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13 Jun 2016
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¿Tú qué prefieres? Yo... una cesárea

Por Teresa Sanjurjo

Cuando afronto el tema de las cesáreas, una punzada remueve mi corazón. Yo no he tenido ninguna, mi hija y mi hijo nacieron en dos partos normales, profundamente respetados y acompañados, una en un hospital y el otro en casa. Pero varias de mis amigas sí que han tenido cesáreas, y yo las he escuchado, las he acompañado, e incluso he llorado junto a ellas. En algunas ocasiones he sentido rabia, una rabia que me sale de las entrañas, cuestionando ¿por qué? No era necesaria...

“Pero… ¿y si es algo elegido?”, nos dicen desde algunos sectores. Aquí entramos en el peligroso y pantanoso terreno de nuestra libertad de elección como madres y como mujeres. Las revistas nos hablan de famosas que deciden hacerse cesáreas y corren rumores acerca de que cada vez más mujeres eligen tener a sus bebés por cesárea, quizá influenciadas por las noticias que leen en los medios de comunicación. Incluso he escuchado que en algunos países la cesárea es una cuestión de clase: los partos son para las pobres, las señoras no se ensucian las manos (ni la vagina).

¿Es esto cierto? ¿Ha aumentado en los últimos años el índice de cesáreas?

Y si ha aumentado, ¿es por elección de las mujeres?, ¿o existen otras razones?

La tasa de cesáreas es más elevada de lo esperable en la mayoría de los países.

En España, por ejemplo, la tasa está en un 25% cuando la OMS aconseja no superar el 15% de nacimientos por cesárea, considerando que una tasa baja de cesáreas es un indicador de buenas prácticas, al relacionar una baja tasa con un buen control del embarazo y con una correcta asistencia al parto. De hecho, si tecleas en Google “tasa cesáreas España”, los primeros artículos que aparecen van en esta dirección: “España no escucha a la OMS y aumenta su tasa de cesáreas” (público.es), “Los partos por cesárea en España, por encima de lo recomendado: 21% en la pública y 30% en la privada” (eldiario.es), “Cesáreas, las justas: ni una más, ni una menos” (elmundo.es), “La OMS denuncia que se hacen demasiadas cesáreas” (abc.es).

Como muestra esta tabla,[1] la tasa de cesáreas ha ido aumentando desde 2001 de forma generalizada en los hospitales de nuestro país:

Es evidente: las cesáreas han aumentado (y si atendemos a los datos de la sanidad privada, todavía más). ¿A qué se debe? ¿Es cierto lo que afirman algunos, que somos las mujeres las que cada vez pedimos más cesáreas?

Mujer a la que se practica una cesárea. Fuente: Consumer

Según un estudio realizado en Buenos Aires y publicado en una prestigiosa revista especializada, podemos cuestionar rotundamente esta afirmación. Este estudio[2] parte de la base de que las tasas de cesáreas sin justificación médica han aumentado en las últimas décadas en países con rentas altas y medias. Para hacerlo, se eligió una muestra de 382 mujeres (183 de la privada y 199 de la pública) entre 18-35 años, primíparas, a quienes se hizo un seguimiento a partir de la semana 32; se excluyeron mujeres con embarazos resultado de la reproducción asistida, con enfermedades graves, complicaciones en el embarazo o con indicación médica previa de parto por cesárea.

Sólo el 8% en la pública y el 6% en la privada mostraron preferencia por cesárea, y sin embargo la tasa de cesáreas fue de 34,7% y 43,7% respectivamente. ¿A qué se debió esta diferencia? No fueron cesáreas elegidas por las mujeres ni tampoco cesáreas por motivos médicos, si no lo que se denominan “cesáreas intraparto” (es decir, cesáreas que decidieron realizarse en algún momento del parto, la mayor parte de las veces porque el trabajo de parto se había “parado” o era muy lento).

Es interesante atender a las razones que dieron las mujeres para elegir una u otra opción. Las que se decantaban originariamente por un parto vaginal, argumentaban que era lo natural, y que además la recuperación era más rápida. Las que preferían una cesárea aducían al miedo al dolor y su seguridad y la del bebé. Sin embargo, cuando se hizo esta misma pregunta dando varias opciones de respuesta a elegir, en el caso de las cesáreas la calidad del sexo después de dar a luz fue la primera opción, seguida de una recuperación rápida, menos dolor, evitar episiotomías y por último la posibilidad de programar la fecha del nacimiento. Esto me suscita dos reflexiones.

