El parto hospitalario: Sanidad pública y/o privada

Sanidad Pública

A la hora de decidir, es importante que tengas en consideración si se trata o no de un Hospital Universitario. En teoría, todo el personal médico debería presentarse, pedirte permiso para hacerte cualquier tipo de exploración y explicarte en qué consisten los procedimientos y/o medicamentos que pretenden administrarte (con qué objeto te los dan, cuáles son sus inconvenientes y ofrecerte otras alternativas, en caso de que las hubieran), pudiendo tú en todo caso negarte a recibirlos si así lo consideras oportuno. Esto es válido también para los estudiantes de un Hospital Universitario, pero la realidad es que muchas veces las parturientas somos usadas como “objeto de estudio” sin nuestro conocimiento ni consentimiento, y nos encontramos con varios estudiantes, que en el mejor de los casos se limitan a observarnos y en el peor de ellos se dedican a hacer prácticas. En el parto un factor especialmente importante es la intimidad, una mujer rodeada de varios desconocidos ve mermada su capacidad de dar a luz, el proceso se dificulta. Una opción para aumentar las probabilidades de contar con una atención de calidad en el parto es presentar con antelación un Plan de Parto personalizado.

Sanidad Privada

Cuando acudimos a la sanidad privada para el seguimiento del embarazo y la atención al parto, estamos acudiendo a la consulta de un ginecólogo/a. Será él o ella quien haga el seguimiento del embarazo y será él -o alguien de su equipo si forma parte de uno- quien te atienda el día del parto.

Una posible ventaja de la sanidad privada frente a la pública es, por tanto, que sabemos que profesional nos atenderá con toda- o bastante- probabilidad el día del parto. Como decimos, depende de cada caso, pues hay casos en los que el ginecólogo trabaja solo y otros en los que forma parte de un equipo y éste puede funcionar por turnos. En principio cuando acudimos a una consulta privada, podemos preguntar durante el embarazo las cuestiones que nos interesen sobre su forma de atender el parto y decidir si queremos que sea él el profesional que nos atienda el parto, o, por el contrario, cambiar de profesional. Es importante que te hagas un guión, para no dejar de plantear ninguna duda, para orientarte sobre la forma de hacerlo, puedes consultar aquí que preguntas básicas puedes formular.

Pero esa atención "personalizada" entraña un riesgo, si es un profesional determinado quién nos va a atender el parto, cabe la posibilidad de que su presencia ese día esté asegurada mediante una inducción del parto o una programación de cesárea. Averigua si es esa la práctica habitual de ese profesional, preguntándole directamente y hablando con otras mujeres a las que haya atendido. Es conveniente tener en cuenta que en ocasiones la práctica de inducir o programar a conveniencia se manifiesta abiertamente, y otras en las que no, si no que se esgrimen argumentos para "convencer" a la mujer de que existe una razón médica real para la inducción del parto o la programación de cesárea sin que dicha motivación exista, siendo el motivo real la conveniencia de ajustar el día del parto a su agenda.

"La práctica de cesáreas en la sanidad privada"

La tasa de cesáreas en la sanidad privada es mucho más elevada que en la pública.

Como ejemplo aquí las tablas con los datos del año 2010 de la Comunidad Valenciana. [Fuente: Conselleria de Sanitat, Generalitat Valenciana]

Mientras que en la sanidad pública comienza un leve descenso, en la sanidad privada continua en alza. Sobre la privada es muy difícil saber nada a nivel nacional ya que hay muy pocos datos. Sin embargo, tenemos datos de la Comunidad Valenciana, que muestran claramente que en la sanidad privada se realizan más inducciones, partos instrumentales y cesáreas que la sanidad pública.

Los factores que hacen que esto sea así son:

  • La matrona apenas tiene presencia en las clínicas privadas. No llevan a cabo el seguimiento del embarazo y su papel el día del parto es totalmente secundario: el ginecólogo asume su función. Está comprobado que la mayor presencia del ginecólogo en un parto conlleva un mayor intervencionismo en el mismo, inclusive mayor tasas de cesáreas.
  • Mayor porcentajes de inducciones, para asegurar la presencia del ginecólogo el día del parto. La inducción del parto en una mujer primeriza aumenta las posibilidades de cesárea.
  • Mayor rentabilidad económica para el profesional con la cesárea que con el parto vaginal. "El tiempo es oro" y la atención a un parto vaginal requiere del profesional más tiempo por regla general que realizar una cesárea, por tanto aún cobrando lo mismo por cada tipo de parto, para el profesional resulta ventajosa la cesárea porque se puede programar, es más rápida y le supone menos dedicación.

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