Hospitales amigos de los niños, pero no de sus madres.
Por Isabel Fernández del Castillo
Extractado y resumido del libro La nueva revolución del nacimiento, que ha salido al mercado hoy mismo. (Ob Stare, 2014)
- Cada cierto tiempo leo declaraciones de profesionales lamentándose de los bajos índices de lactancia materna, a pesar de las recomendaciones oficiales y las campañas a favor. Confieso que me irrita ese discurso oficial, porque coloca toda la responsabilidad en las madres, como si fueran ellas las que no quieren amamantar, y demuestra la poca consciencia sobre la forma en que el establecimiento de la lactancia a menudo se entorpece en el mismo hospital a causa de la forma en que se atiende el parto.
Sinceramente, creo que el problema está mal enfocado. La pregunta no es (solo) qué podemos hacer para que las mujeres que lo desean amamanten más a sus bebés y mejoren los índices de lactancia. Sería mucho más útil preguntarse cómo estamos interviniendo/ interfiriendo para que tantas mujeres que quieren lactar no lo consigan.
A mi modo de ver, un error de partida es considerar la lactancia materna como algo aislado del parto, cuando la realidad es que una es la continuación del otro y están regulados por las mismas hormonas. Por tanto, cabe preguntarse si aquello que entorpece el parto puede también entorpecer la lactancia materna, especialmente en el delicado periodo inicial. Y la respuesta es: SÍ. Muchas de las prácticas de rutina en el paritorio pueden contribuir, de forma directa o combinada, a crear muchas dificultades y dar al traste con la lactancia, especialmente si las madres no tienen información sobre las implicaciones de las intervenciones, y pasan a la siguiente fase de error sin ser conscientes de lo que está pasando, y por tanto sin tener ninguna oportunidad para reconducir de algún modo la situación.
Recuerdo la primera reunión en el Observatorio de Salud de las Mujeres del Ministerio de Sanidad, allá por 2005; intentaba explicar la incoherencia que supone otorgar a un centro el distintivo de «amigo de los niños», cuando de hecho no lo es de las madres. El nombre de la iniciativa ahora ha cambiado, pero las prácticas en el parto en muchos hospitales siguen siendo las mismas. Las interferencias son numerosas; es solo cuestión de relacionar las causas con sus efectos. Veamos algunas:
- La estimulación con oxitocina en el parto. Entre otros efectos, reduce la sensibilidad de los receptores de oxitocina de las células, e inhibe la síntesis endógena de la hormona, un efecto que se prolonga durante muchos días después del parto. La oxitocina es clave en la regulación del proceso hormonal de la lactancia materna (y establecimiento del vínculo). Los estudios demuestran que administrar oxitocina sintética en el parto reduce el éxito y la duración de la lactancia materna.
- La epidural. La estimulación con oxitocina hace casi imprescindible recurrir a la epidural. Ambos factores inhiben la secreción endógena de endorfinas, que también juegan un papel importante en la lactancia. Los estudios demuestran que cuanto menor es la tasa de endorfinas en la sangre materna en los días posteriores al parto, menos tiempo dura la lactancia.
- El suero. Ambos medicamentos requieren la administración de suero a través del gotero. Esto tiene muchos efectos secundarios. Por ejemplo:
La sobrehidratación de los tejidos maternos aumenta el riesgo de ingurgitación mamaria, y de que las mamas estén tan pletóricas que el bebé no pueda engancharse, especialmente si hay separación. Los problemas mamarios en el postparto son una causa frecuente de abandono de la lactancia.
El bebé también puede nacer sobrehidratado, por lo que se va a deshacer del exceso de líquido en las primeras horas, aumentando la pérdida relativa de peso (agua) tras el nacimiento. Si esta pérdida se aborda suplementando con leche de fórmula, el riesgo de problemas con la lactancia se multiplica. Los biberones de complemento son el camino más directo a los problemas de lactancia y el destete.
Cuando el suero es glucosado, un efecto posible es la hipoglucemia del bebé, una vez que se ha cortado el suministro de sangre materna pero sigue habiendo un exceso de insulina circulante. Si en lugar de facilitar el contacto y la lactancia precoz para equilibrar los niveles de glucosa se recurre al biberón de suero glucosado, el establecimiento de la lactancia, de nuevo, se pone en riesgo.
Para asegurar un buen comienzo y reconducir a tiempo estas situaciones, es muy importante informarse sobre lactancia con suficiente tiempo antes del parto, y establecer contacto con el grupo de apoyo a la lactancia más cercano. Pero lo más importante, sin duda, es parir de la forma más fisiológica y menos intervenida posible.