Primeros días y algunas posibles molestias: subida de leche, ingurgitación y grietas

La subida de la leche

La subida de la leche o plétora se produce generalmente unos tres días después del parto. Anteriormente las mamas han estado produciendo CALOSTRO, que podría llamarse “la leche de los primero días” cuyo valor nutritivo e inmunológico para el bebé es incalculable.

Siguiendo un proceso hormonal complejo, la glándula mamaria empieza a producir leche en grandes cantidades unas 36 horas después de la expulsión de la placenta, y acompañando a esta actividad metabólica intensa se suele producir cierta inflamación y edema (acumulación del líquido intersticial) en la zona.

Esto se traduce en una sensación de tensión y plenitud en los pechos unido a calor, sensibilidad extrema, y en ocasiones dolor.

Otras veces la transición entre el calostro y la leche madura es gradual y suave, por lo que no causa síntomas. Esto no es nada preocupante y nunca debe hacer pensar que la madre “no tiene leche” o “no le ha subido la leche”. Siempre que el bebé esté mamando adecuadamente y se constate que aumenta de peso normalmente.

En los casos de plétoras muy molestas o dolorosas, se puede intentar bajar la inflamación con medidas físicas como aplicación de frío después de las tomas y calor húmedo justo antes. Siempre con cuidado y según los resultados y el alivio que produzcan a la madre. Y especialmente se indica intentar un masaje de drenaje linfático sencillo conocido como “Presión Inversa Suavizante”. Consiste en presionar con los dedos alrededor de la areola hacia el tórax de forma que se empuja el líquido edematoso hacia el interior de la mama y así se consigue ablandar la zona lo suficiente como para facilitar un buen agarre y una correcta succión del bebé.

Esa succión adecuada es lo que finalmente resolverá la ingurgitación con un correcto y frecuente vaciado del pecho.

Problemas iniciales- Ingurgitación: causas y soluciones.

Después de la subida de la leche a menudo durante los primeros días se producen ingurgitaciones del pecho en diferentes momentos. Especialmente si las tomas se espacian, o si el bebé no mama con mucha eficacia y no vacía el pecho lo suficiente.

En estos casos lo ideal es dar de mamar todo lo a menudo posible y mejorar el agarre y succión del bebé si es necesario.

Las medidas físicas de calor, frío y masajes también pueden ser de gran ayuda. Usar extracción manual (técnica de Marmet) es mejor idea que los sacaleches mecánicos, ya que estos pueden aumentar el edema de la mama y ser poco eficaces para sacar la leche acumulada.

En todo caso si se usan extractores ha de hacerse con precaución y según su efecto. Recordando que si se estimula el pecho en exceso, aumentará la producción y las ingurgitaciones pueden empeorar y prolongarse.

Lo ideal es que la lactancia logre regularse de forma natural con el bebé mamando normalmente y a a demanda. Y esto es lo que suele ocurrir con el paso del tiempo, generalmente en unas pocas semanas.

Grietas en los pezones

Es relativamente frecuente- aunque no normal- que durante los primeros días de lactancia se produzcan lesiones en los pezones a modo de pequeñas heridas, las llamadas grietas.

Las grietas pueden ser lineales o circulares, superficiales como una marca de presión excesiva (“chupetón”) o profundas: que llegan hasta el interior del pezón con un desgarro de tejidos grave.

En la mayoría de los casos se deben a un problema de agarre por mala posición al pecho, y corrigiendo el agarre, desaparece el dolor y se curan en poco tiempo.

Otras veces hay algún problema de succión del bebé, más grave o físico que puede prolongar o empeorar las grietas en el tiempo.

No está demostrado que aplicar cremas o ungüentos de ningún tipo sea realmente útil para tratar las grietas.

Lo más indicado es actuar directamente sobre la causa( mal agarre) y permitir que el organismo restaure el daño por si mismo.

En ocasiones, puede aliviar aplicar crema de lanolina purificada, cuyo efecto es favorecer una cicatrización en húmedo, y evitar por lo tanto la formación de costras duras y secas que son arrancadas por el bebé en cada toma. Por lo que algunas madres sienten mejoría al hidratar y conservar la humedad y flexibilidad de la piel del pezón con la lanolina.

Sin embargo, aplicar crema en exceso, o mantener el pezón continuamente tapado puede hacer que la piel se oxigene poco y se macere por exceso de humedad.

Por esto, podrían ser útiles instrumentos como los escudos protectores o conchas aireadas, que mantienen el pezón al aire aun estando vestidas, y recogen la leche sin que quede pegada a la piel.

O bien los parches de hidrogel que son otro tratamiento coadyuvante de la cicatrización .

Ocasionalmente se puede recurrir a pezoneras para paliar el dolor durante las tomas, aunque no suelen ser demasiado efectivas y han de ser adecuadas en tamaño y modelo, sería mejor usarlas siempre bajo supervisión de un experto.

Algunas veces, las grietas se complican y se infectan, presentando un aspecto más grave con cambios de color, restos de pus, y especialmente causando un dolor intenso que se prolonga más allá de las tomas.

Las grietas infectadas han de ser tratadas médicamente, ya que pueden necesitar un tratamiento antibiótico tópico (crema) o incluso sistémico.

En este caso NO es seguro aplicar la propia leche sobre un pezón herido, ya que en caso de infección, la leche puede ser rica en bacterias y perpetuar el cuadro.

Otras veces aparecen grietas en lactancias más avanzadas y pueden ser debidas a afecciones dermatológicas como por ejemplo eccemas; que suelen causar enrojecimiento picor y piel seca o descamada. Suelen ocurrir en madres con piel sensible y que han tenido eccemas en otras partes del cuerpo. Necesitarían tratamiento dermatológico adecuado.

En todo caso, si las grietas no mejoran en poco tiempo, será preciso obtener ayuda profesional, para tratarlas convenientemente.