Ecografías

Ecografías tienen como objetivo evaluar la vitalidad fetal, edad gestacional, detectar tempranamente embarazos múltiples, malformaciones fetales, filiar corionicidad en gestación gemelar y medir la traslucencia nucal. Es importante que el/ la profesional explique a las mujeres y acompañantes de forma empática sus beneficios y limitaciones.

La OMS y el Ministerio de Sanidad a través de la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva se recomienda hacer entre dos y tres ecografías en situaciones de evolución normal del embarazo, siempre modificable si la situación así lo requiere:

  • La primera, durante el primer trimestre, alrededor de la semana 12 de gestación. Esta ecografía se centra en detectar alteraciones estructurales congénitas.
  • En el segundo trimestre se puede realizar otra ecografía alrededor de la semana 20. Esta ecografía, también llamada morfológica, puede detectar malformaciones en órganos y estructura. La ecografía 3D no demuestra ventaja sobre la ecografía convencional 2D.
  • Aunque no existe evidencia que apoye y encuentre beneficios en la realización rutinaria de una tercera ecografía, se suele efectuar alrededor de la semana 32-35. Aquí se puede se valorar el estado placentario, la posición fetal y la cantidad de líquido amniótico.

Es importante que se cuide la comunicación verbal y no verbal al inicio y durante la exploración ecográfica, para reducir la ansiedad de la mujer y su pareja, que facilmente pueden interpretar cualquier gesto o palabra como indicio de patología. Explicar que lo habitual es que el bebé esté sano, y ofrecer la información durante la prueba y/ o al final de ésta en lenguaje claro y comprensible.

(Información extraida de la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, ENSSR.)

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Hace unos años se utilizaban máquinas con una emisión bastante baja de ultrasonido para hacer las ecografías, con lo cual la definición no era muy buena, pero tampoco se habían registrado efectos secundarios. Sin embargo cada vez están saliendo máquinas más potentes, y se hacen más ecografías, incluso sin indicación clínica, por diversión y negocio. (1)

Lo que sí es seguro es que el uso de las ecografías en el control del embarazo es un gran negocio, y como en todos los grandes negocios, el marketing es de suma importancia. Como resultado de décadas de entusiasta propaganda, las mujeres creen que pueden garantizar el bienestar de sus bebés si acuden a una ecografía temprana, y que esa detección precoz del problema es beneficiosa para esos bebés. Eso no es necesariamente así, y hay numerosos estudios que muestran que la detección precoz puede ser perjudicial.(2) Experimentos en animales han demostrado que la alta exposición de ultrasonido en fases embrionarias alteraba el desarrollo del sistema nervioso y nacían ratas con problemas graves en el cerebro. Claro, no somos ratas, pero no se ha hecho ningún estudio que demuestre que es inocuo. Los fármacos se someten a estudios prolongados hasta que se comercializan, pero las ecografías 3D se han comercializado directamente, sin someterse a ningún criterio, porque no se consideran fármacos y la ley no obliga.

Posibles consecuencias:

  • Aborto espontáneo

A pocas mujeres se les informa de los riesgos de aborto o de parto prematuro. Unos obstetras de Michigan (Lorenz et al., 1990) estudiaron cincuenta y siete mujeres con riesgo de parto prematuro. La mitad recibió una ecografía semanal mientras que a la otra mitad se le practicaron exámenes pélvicos. Hubo un resultado de más del doble partos pre-término en el grupo de los ultrasonidos (52%) comparado con el grupo de control (25%). Aunque el estudio era pequeño, es improbable que tal diferencia surgiera por azar. En un amplio estudio controlado y randomizado que tuvo lugar en Helsinki (Saari-Kemppainen et al., 1990), se dividió aleatoriamente a más de 9.000 mujeres en un grupo que recibió ecografías entre las semanas 16 y 20 y en otro grupo que no. El resultado fue de veinte abortos después de la semana 16 en el primer grupo y ninguno en el de control.

Diagnóstico de placenta previa Un estudio de Saari-Kemppainen también reveló la falta de valor del diagnóstico temprano de la placenta previa. De las 4.000 mujeres ecografiadas entre las 16 y 20 semanas, 250 recibieron un diagnóstico de placenta previa. En el momento del parto, sólo cuatro de ellas mantenían el mismo diagnóstico. Curiosamente en el grupo de control que no recibió ecografías también se encontraron cuatro casos a la hora del parto. A todas las mujeres se les practicó una cesárea y no hubo diferencia en el resultado de la salud de los bebés. En realidad, no existen estudios que demuestren que la detección precoz de la placenta previa mejore los resultados para las madres o los bebés.

