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4 Abr
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VIDEOFÓRUM PARIR EN TOLEDO: HACIA EL RECONOCIMIENTO DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

El pasado 18 de marzo aconteció en la capital toledana la proyección del documental PARIR, siguiendo la estela iniciada en otras ciudades españolas desde el otoño de 2023. En lo que llevamos de año, el documental se ha proyectado también en León (16 de febrero) y en Burgos (14 de marzo) y podrá verse en Ciudad Real el próximo 11 de abril. Seguimos intentando que el documental llegue a todas partes, especialmente a aquellas zonas que menos ponen en práctica la Estrategia de Atención al Parto Normal.

Fue un sueño hecho realidad para el grupo local de Toledo, puesto en marcha en 2006 y que ha desarrollado su voluntariado desde entonces, aunque con algunos años de escasa actividad, para que las mujeres toledanas y sus criaturas reciban una asistencia digna, respetuosa con sus derechos y basada en las recomendaciones científicas. Este documental y posterior coloquio ha continuado con las aspiraciones de visibilización de la realidad de la violencia obstétrica en esta área de salud, que tuvo como primera incursión la jornada del 9 de octubre de 2018 sobre Cuidados Materno-infantiles organizada por el antiguo hospital Virgen de la Salud y desarrollada en la sede de los servicios centrales del Servicio Regional de Castilla La Mancha. La conferencia inaugural de aquella jornada corrió a cargo de la Dra. Ibone Olza, con su presentación titulada “La psicología del parto fisiológico” en la que no solamente destacó todo lo que la psique materna y del bebé ponen en funcionamiento para que el proceso de gestar, parir y criar transcurra de la forma más segura y placenteramente posible, sino que explícitamente, se mencionaron las practicas que hacen peligrar este proceso fisiológico. Con un lenguaje rotundo se habló de violencia obstétrica y de la huella que deja en mujeres y bebés, esto es, en toda la sociedad. Quedó claro entonces que un inicio violento de la vida es el germen para una vida posterior de violencia, y no hay que buscar muy lejos para encontrar esta evidencia a nuestro alrededor. 

Han pasado 8 años desde aquella jornada, durante los cuales la asociación y el grupo toledano han continuado dando apoyo a muchas mujeres que se han acercado hasta nosotras y trabajando por avanzar en el reconocimiento de este grave problema de salud que ya se estaba dando fuera de nuestro país; el término de violencia obstétrica ha salido a luz pública a nivel estatal y se ha intentado incluso incluir en una ley pero finalmente no se ha materializado. La oportunidad de debatir exclusivamente sobre este tipo de violencia que sufrimos las madres y nuestras criaturas en nuestra área sanitaria generó una gran satisfacción y agradecimiento en las personas que estuvimos preparándolo en las semanas y días previos. 

El documental fue maravilloso, hermoso e impactante, realista y reivindicativo. Está elaborado con una extraordinaria sensibilidad y respeto hacia las mujeres que sufrimos la violencia, pero también plasma el día a día del trabajo de la matrona en el hospital y en el centro de salud como figura central de la asistencia a la mujer y el recién nacido y entiende las limitaciones que tiene en su trabajo, así como la necesidad de que su labor esté perfectamente reconocida y respetada en el equipo de salud materno infantil. Igualmente recoge el alcance de las denuncias de las mujeres puestas en marcha desde hace años para la defensa de una atención respetuosa para nosotras y nuestras criaturas.

Algo más de cincuenta personas, entre hombres y mujeres, acudieron a la cita en la tarde del 18 de marzo. Además de las moderadoras (finalmente sólo estuvimos cuatro de las seis en cartel, las dos matronas del SESCAM y dos socias), entre los asistentes que participaron en el coloquio se presentaron varias madres gestantes, una ginecóloga-obstetra, una pediatra, una psicóloga perinatal, una fisioterapeuta, una enfermera de hospital, una enfermera de centro de salud, varias matronas de hospital, el supervisor de matronas del paritorio y varias matronas de atención primaria. 

La experiencia fue abrumadora. Con los nervios de tener preparado todo lo necesario acerca de la sala, con conversaciones y búsqueda de datos de última hora para utilizar durante el coloquio, se nos olvidaron las fotos de socias y las fotos con el cartel o la pantalla, pero todo lo demás fluyó y, al final, una de las socias del público tuvo la iniciativa de fotografiar alguna imagen de recuerdo.

