó el muy comentado reality show, vemos cómo actúan aumentando el gasto sanitario público innecesariamente, tanto con “gastos directos” como con “gastos indirectos”. La crisis no va con ellos.
Pero nosotros tenemos una buena noticia: viendo esto, se puede ahorrar muchísimo en el gasto de atención al parto en España. Y lo mejor de todo: estos recortes mejorarían además los índices de morbilidad, es decir, que aumentaríamos las tasas de partos normales, y por lo tanto el ratio de madres y bebés que consiguen salir ilesos de sus partos y nacimientos.
Por lo que hemos visto, se siguen realizando muchas “inocentes” intervenciones por pura rutina a todas las parturientas. Además del coste de material, tiempo y personal, estas intervenciones suelen conllevar otras en cadena, aumentando aún más la deuda que estamos soportando entre todos.
Podemos comprobar cómo en pleno siglo XXI en Europa, las mujeres paren acostadas sobre su espalda y cómo sus muslos son atados a los estribos de un potro (moderno y caro, eso sí).
Intervención - inmovilización - humillación, llámenlo como quieran, que implica lo siguiente para un parto:
- Falta de libertad de movimientos: más dolor, más necesidad de epidural, más coste. Además hay que administrar hormonas (“el gotero”) para mitigar los efectos secundarios de la epidural y el parto se ralentiza: más tiempo y más complicaciones. El bebé con frecuencia no puede rotar adecuadamente por el canal del parto: partos más largos y más instrumentales, más cesáreas. Y debemos saber que la utilización de un quirófano supera por mucho el gasto de un parto vaginal.
- Postura e inmovilización que aumenta el riesgo de sufrimiento fetal por falta de oxígeno para el bebé.
- La litotomía o estar tumbada sobre la espalda, combinada con pujos dirigidos: reduce la apertura del canal de parto y aumenta la tasa de episiotomías y desgarros.
- Separación del bebé al nacer: estrés en el recién nacido, mayor posibilidad de problemas respiratorios, uso excesivo de unidades neonatales, mayor cantidad de personal sanitario para atender a madre y bebé, utilización de cunas e incubadoras, respiradores, etc.
- Poco respeto y apoyo a la lactancia materna en sus comienzos, desconocimiento de la fisiología de la lactancia materna: gasto en chupetes, biberones, tetinas, leche artificial, esterilización, energía para congelar o calentar, agua… Esto provocará un incremento del gasto sanitario en cadena, que se extenderá hasta la vida adulta del bebé y afectará también a la madre. Para ambos, como consecuencia de una peor salud de la que podrían haber tenido: mayor consumo de medicamentos, mayor probabilidad de ingresos y ocupación de consultas médicas, mayor absentismo laboral y escolar, …
A lo largo de este impactante testimonio sobre violencia obstétrica, el programa “Baby Boom”, vemos además como imagen “normal y recurrente”, a parturientas desnudas, solamente cubiertas por una bata de hospital desde el momento del ingreso, llevadas en sillas de ruedas por celadores o enfermeras como si fueran discapacitadas - ¡un alto coste de personal! - y prácticamente todas con un gotero puesto, para administrar oxitocina sintética, alterando así el proceso normal del parto.
Hay maternidades en otros países que no tienen celadores. Normalmente la mujer entra andando a la sala de partos y si realmente hace falta llevarla suele ser la persona acompañante la que realiza esta tarea. Para eso está, ¿no?
Según la memoria del año 2009 de este hospital -disponible en su web-, más de la mitad de los partos vaginales se desarrollaron con complicaciones, sin mencionar los muchos que terminaron en cesáreas, de las que también la mitad presentaron complicaciones.
¿Sorprenden estos datos?
Da que pensar… Unos 7.000 partos anuales (según el programa) multiplicado por el coste de todas estas intervenciones rutinarias que se aplican a la gran mayoría de los partos.
Sería muy interesante calcular cuál sería el coste de mantener en funcionamiento esa maternidad, aplicando las recomendaciones de atención al parto normal del Ministerio de Sanidad (Estrategia de Atención al Parto Normal, 2008) y las recomendaciones de la OMS.
Es decir:
- Si no se rompiera la bolsa amnióticas al ingreso,
- si no se usaran enemas ni rasuradores,
- si solo se administraran hormonas a las mujeres que realmente lo necesitaran,
- si las parturientas bebieran agua en vez de gastar en vías y bolsas de suero -“No le dejan beber, tan solo mojando los labios con una gasa con agua, como si fuera Cristo”-,
- si se les permitiera libertad de movimientos durante todo el proceso del parto,
- si se dejara a sus bebés en permanente contacto piel con piel con ellas,
- si se favoreciera el inicio temprano de la lactancia materna,
- si se tratara a las madres y sus familias con cariño y respeto…
En fin, todo “pequeños detallitos” (costes evitables), para reducir el dolor a las mujeres.
Por lo tanto, actuando según las buenas prácticas de atención, tendríamos además menos epidurales, menos partos instrumentales y cesáreas. Porque todo tiene su coste: bolsas de suero/ oxitocina, lancetas para romper la bolsa amniótica, enemas y rasuradores, material desechable en general, etc. que se podría reducir a una pequeña cantidad y utilizarlo solo cuando realmente hace falta. Y como bonito efecto secundario, se reduciría la cantidad de basura del propio hospital.
Trapos, gorras y “cubre-pies” para la cabeza, piernas y pies de la parturienta y las batas y gorras desechables para los acompañantes, también son un gasto innecesario que en otros países no existe. Una sala de parto no es un quirófano.
Se podría tener en cuenta también la excesiva iluminación de los paritorios: ¿para qué gastar tanto dinero en electricidad?
Una buena iluminación es únicamente necesaria para momentos puntuales durante el parto. Por lo demás, con la mitad de la iluminación o menos, sería suficiente.
Qué penoso resulta que los paritorios, por cierto interiores, estén gastando tanta energía prescindible las 24h del día. Y mientras, la parturienta no puede contar durante su parto con dos elementos esenciales para lograr un ambiente agradable: luz natural y la conexión visual con el exterior.
Ambas cosas se sacrifican para un “pasillo de acompañante” sin sentido, ya sabemos de sobra que la doble circulación en este caso no aporta beneficios, solo más gastos.
Si se respetaran las buenas prácticas y las recomendaciones de Atención al Parto Normal, tendríamos más mujeres y bebés saliendo ilesos de sus partos, preservando así su integridad física y psicológica, tal como merecen. Y además nos ahorraríamos tanto dinero…
Parece que ni los partos normales ni la crisis van con ese “prestigioso” centro…
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