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17 Mar 2016
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Movimientos sociales, piedra angular para las mejoras obstétricas en el Ecuador

por MSc. Elisa Costales

En un momento de mi vida llegué a pensar que trabajaba en el Ministerio de Salud Pública incidiendo fuertemente en las mejoras de la situación de la atención obstétrica a nivel nacional; es que, si bien es cierto que es competencia del nivel central la generación de políticas, protocolos y guías de práctica clínica, así como ir fomentando espacios públicos que cumplan estas normativas, llegué a la humilde conclusión de que no era suficiente.

Hay factores que van más allá de perseguir con el látigo en una mano y las normas en el otro para “obligar” y “sancionar” a quienes no las cumplan; es parte de las funciones del nivel central, y no lo niego, es una posición con mucho poder ya que te convierte en un juez (y en el caso de las unidades de salud del mismo MSP, el mayor prestador de salud pública en el país, en juez y parte) que dictamina desde el escritorio lo que es correcto y lo que no lo es.

Fomentados en la evidencia científica podemos sistematizar en nuestra mente el parto “ideal”, en el que se ejercen todos los derechos de parto en libre posición, acompañamiento, entrega de placenta, tactos de acuerdo a la norma y elaboración del plan de parto en la primera consulta (estos son los estándares e indicadores del MSP con los que se mide y califica a la unidad de salud en cuanto a parto respetado se refiere), pero es solo eso, me refiero a estos derechos “medibles” y al hecho de que al cumplirlos únicamente por pasar el examen y ser evaluados adecuadamente se convierten en casas de salud frías, lugares autómatas, sin proceso que los sustente, sin la cultura organizacional que respalde una verdadera atención obstétrica respetuosa, es decir, sin alma.

Y es que, ¿quién entiende de la importancia del acompañamiento de alguien de confianza durante el parto? ¿Quién entiende que cada cuerpo al momento de parir es un mundo distinto al de la vecina de cubículo en la sala de dilatación y que no responderá a los mismos estímulos ni se medirá su progreso con un mismo reloj? ¿Quién entiende el proceso del nacimiento como un acontecimiento sagrado que marcará la vida de la mujer y del bebé? ¿Quién entiende lo que los demás aparentemente no alcanzan a comprender? Ahí está la respuesta, las personas que generarán el verdadero cambio en el sistema de atención obstétrica y neonatal somos nosotras, las mujeres, las madres, las futuras madres, sus parejas, y lo hacemos con la responsabilidad de hablar por los que no tienen voz todavía, nuestros bebes.

Me gusta estar del otro lado porque conozco los derechos, sí, esos mismos que ayudé a construir cuando trabajaba en Ministerio de Salud Pública, y sé, en teoría, hasta dónde se pueden estirar las sábanas, y el aproximamiento que puedo hacer ahora como usuaria o cuando lo comparto con otras mujeres y sus parejas en mi rol de doula acompañante en sus procesos de embarazo, parto, postparto, lactancia y crianza respetada es distinto que el que hacia siendo jueza de los establecimientos de salud, ahora, del otro lado, sé lo que pido y cómo lo pido, ahora soy yo la que exijo que se cumplan las normas, ahora soy yo la que reclamo mis derechos ya asentados por el nivel central, ahora soy yo la responsable de mi propio cuerpo, de mi salud, de lo que decido enterarme y de lo que no, de qué profesional elijo y cuál dejo en el camino.

Hoy siento que la respuesta va más por el hecho de asumir el compromiso responsable de informarme y decidir, es decir, de responsabilizarme de mi misma y de mis decisiones informadas, de no permitir que me hagan decidirme utilizando al miedo como herramienta, de decidir a través del corazón, la mente, la evidencia, el estudio, el sentir, la intuición, la cabeza, la estadística, el útero, es decir, de todo aquello que decido por mi propia voluntad escuchar y que a su vez me configure como un ser único e irrepetible. Sé que para algunos puede sonar un poco subversiva esta actitud, el irse en contra del sistema, de lo establecido, y yo les pregunto ¿Es que acaso es un poco subversivo ser dueño de ti mismo?... parece que así nos lo quieren hacer creer, y ya es tiempo de recuperar nuestro poder.