Fenómeno del vínculo o fusión

El vínculo se inicia durante el embarazo, mientras el feto se forma en el seno materno, y llegará a su desarrollo completo tiempo después del nacimiento. Al nacer, el bebé ya conoce a su madre, mientras ésta le gestaba el feto la ha oído hablar, ha sentido sus emociones, sus inquietudes, y todo ello hace que la madre sea la primera figura de referencia y quién trasmitirá mayor seguridad al recién nacido. Tras el nacimiento, madre y recién nacido interactúan mediante el contacto piel con piel, mediante las miradas, a través de la lactancia cuando el bebé mama, al coger al bebé en brazos como respuesta al llanto, al dedicar palabras llenas de amor al pequeño.

Ya en 1945, René A. Spitz (psicoanalista) realizó una serie de estudios con niños normales que estaban siendo cuidados en instituciones. Todos estos niños habían nacidos sanos, sin embargo, parte de ellos carecían de cuidados maternales y el resto eran atendidos directamente por sus madres. Spitz comparó el desarrollo de estos niños con aquellos otros que estaban recibiendo esos cuidados maternales, llegando a la conclusión de que los niños carentes de cuidados maternales acusaban un retraso en el desarrollo cognitivo, motor, en el desarrollo del leguaje y en el comportamiento social con respecto a aquellos que habían sido cuidados por sus propias madres. En 1952, su documental “Privación emocional en la infancia” cambió radicalmente la forma en la que se brindaba el cuidado a los niños que se encontraban en orfanatos, casas de cuidado u hospitales, ya que trasmitió la importancia y trascendencia de estos cuidados.

Desde entonces, son muy conocidos los beneficios físicos del contacto estrecho madre-bebé. Se sabe que, cuando está en brazos, el bebé regula su temperatura, mantiene su ritmo cardíaco, duerme más y mejor y elimina el estrés al sentirse seguro. En palabras del científico y neonatólogo Nils Bergman: “la separación madre-bebé tras el parto y durante el primer período crítico, incluso en grandes prematuros, crea un estrés tóxico que provoca cambios hormonales, metabólicos y cognitivos que afectan a la salud y a la duración de la vida.”

La madre es necesaria para la supervivencia del recién nacido, ya que mediante la lactancia recibe alimento y contacto físico. Incluso cuando el recién nacido no es amamantado, el contacto físico es imprescindible; a través del contacto físico se fortalece su desarrollo emocional y psicológico. Al atender las necesidades del bebé, éste aprende a confiar: confiar en su madre, confiar en sí mismo y, con ello, aprende también a confiar en su entorno. La forma en la que un bebé se relaciona con su madre definirá el carácter emocional del niño a la hora de relacionarse, contribuyendo a su seguridad, su confianza y su autoestima. Todos los adultos hemos sido bebés, pero no todos nos hemos desarrollado igual; al llegar a la edad adulta el vínculo que hayamos establecido con nuestra madre desde el nacimiento determinará en gran medida nuestro desarrollo físico, mental y social.

Se puede decir, por tanto, que el fenómeno del vínculo o fusión madre-bebé se continúa y consolida con el contacto físico y psicológico tras el nacimiento. Es un derecho que todos los recién nacidos y sus madres deberían poder disfrutar desde el mismo momento del nacimiento y resultando en beneficios a largo plazo, primero en el niño y más tarde en el adulto.

Bibliografía:

  • "La teoría del apego" - John Bowlby
  • Robertson Films. DOCUMENTAL 1952: "A two years old goes to the hospital"
  • "La importancia del vínculo madre-hijo" - Revista NUEVO COMIENZO, Vol. 15 Numero 2 Año 2003. - La Liga de la Leche