Tras la presentación de las personas que moderaban el coloquio no se tardó en tomar la palabra desde el público. Se tenía ganas de participar. Pronto se dejó constancia del rechazo que causaba el término de violencia obstétrica entre algunos asistentes y entorno a esto giraron varias intervenciones. Pero las moderadoras y otros participantes, algunas de ellas socias insistieron en que no se podía prolongar por más tiempo el enfrentamiento por la definición utilizada sino que había que centrarse en escuchar a las mujeres y hacer autocrítica por el punto en que cada uno está dentro de la asistencia que ofrece y/o recibe, empezando los sanitarios por pedir disculpas en relación a la atención violenta ofrecida fruto de la práctica violenta aprendida en el contexto de la violencia generalizada del sistema cultural donde todos y todas nos hallamos. 

Se empezaron a mencionar todos los avances alcanzados en la asistencia materno infantil en nuestra área de salud por parte de varios participantes sanitarios, tales como: la apertura 24 horas del servicio de neonatología; la instauración de la práctica del piel con piel entre recién nacido y acompañante en caso de partos cesáreas; las mejoras hosteleras en el nuevo hospital universitario con unidades individuales específicas para todo el trabajo de parto y recuperación (UTPR), así como la reapertura de la sala de recuperación tras parto por cesárea donde permanecen juntos madre, bebé y acompañante durante al menos 2 horas; la elaboración de un plan de parto-nacimiento propio basado en el plan de parto y nacimiento del Ministerio de Sanidad; el importante descenso en el uso de la episiotomía en la etapa de expulsión del parto; la puesta en marcha de un banco de recogida y suministro de leche materna; el acceso del acompañante de la mujer parturienta durante la administración de la analgesia epidural y en caso de parto instrumentalizado (como la práctica de fórceps, ventosa y espátulas); la reciente puesta en marcha de la telemetría para seguimiento del bienestar de madre y bebé durante el trabajo de parto. 

Sí, realmente se habló de muchísimas mejoras, pero para nosotras no son suficientes porque aún no se ha conseguido, entre otros, que un acompañante esté presente también en la consulta de Fisiopatología fetal o “monitores” como se conoce coloquialmente; no se ha conseguido que un acompañante esté presente en caso de parto por cesárea, especialmente cuando ésta es programada o no emergente; no se han recuperado las sesiones informativas trimestrales que durante varios años se desarrollaban en el salón de actos del hospital Virgen de la Salud y servían para que muchas mujeres y familiares contactaran más directamente con los trabajadores hospitalarios que les asistirían durante su proceso de parto-nacimiento (sobre este tema se preguntó expresamente en el coloquio y los trabajadores interpelados no supieron poner una fecha para retomar esta importante actividad de promoción); no existen alternativas a la analgesia epidural como el óxido nitroso, ampliamente utilizado en otros hospitales, ni tampoco la opción de la walking epidural a la que se resisten los médicos anestesistas tal y como nos cuentan las mujeres; la deambulación espontánea y el uso de la ducha de agua caliente está muy limitado por el uso de la monitorización continua aunque esto haya mejorado con la llegada muy reciente de la telemetría; las tasas de cesáreas han aumentado progresivamente desde 2018, con la única explicación por parte de los sanitarios que participaban en el coloquio de que se atiende a muchas mujeres con embarazos complicados; se desconocen las tasas de parto instrumentalizado y episiotomías; también se desconoce la tasa de inducción, pero por lo que nos cuentan las mujeres es alta también, porque en nuestra área es difícil resistirse a la presión de no dejarse inducir cuando se nos muestra el alto riesgo de continuar con el embarazo frente a la nula información de los riesgos del proceso de la inducción.

Quedó patente, con gran indignación de los sanitarios que participaron, que las mujeres no tienen a su disposición un número suficiente de matronas, especialmente en atención primaria y que los resultados en salud dependen en gran medida de esta ratio adecuada. Según alguna matrona hospitalaria que participó en el coloquio, las mujeres no llegan debidamente informadas desde atención primaria y se frustran cuando los resultados del proceso no son los que esperaban, apuntando a que las causas son que, primero, no todas las gestantes acuden a talleres informativos y segundo, que la información que se ofrece desde los centros de salud no siempre está actualizada. 

