El papel de las hormonas

Para poder gestar y parir a un bebe, el organismo de la mujer experimenta una serie de cambios de diversa índole. Pueden parecernos molestos, pero son el fruto de la evolución de nuestra especie ya que aportaron en su momento las ventajas necesarias para la supervivencia de la hembra gestante y su cría. Conocer su función puede ayudarnos a verlos de forma más positiva.

Durante la gestación y durante los primeros meses de vida del bebé, el cuerpo de la mujer desarrollará tres funciones: nutrir, proteger y transportar a la cría. Para cumplir con estas necesidades básicas se ponen en funcionamiento las hormonas del embarazo. Son las siguientes:

Gonadotropina coriónica
Es la hormona que conocemos más pronto, pues es la que detectan los test de embarazo. Suele aparecer en la orina alrededor de 14 días después de la concepción y en sangre a los 9 días. Su función se relaciona con la necesidad de protección del bebé y es necesaria para mantener la viabilidad del embarazo en el primer trimestre, pues regula los ovarios y las otras hormonas en los primeros momentos y hasta que empiezan a producirse en la placenta. Es la causante de las náuseas del primer trimestre.

Estrógenos
Esta hormona es la encargada de regular la progesterona y de facilitar el crecimiento y desarrollo de la placenta. También juega un importante papel en el desarrollo del bebé, concretamente en la maduración de diversos órganos y el desarrollo de las características sexuales. Es causante de diversas molestias como enrojecimiento y pigmentación de la piel, dolor en los pechos, retención de líquidos y ganancia de peso, pero también da un aspecto de plenitud a la embarazada y favorece la lactación por el desarrollo de las mamas.

Progesterona
Es la hormona protectora por excelencia. Al inicio del embarazo favorece la anidación del embrión y posteriormente va a encargarse de mantener el embarazo. Sus funciones son variadas: desarrolla el endometrio, hace que funcione la placenta, permite que el sistema defensivo materno reconozca al embrión como propio, limita la actividad muscular uterina, refuerza el tapón mucoso, relaja la musculatura lisa (arterias, venas, tracto urinario…) y refuerza la pelvis para el parto.
Es la hormona causante del aumento de la temperatura corporal, el estreñimiento, varices, hemorroides, problemas de visión, ardores, cefaleas, pérdidas de orina y aumento de infecciones urinarias. Pero, por otro lado, permite un mayor aprovechamiento de los nutrientes y un aumento de la libido (mejora en la lubricación, sensibilidad, intensidad de los orgasmos…). Al final del embarazo, los niveles de progesterona caen, mejorando muchos de estos síntomas.

Lactógeno placentario
Esta hormona es la responsable de la modificación de la forma en que la madre utiliza los nutrientes que ingiere. Aparece en las primeras semanas y se asegura de que las proteínas y la glucosa que ingiere la madre lleguen al feto. Así, regula los niveles en sangre de glucosa y aumenta la resistencia a la insulina para asegurar que llegue la glucosa al bebé.
Es causante de la diabetes gestacional, pero también se considera que esta insulinorresistencia es una adaptación evolutiva, puesto que no en todas las épocas y lugares el acceso a los azucares y demás hidratos de carbono ha sido tan fácil y habitual como en este momento.

Relaxina
Es la hormona encargada de relajar músculos y articulaciones, favoreciendo la elasticidad de la musculatura y la movilidad de los huesos de la pelvis (para el nacimiento del bebé). También adapta la columna al nuevo centro de gravedad del cuerpo durante el embarazo.
Es la causante de diversos dolores musculares como lumbalgia o dolor del pubis al final del embarazo y de las caídas y torceduras durante el embarazo.

Prolactina
La función de esta hormona es producir leche, pero sólo una vez nacido el bebé, antes los estrógenos y la progesterona se lo impiden.

Oxitocina
Es la llamada “hormona del amor”, pues la producimos cuando nos enamoramos, practicamos sexo, etc., pero tiende a inhibirse si la adrenalina entra en escena. Es segregada durante todo el embarazo y se mantiene estable –gracias a la progesterona- hasta que comienza el parto. Entonces, va aumentando progresivamente para dotar de mayor efectividad a las contracciones que permiten la dilatación del cuello uterino.
Una vez nacido el bebé estimula la eyección de la leche, favorece que madre y bebé se enamoren y asimismo ayuda a que el útero se contraiga y recupere su tamaño habitual.

Adrenalina
Esta hormona no es exclusiva de la gestación. Sirve para mantenernos alerta y luchar por la supervivencia. Las consecuencias de su producción en el organismo debido al miedo o la ansiedad durante el embarazo pueden ser perjudiciales:

  • Disminuye el flujo sanguíneo al útero y por tanto, al bebé (bradicardias, sufrimiento fetal…)
  • Altera los niveles de glucosa en sangre
  • Altera los niveles de estrógenos y progesterona
  • Disminuye los niveles de oxitocina (parto estancado o contracciones poco efectivas).

Endorfinas
Estas hormonas constituyen una anestesia natural que segrega nuestro organismo. Antes del inicio del parto comienzan a aumentar y luego progresivamente a medida que el parto va avanzando, alterando la percepción de la sensación de dolor que puede producirse durante el mismo. Es la causante, junto con la oxitocina, de la sensación de euforia y enamoramiento una vez nace el bebé.
Para favorecer la aparición de endorfinas es vital sentirse relajada y segura, sin estrés, ni tensiones, miedos o preocupaciones. Asimismo, el uso de analgesia farmacológica como la epidural o petidina detiene la producción de las endorfinas.

Bibliografía:

  • Varios autores. “Maternidad y Parto. “Nuestras ancestras y nosotras”. Editorial: CENIEH. Junta de Castilla y León
  • Rafael Comino Delgado y Guillermo López García. Obstetricia y ginecología. Editorial: Ariel. 2004