Paula G Salanova
16 Dic 2013
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52 comentarios

Cazando brujas

Estamos en un momento en el que parece haberse despertado una verdadera caza de brujas contra las doulas, especialmente por parte del gremio de las matronas, que ven peligrar su futuro con la presencia de esta nueva figura. Considero que todo responde a un profundo miedo y a un fuerte desconocimiento sobre el trabajo de la doula, aunque también creo que en algunos casos se conoce perfectamente lo que la doula hace y lo que no hace y aun así, se oponen a ello considerándolo intrusismo.

A continuación algunos decálogos y códigos éticos de asociaciones de doulas de nuestro país, donde se puede ver con bastante claridad cuáles son sus competencias y cuáles no:

Pensándolo fríamente puede que tengan razón, que las doulas estén asumiendo funciones que deberían formar parte del trabajo de las matronas, pero lo cierto es que esa parte del trabajo, bien por desconocimiento, bien por imposibilidad debido al sistema en que se ven forzadas a trabajar, sea la razón que sea, lo cierto es que no se está realizando.

Tanto en América como en el mundo anglosajón y Europa en general, las doulas cubren las carencias derivadas no sólo del modo de trabajo actual de la matrona sino de la sociedad en su conjunto, que ha olvidado tratar un acontecimiento tan extraordinario y a la mujer que lo hace posible con el cuidado, atención y profundo respeto que merecen. Donde antes había tribus, mujeres de la familia conviviendo en un mismo lugar y ancianas experimentadas que acompañan a la mujer en su camino a la maternidad, ahora hay doulas. Doulas que nacen fruto de estos cambios en una sociedad que nos deja solas, y de nuestro instinto que nos pide juntarnos con otras mujeres y seguir buscando esa tribu de apoyo.

Fijemos la vista en otros países donde existen y trabajan doulas sin problema alguno, a pesar de que allí las matronas tienen mucho más prestigio social y competencias profesionales que en España.

Las matronas tienen miedo a desaparecer, pero es que llevan mucho tiempo dejando de hacer su trabajo. Desde que el ginecólogo empezó a asumir el control de los partos en España, ¿allá por los 50?, y relegó a un segundo o incluso tercer plano a la matrona, que pasó a ser en demasiadas ocasiones una mera asistente que coloca monitores o acerca tijeras.

Desde ese mismo momento en que las matronas fueron cediendo terreno sin decir una palabra, sin plantarse, sin manifestarse, no sólo sin defender sus competencias y su autonomía sino ¡olvidando poco a poco cómo se hace!, pues desde ese momento hace ya unas cuantas décadas el futuro de la matrona empezó a peligrar.

Y no sólo eso, sino que muchas dejaron además de cumplir sus funciones de acompañamiento, parte fundamental también de su trabajo.

Muchas dejaron de amar su profesión, de entender la enorme importancia y trascendencia que tiene. No la defendieron. Y ahora se ven inmersas en un sistema que les impide realizarla como es debido, en hospitales con protocolos fuertemente intervencionistas, con turnos eternos, sin apenas autonomía y debiendo atender además a un gran número de madres a la vez, lo cual impide, obviamente, poder cuidar emocionalmente de cada una de ellas.

De pronto se ven perdidas y en peligro, pero como siempre, arremeten contra aquel que consideran más débil, contra la nueva figura que su propia inoperancia ha creado, la doula, porque no se atreven a empezar por el principio, por ir al origen donde toda su profesión comenzó a tambalearse, cuando cedieron ante los ginecólogos, que ni siquiera están formados para acompañar y atender partos sin patología.

Y seguramente sea por ahí por donde deban empezar. Hace poco hablaba con una matrona a la que parecía interesarle mucho el mundo de la maternidad respetada sobre las enormes dificultades que se encuentran en los hospitales españoles. La conversación nos llevó a la siguiente pregunta:

  • ¿Y no te has planteado trabajar atendiendo partos domiciliarios?
  • Es que me da miedo – contestó.
  • ¿Y por qué? – le pregunté.
  • ¿Y si pasa algo y no sé verlo? ¿Y si no sé qué hacer?