  • Bebés con defectos congénitos graves

Casi todos los bebés reciben al menos una dosis de ultrasonidos (ecografía), pero incluso en los mejores centros se dan amplias variaciones en las tasas de detección de anomalías cardíacas. Las tasas de detección varían enormemente en los diferentes estudios, que normalmente se llevan a cabo en excelentes hospitales con grandes recursos. Pero la mayoría de las madres son ecografiadas con máquinas más antiguas en sus hospitales de referencia o clínicas. Las habilidades del ecógrafo varían, pero incluso con la mejor maquinaria y los mejores operadores se dan diagnósticos erróneos.

  • Bebés de crecimiento intrauterino retardado (CIR)

Un estudio alemán del hospital Wiesbaden (Jahn et al., 1998) encontró que, en 2.378 embarazos, sólo 58 de 183 bebés con CIR fueron diagnosticados antes de nacer. Cuarenta y cinco fetos recibieron un diagnóstico equivocado de crecimiento retardado. Sólo 28 de los 72 casos de CIR grave se detectaron antes del nacimiento a pesar de que las madres pasaron por una media de 4,7 ecografías. El nacimiento pretérmino fue cinco veces más frecuente en aquellos con diagnóstico de CIR, con unos embarazos entre dos y 3 semanas más cortos. La admisión en la unidad de cuidados intensivos neonatales fue tres veces superior en los bebés con diagnóstico prenatal.

  • Ecografías al final del embarazo (predicción de peso)

Se considera que un bebé es macrosómico cuando supera los 4.000-4.500 kg de peso al nacer y que por su tamaño puede presentar mayores dificultades para nacer por vía vaginal. un dato muy importante en la estimación del peso y tamaño fetal. Dicha estimación se lleva a cabo mediante pruebas ecográficas de escasa fiabilidad para la realización de estos cálculos. De hecho las estimaciones en el tercer trimestre tienen un 10% de error y una sensibilidad de tan solo el 60%, que tiende a sobreestimar el peso del bebé. Como resultado, en la actualidad, se consideran macrosómicos fetos de tamaño y peso perfectamente normales. Por esta razón, diversos estudios subrayan que la sospecha de macrosomía no puede ser en ningún caso una razón que justifique la inducción de un parto.

  • El impacto emocional a largo plazo

Los efectos de la ecografía pueden ser profundos en ambos progenitores. La literatura médica no habla demasiado de los costes humanos de los diagnósticos erróneos a no ser que un bebé sano sea abortado por error, y aun así tiende a centrarse en las acciones legales. Evaluando los riesgos Cuando se descubrieron los ultrasonidos, los investigadores sugirieron que “la posibilidad de riesgos debe ser mantenida en revisión constante” (Donald, 1980), y dijeron que nunca se usaría en bebés menores de tres meses. No obstante, en cuanto se desarrolló el aparato de ecografía vaginal con el que se pudieron obtener buenas imágenes al inicio del embarazo (acercándose más al bebé y emitiendo una dosis más alta de ultrasonidos), esta cautela inicial fue abandonada. Las investigaciones de Lieberskind revelaron “la persistencia de comportamiento anormal en células expuestas a una sola dosis de ultrasonidos, diez generaciones después de la insonación”. Los ultrasonidos tienen algún efecto en el desarrollo del cerebro. También se debe tener en cuenta que la maquinaria usada en este estudio emitía dosis muy bajas de ultrasonidos, menores a las de las de las máquinas que se usan hoy en día. Además las mujeres sólo pasaron por dos ecografías y ninguna de ellas Doppler, una forma mucho más potente de ultrasonido.

“Las máquinas de ultrasonidos con la que se realizan hoy en día las ecografías emplean niveles tan bajos de energía que pueden parecer seguras, pero no se debe perder de vista la posibilidad de que puede haber diferentes umbrales de seguridad para diferentes tejidos, y que con el desarrollo de aparatos más poderosos y sofisticados dichos umbrales pueden ser sobrepasados” (Donald, 1979). Como las ecografías se han desarrollado en poco tiempo y sin evaluaciones adecuadas, es extremadamente difícil probar que la exposición a los ultrasonidos causa efectos sutiles.