De la sala resultó el compromiso de seguir revisando cómo se trabaja desde el sistema de salud. No es responsabilidad de las mujeres que los servicios estén dotados de personal suficiente, actualizado y que trabaje coordinadamente, pero sí debemos reclamar una atención de calidad al SESCAM en general y a los sanitarios vinculados a la salud materno infantil en particular, principalmente a las matronas, basada en la más actual evidencia científica y respetuosa con los derechos que se blindan en nuestra legislación. Se enfatizó el trabajo en equipo, donde la mujer y el sanitario saben perfectamente cuál es su papel, y donde la matrona es el profesional de referencia y tendría que serlo de manera exclusiva cuando su proceso de parto y posparto cursa con normalidad. 

Apenas hubo silencios durante el coloquio y realmente se nos pasó el tiempo volando. De hecho, tras 70 minutos de debate, decidimos cerrar, pero se podría haber seguido un rato más puesto que muchas personas se resistían a abandonar la sala. Tal era la expectación que se había generado y las ganas de continuar con el debate.

Muy contentas tras finalizar y agradecer la asistencia a todos y todas los congregados y especialmente a la gerente del cine toda la atención recibida dotando a la sala de micrófono, sillones, banco, mesa y botellas de agua para las personas moderadoras, nos dimos cuenta varias socias de que nos faltó hablar expresamente del deseo y el derecho de la mujer a vivir un parto lo menos intervenido posible, aunque había quedado perfectamente reflejado en el documental. No es necesario esperar a que se creen casas de maternidad o aceptar la opción de la asistencia domiciliaria que se da también en nuestro ámbito, aunque debería trabajarse en esa línea también. Se pueden hacer muchas pequeñas cosas en el día a día de la atención hospitalaria actual, empezando por poner el foco en escuchar a cada mujer. Las hay, efectivamente tal y como se expresó en el debate, que buscan no enterarse de mucho, cosa imposible, por cierto, pero que, bajo el paraguas del miedo ancestral y sus circunstancias particulares, desean “que le saquen al bebé”. En estas situaciones hay que hacer educación entre todos, saber de dónde surge ese miedo y ese deseo, analizar conjuntamente las consecuencias en ella y en su bebé de las intervenciones que solicita. Por supuesto que nos encontramos con estas mujeres, pero llegar al final del embarazo con esta mentalidad bien puede ser fruto de las semillas que se plantan durante todo el seguimiento del embarazo, especialmente cuando a éste se le cataloga de “alto riesgo”. 

Por otro lado, existen mujeres que demandan respeto a la fisiología de su cuerpo y de su bebé, que desean experimentar un parto fisiológico. De hecho, mayoritariamente son éstas las que se acercan a la asociación buscando experiencias e información que no encuentran fácilmente en su círculo social ni durante la asistencia que se les ofrece en el sistema sanitario toledano. Y tenemos derecho a elegir vivir un parto así, a planificarlo, como se pueden planificar muchas otras experiencias en la vida, pero sin renunciar a acudir al hospital de referencia. Hay mujeres que no desean que se les ponga una vía intravenosa de rutina, porque no tienen criterio para la administración intravenosa de ninguna medicación a priori; que no quieren analgesia epidural pero sí solicitan y necesitan acompañamiento; hay mujeres a las que no se les respeta su movilidad espontánea ni su necesidad de silencios. En la asociación nos encontramos pocos casos de mujeres que consiguen esto, porque aparecen los temores de los sanitarios a que algo salga mal y no se haya previsto, a que otro compañero les critique, y de esto surge la coacción hacia las mujeres para aceptar intervenciones no justificadas que les hacen sentirse mal y por ende no del todo satisfechas con la atención recibida. De manera sutil, se ha obstaculizado ese proceso de éxtasis que puede conllevar el parto y que realmente no es imposible de alcanzar. Y este malestar aparece en el puerperio, pero suele necesitar más de 48 horas para salir a la luz con toda su intensidad. Tras el alta rutinaria hospitalaria, madre y bebé darán muchas señales físicas y emocionales de cómo se ha transitado el parto-nacimiento y, como bien expresaba la psicóloga perinatal que participó, que también es socia de EPEN, ambos manifiestan en demasiadas ocasiones trauma por la asistencia recibida durante estos procesos vitales.

Y así, con estas reflexiones de último momento nos marchamos cada una a nuestra casa, con la oxitocina por las nubes como cuando se sale de una asamblea o de un encuentro de grupos de trabajo o cuando se ha tenido un parto respetuoso. Con mucha empatía y amor, muchas ganas de cooperar y de seguir trabajando por las mujeres y sus criaturas. 

 

Grupo Local Toledo

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