Le daba miedo hacer su trabajo. No sabía hacer su trabajo y era consciente de ello. Y ya llevaba un tiempo ejerciendo. Y yo me pregunto, ¿cómo una matrona (o cualquier mujer) que se enfrenta a un parto desde el miedo, desde la desconfianza, puede atender a otra en su proceso?

Muchas tienen un largo camino que recorrer. Primero desaprender lo aprendido y después empezar a aprender de nuevo. Y ojalá lo hagan. Pero hoy por hoy muchas matronas parecen estar muy perdidas (y las que no lo están son duramente reprendidas por su propio colectivo) y no quieren ver lo que realmente está pasando. Si se decidieran a emprender el camino, yo sería la primera en apoyarlas.

Ojalá cuando mi hija sea mayor y escuche la palabra doula me pregunte ¿qué es eso?, porque significará que las matronas han recuperado su conocimiento y su labor al completo, y que la sociedad en general ha empezado a comprender. De otro modo, la doula jamás dejará de existir, porque su existencia responde a una necesidad, a una demanda social, y mientras esa demanda permanezca, la respuesta también permanecerá.

Por todo esto las doulas deben ser muy cuidadosas y tener muy en cuenta este panorama que hay en torno a su figura. Es su obligación saber actuar correctamente y no dar motivos para que se las ilegitime. Es su responsabilidad estar para las mujeres que han demandado su existencia, que las han creado.

Una doula jamás debe interferir en las decisiones del personal sanitario, jamás debe enfrentarse ni imponerse a ellos, porque estaría dejando de ser una doula y además estaría comprometiendo a toda la profesión. Y por supuesto una doula no debería jamás asistir un parto ni consentir estar en uno sin asistencia. Sería una irresponsabilidad consigo misma, para la mujer, para el bebé y para todo el colectivo de doulas. Estoy totalmente convencida de que las doulas deben ser especialmente rigurosas a este respecto. Porque si se limitan a hacer sus funciones de acompañamiento, ni más ni menos, no habrá por dónde atacarlas.

También pienso que hay que dejar de lado el ego personal (¡qué difícil!) y hacer un verdadero esfuerzo por unirse, por trabajar en una misma dirección y bajo los mismos principios.

Que las matronas las vean como lo que son, un apoyo, un complemento, y si más adelante logran recuperar su saber íntegro y su lugar, y una vez logrado esto el sistema les permite realizar su trabajo al completo, las doulas dejaran de existir porque ya no tendrán ningún sentido, ¡aunque no quieran irse es que nadie las contrataría! Y si el sistema no deja, entonces siempre podrán quedar como un complemento necesario en según qué casos, sin que la matrona tenga nunca que temer por su trabajo ya que estarán perfectamente delimitadas ambas funciones.

Es labor de las doulas ser coherentes con lo que dicen y lo que hacen, y poco a poco hacer ver a los sanitarios en general y a las matronas en particular que no son ellas las que amenazan su profesión sino aquellos que imponen protocolos antinaturales, obsoletos y contra toda evidencia científica, los que irrumpen en los paritorios y convierten todos los partos en un supuesto peligro mortal para justificar su permanente presencia, los que amedrentan, infantilizan y no escuchan.

¡Despierten leñe!