Existen otros casos de intervenciones médicas aparentemente inocuas sobre mujeres embarazadas, como las que causaron las malformaciones por talidomida, en los que hicieron falta más de diez años para probar la causa de las enormes anomalías que se dieron en algunos recién nacidos. Las investigaciones sobre los potenciales efectos a largo plazo han sido inadecuadas. Medir los resultados de cualquier intervención en el embarazo es muy complicado, ya que hay muchos parámetros a valorar: Inteligencia, personalidad, crecimiento, vista, oído, susceptibilidad a las infecciones, alergias y fertilidad son algunos factores que, si resultan afectados, pueden tener serias implicaciones a largo plazo, además de las cantidades de diagnósticos de falsos positivos o falsos negativos. Por otro lado, como el feto crece muy deprisa, la exposición a ultrasonidos a las ocho semanas puede tener diferentes efectos que la exposición a las diez, dieciocho o veinticuatro semanas. Esta es otra de las razones por la que los efectos de las ecografías son tan difíciles de estudiar. En la actualidad, las mujeres embarazadas tienen posibilidad de someterse a diferentes tipos de ultrasonidos: Doppler, ecografía en tiempo real, triple scan, monitores fetales externos o monitores fetales manuales. Al contrario que los medicamentos, que cada vez que uno sale al mercado debe ser testado, el rápido desarrollo de cada variación de máquina de ultrasonidos no ha sido acompañada de una evaluación igualmente cuidadosa ni de estudios controlados a gran escala. A pesar de que llevamos décadas de investigación sobre ultrasonidos, nadie puede demostrar si la exposición a las ecografías tiene un efecto adverso en una particular gestación, si los efectos son acumulativos, o si se relacionan a la potencia de una máquina en concreto o a la duración del examen. ¿Cúantas exposiciones son demasiadas? ¿Cúal es el mecanismo que afecta al crecimiento? No se debería olvidar que numerosos estudios realizados en ratas, ratones y monos a lo largo de los años, han encontrado peso fetal más reducido en bebés sometidos a ultrasonidos en el útero comparado con los grupos de control. También deberíamos considerar si los enormes aumentos de niños con dislexia y dificultades en el aprendizaje son consecuencia directa de los controles ecográficos durante el embarazo.

¿Saben realmente las mujeres a qué están dando su consentimiento cuando van al hospital a realizarse su primera ecografía y confiadamente aceptan someterse a más?

¿Y qué hay de las Ecografias 3d y 4d?

Los estudios científicos sugieren utilizar estos procedimientos solamente cuando los beneficios de la información merezcan la pena, es decir, hacerlas lo mínimo posible y nunca por "divertimento" ni durante mucho tiempo de exposición.

1) Ecografías: Ponderando la propaganda frente a los hechos Artículo escrito por Beverley Lawrence Beech. © 1999 Midwifery Today, Inc. todos los derechos reservados. Traducido por Marina Romanos para el blog bebé a go-go, con permiso expreso de Midwifery Today. [Nota del Editor. Este artículo se publicó en la revista Midwifery Today Issue 51, en otoño de 1999.]

Beverley A Lawrence Beech, es miembro honorario de la Association for Improvements in the Maternity Services (AIMS) -Asociación por la mejora de los servicios de maternidad-, es una escritora independiente y conferenciante residente en el Reino Unido.

Bibliografía:

  • Barnett SB, et al. (2000). International recommendations and guidelines for the safe use of diagnostic ultrasound in medicine. Ultrasound Med Biol. 2000 Mar;26(3):355-66. Division of Telecommunications and Industrial Physics, CSIRO, Lindfield, Australia.
  • Beech, B. & Robinson, J. (1996). Ultrasound? Unsound. London: Association for Improvements in the Maternity Services (AIMS).
  • Bolsen, B. (1982). Question of risk still hovers over routine prenatal use of ultrasound. JAMA, 247: 2195-2197.
  • Donald, I. (1979). Practical Obstetric Problems. (5th ed). London: Lloyd-Luke, Medical Books Ltd.
  • Donald, I. (1980). Sonar—Its present status in medicine. In A. Jurjak (Ed), Progress in Medical Ultrasound, 1: 001–04. Amsterdam: Excerpta Medica.
  • Jahn, A. et al. (1998). Routine screening for intrauterine growth retardation in Germany; low sensitivity and questionable benefit for diagnosed cases. Acta Ob Gyn Scand, 77: 643–89.
  • Lorenz, R.P. et al. (1990, June). Randomised prospective trial comparing ultrasonography and pelvic examination for preterm labor surveillance. Am. J. Obstet. Gynecol, 1603–10.
  • Mason, G. and Baillie, C. (1997). Counselling should be provided before parents are told of the presence of ultrasonographic ‘soft markers’ of fetal abnormality (Letter). BMJ 315: 180–81.
  • Newnham, J.P. et al. (1991). Effects of frequent ultrasound during pregnancy: a randomised controlled trial. The Lancet, 342: 887–90.
  • Saari-Kemppainen et al. (1990). Ultrasound screening and perinatal mortality: controlled trial of systematic one-stage screening in pregnancy. The Lancet, 336: 387–91.
  • Salvesen, K.A. et al. (1992). Routine ultrasonography in utero and school performance at age 8–9 years. The Lancet, 339.

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