¿Qué es peor, la visita al ginecólogo o al dentista?
Pensamos comenzar este nuevo año con un "toque de humor". Os dedicamos esta primera entrada del 2014 a todas y todos que sabéis que no se puede vivir sin humor. ¡Felices Fiestas!
Muchas sabéis que además de socia, y madre, soy dentista.
Sí, ejerzo esa profesión en la que muchas pacientes me dicen eso de "no sé qué es peor, si un dolor de muelas o los dolores del parto" o "no sé qué es peor, la visita al ginecólogo o al dentista". Ambos profesionales trabajamos en un terreno de muchas sensibilidades.
También tengo en común con muchos ginecólogos lo mucho que disfruto con mi profesión. En numerosas ocasiones vienen a mi consulta pacientes muy sanos, pero… ¡entonces ya no debería llamarles pacientes! Vamos a llamarlos "usuarios". Y ¿cómo voy a mandar a estas personas de vuelta a su casa diciéndoles que no tienen nada? Después de todo el esfuerzo que han hecho en venir, al coger el teléfono, llamar, presentarse en la consulta, estar un rato en la sala de espera, pasar a que les explore...Me da mucha rabia hacer perder el tiempo a la gente, así que aprovecho su visita y les reviso con más detenimiento. Si está sano igual es que está mal explorado. Así que si a primera vista no veo nada, hago una radiografía, que seguro que ahí sí que sale algo.
A mi favor está el que los pacientes normalmente no controlan mucho de ninguna especialidad médica y en general tienen pocas ganas de aprender y muchas de salir corriendo. Pero como dejarles marchar así no sería profesional, prefiero explicarles que ese pugiforcio está ultracalcificado y se ve una imagen radiocondensante ahí en la radiografía y hay que extraer esa pieza o les explotará en la boca y el resto de su vida se alimentarán por sonda nasogástrica. No es que yo quiera crear miedos, ¡es que es algo que puede pasar! Bueno, nunca he sabido de ningún caso en el que haya pasado. Pero... podría pasar. ¿Y si pasa? No podría perdonármelo. Hay que extraer.
Así que, por supuesto bajo anestesia, procedo.
Esto es muy interesante y en el próximo congreso de Cirugía Bucal lo pienso exponer: He encontrado una manera de sacar muelas sin que el paciente abra la boca. No veáis que cansado puede llegar a ser el tener la boca abierta con un montón de instrumentos dentro haciendo fuerza para un lado y para otro para poder extraer una muela.
He inventado una incisión, que en el futuro llevará mi apellido, ya que por algo la he creado yo. Esta incisión evita que el paciente tenga que hacer fuerza para abrir la boca y estar escuchando todo el rato "abre", "abre", "un poquito más", "ahora cierra un poquito"... De la misma manera, es una incisión que evita el desgarro accidental de la comisura labial que sucede cuando metemos más instrumentos de los que caben, o cuando los manejamos inadecuadamente. Se trata de un pequeño cortecito de nada, que va desde la comisura del labio más o menos hasta el lóbulo de la oreja. Con este pequeño cortecito podemos tener acceso tanto a la muela del juicio como a los incisivos, e incluso a la articulación temporomandibular al completo y es tremendamente cómoda para el operador. Hay que tener cuidado con no lesionar algún vaso y algún nervio importantes y controlar no dañar la glándula parótida pero en todo caso, si eso sucediera, no pasa nada porque aún tenemos la del otro lado. La sutura será con hilo de cinco ceros, bien finito para que no se aprecie estéticamente. De todas formas, hay maquillajes que recubren muy bien las cicatrices.
A todos mis pacientes que vienen por primera vez les regalo una muestrecita de aceite de rosa mosqueta y que se masajeen la cara con ello para que cuando les salga una caries no les quede cicatriz. No seré tan poco previsora de regalar un cepillo de dientes y enseñar a utilizarlo: eso es hambre para hoy y mucha más hambre para mañana.
Los médicos ¿estamos para crear salud, para solucionar enfermedad, para crear más enfermedad creyendo que generamos salud?Cuando busquemos un médico, sea de la especialidad que sea, miremos a ver qué busca él en nosotras, qué quiere de nosotras. Y huyamos de los que desprecian la salud que rebosamos, incluso embarazadas. Uno nunca está totalmente enfermo (si no, estaría muerto). Siempre tenemos algo sano y es ahí donde apoyarnos para restaurar el resto de la salud que falte, cuando se puede. Y cuando no se puede, siempre, primum non nocere: "lo primero es no hacer daño".