Magda (unverified)
8 Oct 2014
He leído todos los comentarios y me parece que la gente no tiene las cosas claras. Hay que empezar por tener en cuenta que el parto es un proceso fisiológico normal en nuestra especie. Así es como nos reproducimos y la propia naturaleza nos ha hecho capaces de parir con o sin ayuda. En la mayoría de casos: se encare como se encare el parto, todo irá bien. Pero hay un pequeño porcentaje de mujeres que puede tener problemas, incluso morir ella y/o su bebé y es en estos casos dónde la medicina ha conseguido grandes avances. Por lo tanto, cuando una mujer decide parir en casa, tendrá un parto más humano, con mas comodidad en su propio entorno. Y en la mayoría de casos, no tendrá problemas. Eso es lo lógico, lo que cabe esperar. Si además en casa la atiende una matrona, elimina casi todos los riesgos, porque si hay una complicación que exija acudir al hospital, la matrona se va a dar cuenta y la va a llevar. Pero si parimos sin ninguna persona cualificada, como hacían nuestras abuelas, vamos a tener los resultados que se obtenian en tiempos de nuestras abuelas. O peores, porque en tiempos de nuestras abuelas las mujeres que atendían partos (matronas o no) y los médicos, tenían mucha más experiencia y sabian desenvolverse en situaciones difíciles que ahora ya no se dan. Por poner un ejemplo: Lo más difícil de salir en un parto, es la cabeza del bebé. Cuando la cabeza es lo primero que se sale, se espera el tiempo que haga falta y si no puede salir se hace una cesárea. Pero en el parto de nalgas hay el riesgo de que el niño se quede a medio salir porque la pelvis sea demasiado estrecha, o la cabeza demasiado grande, o simplemente esté mal puesta. Y entonces ya es demasiado tarde. Esto sucede solo en el 2 o 3 % de los casos. Puesto que los estudios demuestran que el riesgo es mucho menor si se hace una cesárea, actualmente la mayoría de partos de nalgas se resuelven con cesárea a pesar de que un 97-98 % de mujeres podría parir bien. Y como ya casi no hay partos de nalgas, van quedando cada vez menos ginecólogos expertos en parto de nalgas. Luego, si te atiende alguien con poca experiencia, tu riesgo va a ser mayor. Pero igualmente vas a tener un noventa y tantos por ciento de posibilidades. A causa de que en muchas ocasiones no se ha respetado la intimidad y los sentimientos de la mujer, han surgido corrientes que promueven entornos y maneras alternativos de parir. En algunos casos son veraderas militancias anti-sistema sanitario. Y como de todas formas hay un altísimo porcentaje de resultados satisfactorios, la mayoría de las mujeres que han elegido la alternativa están satisfechas y suelen aconsejar parir en casa, o decir cosas como "Mi parto fue maravilloso. Tanto que me asustaron y no pasa nada.(que malos son esos profesionales de la sanidad standard que me asustaron)" Hay profesionales que atienden partos en casa. Conocen sus capacidades y sus límites. Pero también hay quienes se dedican a hacer proselitismo y vender sus puntos de vista. Lo que comunmente se llama "comer el tarro" a personas predispuestas. Y encima cobrando. Soy matrona. Yo no hago partos en casa, pero tengo compañeras que si lo hacen. Y ahora mismo estoy pensando en una fantástica matrona, muy humana, pero muy profesional. Ha hecho montones de partos en casa, incluso alguno de nalgas. También la he visto hacer partos muy medicalizados. Una vez le dije: yo creía que tu no eras de este tipo de partos. Me contestó: "No soy yo quien decide. Es lo que quería la mujer" Conozco también un hospital respetuoso, dónde se puede parir en el agua y elegir distintas maneras y posturas a gusto de la mujer. En una ocasión un mujer que parió allí, dijo: "Me hicieron parir en el agua. No me gustaba la idea, pero la matrona lo sugirió y no me atreví a negarme. Muchas doulas, (lo he visto con mis ojos) hacen esto también: sugerir y aconsejar segun su propia ideología. Con la diferencia de que no tienen criterio suficiente para ello. Me atrevo a sugerir una reflexión: cuando decimos "el parto es nuestro", debemos decirlo con todas sus consecuencias: EL PARTO ES DE LA MUJER. Y no de la doula ni de la matrona. Ni de esta web, ni de ninguna otra.
Irene Iglesias
8 Oct 2014

Una doula no sugiere, no come el tarro, no impone directa ni indirectamente lo que ella piensa (tampoco debería hacerlo un ginecólogo ni una matrona).

Una doula acompaña.