Equipo Blog
21 Oct 2022
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Cuando todo falla

Desde hace tiempo, una vecina de Euskadi a la que llamaremos “N” fingía estar embarazada. Se paseaba por las calles exhibiendo un hermoso vientre que parecía estar creciendo. Un día como cualquier otro “N” decidió colarse por la puerta de un hospital, irrumpir en la Maternidad ataviada como personal sanitario, coger a un bebé de una habitación con su madre presente y llevárselo consigo, con la excusa de realizarle una prueba.

Al mismo tiempo, otra mujer embarazada que llamaremos “C” se pone de parto y acude al hospital de la misma localidad. Ella soñaba con su parto, con su momento sagrado, con sus primeros días tan cruciales de vínculo profundo con su bebé. Sin embargo, su historia se cruzó con la de “N” y fue separada abruptamente de su bebé.

Esto que parece una ficción ha sucedido hace pocos días en España. Como asociación que promueve los derechos del parto y el nacimiento, nos despierta varios interrogantes:

¿Cómo llega “N” a fingir varias veces un embarazo sin ser descubierta por nadie? ¿Cómo es que a ninguna persona de su núcleo cercano algo le llama la atención?

¿Cómo llega “N” a acceder a un hospital y llevarse un bebé consigo sin que medie ningún tipo de control?

¿Dónde quedan los derechos de esa díada que es separada tan repentina y bruscamente?

¿Dónde quedan las consecuencias en el estado emocional, mental y psicológico de la díada? ¿Y el de “N”?

La salud mental importa, y la salud mental materna es la gran olvidada. En el ámbito perinatal es un pilar fundamental para un desarrollo sano del vínculo en el inicio de la vida.

De las secuelas perinatales la separación madre-bebé en las horas siguientes al parto es, probablemente, de lo peor que le puede pasar a un ser humano. Podemos luego compensarlo y trabajarlo pero partimos de la base de esa huella. En lugar de la oxitocina, la hormona del amor, que debería estar impregnando todo, tenemos al cortisol apoderándose de la situación y dejando un registro imborrable. Disociación, desequilibrios del sistema nervioso, riesgo de trastornos psicológicos, mentales y físicos, e incluso mutaciones genéticas por trauma temprano son consecuencias derivadas de la separación de un ser cerebralmente indefenso en un momento crítico.

¿Cómo se habrá acercado el personal del sistema de salud a esa madre para comunicarle la noticia de que su bebé había sido secuestrado?

¿Qué habrá sentido esa madre recién parida durante las más de 10 horas sin rastro de su bebé recién nacido? ¿Qué se habrá imaginado?

¿Qué habrá sentido ese bebé? “Se notaba que le habían dado biberón porque estaba muy tranquilo”, declaraba la vecina que encontró al bebé en su felpudo. Poco se habla de los estados de congelación por pánico que manifiesta un bebé en situación de abandono y que pasan por calmados. La lactancia, si es que la madre había elegido la materna, también se habrá visto afectada.

“La familia se ha sentido arropada por los profesionales del hospital”, dice la nota periodística. Sin embargo, no hay ropajes que puedan tapar la desnudez de la grave incoherencia en la que queda expuesto un sistema de salud que todavía en demasiados centros niega el derecho a acompañamiento en consultas y pruebas de una embarazada (#noentressola) pero luego no controla quién entra y sale de una Maternidad hasta el punto de resultar posible el secuestro de un bebé. Un sistema que realiza un seguimiento físico exhaustivo pero que no fomenta una derivación y una presencia mínima de profesionales formados en psicología y psiquiatría perinatal, invisibilizando la salud mental, en especial la salud mental materna y, por tanto, poniendo en peligro la del bebé también.

Desde El Parto es Nuestro reivindicamos la separación cero madre-bebé con la campaña #quenoosseparen, recordando el derecho del bebé a que sus pruebas e intervenciones se hagan encima del cuerpo de la madre, en contacto con ella o, en su defecto, en su presencia o la de quien la madre designe.

Queremos resaltar asimismo que no es labor de la madre informarse de asuntos médicos, legales y técnicos hasta la extenuación para cubrir lagunas que un sistema entero vierte sobre ella y su bebé. La culpabilidad real, por tanto, no corresponde con la que, con demasiada frecuencia, sienten las madres en su afán de protegerse y darles a sus bebés las mejores circunstancias posibles para su llegada a la vida. Los centros sanitarios y las instituciones deben velar por ofrecer información adecuada sobre sus protocolos y procedimientos, siempre basados en la evidencia científica, así como por proteger la salud mental de la mujer en estos procesos

Isa (unverified)
27 Oct 2022
Cuanta razón. Di a luz hace tres semanas también en Bilbao (Imq Zorrozaurre) y este suceso me ha impactado. A mi peque se la llevaron varias veces a hacer pruebas sin darme opción de acompañarla. Yo estaba dolorida, cansada y sola (mi pareja estaba con nuestro mayor). Deberían hacer todas las pruebas en la habitación.