La primera, que en general las mujeres (sin mucha distinción entre sector privado o público) eligieron parto vaginal, por considerarlo más natural. Parece que hay algo que nos conecta con nuestro yo, que no nos resignamos a perder... algo en nuestro instinto nos sigue diciendo que esa es la forma natural, la que nos une con todas las madres a lo largo de la historia, la que nos recuerda nuestro lado mamífero y animal.

La segunda, sobre cómo funcionamos para que la respuesta varíe entre la misma pregunta dependiendo de si es abierta o con distintas posibilidades de respuesta. En el caso de las mujeres que eligieron cesárea, el miedo al dolor de las preguntas abiertas fue sustituido por la calidad de las relaciones sexuales después de dar a luz. ¿A qué se puede deber ese cambio? ¿Presión de la sociedad o de la opinión pública? ¿No se atrevían nombrarlo hasta que no apareció escrito? ¿De verdad la concepción heteronormativa y falocéntrica de la sexualidad nos ha condicionado de tal forma? Se asumen los riesgos y complicaciones de una cesárea para que las relaciones sexuales futuras sean más satisfactorias. Aunque cabe preguntarse: ¿satisfactorias para quién?, ¿no será para algunos hombres que en seguida quieren volver a la situación anterior al parto sin tener en cuenta por lo que ha pasado el cuerpo de sus mujeres? ¿No será que tenemos tal presión por ejercer una determinada sexualidad que preferimos someternos a una cesárea para satisfacer esa demanda? Una vez más, olvidamos que el sexo no es sólo el coito y que la sexualidad no es sólo el sexo...

Este estudio, con sus limitaciones y puntos fuertes, nos permite comprender que –pese a que sólo un 6-8% de mujeres lo deseaban–, más de una tercera parte de ellas tuvo cesárea, y no fue por riesgos durante el embarazo o pre-parto. Atendiendo a los resultados de las encuestas, vemos que la razón por la que mujeres sanas, jóvenes, primíparas y sin embarazos de riesgo, tuvieron un índice de cesáreas mayor al 35% no puede encontrarse en sus preferencias sobre el modo de dar a luz. Este estudio evidencia que las mujeres NO somos responsables del incremento en las tasas de cesáreas, como se ha sugerido. Es imprescindible investigar otros factores, como por ejemplo los relacionados con la salud materno-infantil y los profesionales sanitarios y su formación.

Imagen extraída del blog Parto40semanas

Es curioso cómo, al final, parece que la culpa la tenemos siempre nosotras; otra cosa más que hacemos mal: elegimos parir por cesárea, preferimos que nos abran las entrañas y que un/a desconocido/a nos extraiga a nuestro bebé antes que pasar por un parto, porque duele mucho o es más seguro de esta forma. Deberíamos plantearnos por qué se empeñan en hacernos culpables de esto también, por qué quieren que parezca que somos nosotras las que nos empeñamos en tener cesáreas injustificadas: ¿será una forma de autolegitimar ciertas actuaciones?, ¿será una forma de esconderse y no tener que reciclarse o admitir que hay protocolos obsoletos? Claro que hay mujeres que eligen una cesárea, pero parece que no tantas como pretenden hacernos ver... Es necesario seguir investigando en esta línea, para encontrar las razones no médicas que expliquen estos altos índices de cesáreas. Y hay que seguir dando información veraz, para que no haya mujeres que elijan una cesárea con información equivocada; para que –si la elijen–, sea con información veraz y con la evidencia científica de la mano; con la libertad real que da el conocimiento.

[1] Evolución de la Tasa de Cesáreas en los Hospitales Generales del Sistema Nacional de Salud: Años 2001 – 2011.

INFORMACIÓN Y ESTADÍSTICAS SANITARIAS 2013. MINISTERIO DE SANIDAD, SERVICIOS SOCIALES E IGUALDAD

[2] “Women’s preferences and mode of delivery in public and private hospitals: a prospective cohort study”. BMC Pregnancy Childbirth. 2016 Feb 8;16(1):34. DOI: 10.1186/s12884-016-0824-0.