Por Bei Muñio
Hoy, según amanecía, mi niña se ha despertado para comer. La luz del Sol incidía en sus ojos grises de forma que parecían azul plateado, mientras nuestras mirabas se cruzaban en un momento mágico. Su papá perfeccionaba aún más el momento, fundiéndose con nosotras en un abrazo triple, acariciando mi cintura y su cabecita a un tiempo. La bebé nos ha dedicado su amplia sonrisa y su característico "gorjeo de tetita" para volver corriendo al pecho, se le escapaba la lechita.
Un momentazo, placer infinito, felicidad suprema, oxitocina pura. La intensidad de lo que estaba viviendo me retrotraía a su llegada al mundo.
Un segundo, un último pujo, otro segundo, su cuerpo se desliza, otro segundo, mi vientre vacío y mis brazos llenos, otro segundo, la huelo, la beso, la pruebo. Un segundo efímero y a la vez eterno. El momento más intenso e increíble de mi vida. El pico de oxitocina del que hablan los libros y que se traduce en la práctica en mi incapacidad para separarla de mi pecho, ni siquiera para descubrir su sexo. Es una nena. Gracias matrona, me moría de curiosidad.
Mi mente busca nuevos recuerdos oxitócicos, la primera vez que besé a mi marido, cuando concebimos a la beba, nuestra última fusión apenas horas antes de conocerla...
Mi cerebro asocia oxitocina a placer, a endorfinas, la droga más perfecta de la naturaleza. No en vano Michel Odent la llama la hormona del amor. Lo es. Lo mejor de mi vida, lo más placentero, lo que me hace más feliz, está relacionado con oxitocina... Mi marido, mi bebé, nuestra lactancia, de los tres.
Pienso con pena en la frivolidad y la falta de intimidad con la que tantos bebés llegan al mundo. Partos robados, lactancias frustradas, tanta oxitocina en potencia... desperdiciada... Sustituida por sucedáneos sintéticos. Y me indigno. No necesitamos protocolos, ni pautas, ni ayuditas, ni sucedáneos. Necesitamos cariño, respeto y sobre todo tiempo, tiempo y confianza para que fluya la oxitocina. La de verdad, la que genera nuestro cuerpo, es la hormona del amor y el amor no puede ser sintético.
Podría decir que me hice socia de El Parto es Nuestro para canalizar está indignación en algo productivo, o como agradecimiento, porque el recibimiento que le dimos a mi pequeña en un hospital público, hubiera sido impensable hace años sin el trabajo de esta poderosa unión de mujeres, o porque quiero contribuir a que el mundo sea un lugar mejor para mis hijos y mis nietos... Pero no. Me hice socia de El Parto es Nuestro porque soy adicta a la oxitocina y cada vez que me reúno con mujeres conscientes, flota en el ambiente. Demasiado tentadora para una " oxytocin yonkee" como yo.
No te pierdas tu dosis.