Aranzazu Villar
29 Nov 2021
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¿Por qué seguimos creando campañas para el #25N?

En el año 2021, las voluntarias de El Parto es Nuestro, seguimos creando campañas para poder visibilizar que las mujeres sufrimos un tipo de violencia generalizada en nuestros partos, y que urgimos a llamar VIOLENCIA OBSTÉTRICA.

En esta ocasión la campaña ha sido ilustrada por las abrumadoras ilustraciones realizadas por Sofía Costa Sadagorsky (@saviacruda) que ha puesto imagen y corazón a lo que muchas de nosotras hemos sentido y vivido en nuestros partos. Transmitir ese compendio de sentimientos y vivencias no es nada fácil.

En palabras de Sofia : “Cada poema visual atravesó tripa y corazón hasta llegar a las manos.”

Nuestra más sincera gratitud por haberte embarcado en este trabajo, por el resultado, las ilustraciones aportadas, tu generosidad y tu sensibilidad al respecto.

Entonces en pleno 2021…., ¿por qué seguimos creando campañas? Pues por un motivo muy sencillo.

Nuestros derechos todavía siguen sin estar blindados y la violencia sigue perpetuándose en nuestro sistema de atención al embarazo, parto y postparto.

Porque en ocasiones parece que avanzamos, pero llega una pandemia y nos coloca en el punto de partida, o peor.

Sirva de ejemplo que en plena semana de reivindicación, tuvimos que presenciar cómo una comunidad autónoma planteaba la inclusión de violencia obstétrica en su marco legislativo dentro de la violencia machista y cómo cuatro días más tarde declinaba hacerlo tras las presiones y críticas recibidas, entre ellas, las del Colegio oficial de médicos de Alicante. En palabras de matriactivista “De nuevo la policía del tono, toda la atención se centra en cómo se está diciendo algo y no en lo que se está diciendo…”

O no entienden, o no quieren entender. O no leen (lo que indica la ONU como falta de respeto y maltrato en el parto) o no escuchan (lo que dice la relatora de la ONU en su sentencia a ESPAÑA). Creemos que no tendría que resultar ofensivo incorporar recomendaciones internacionales ni cumplir ordenamientos legislativos en materia de protección y cuidado a víctimas de violencia machista. Pero por lo visto, parece que los juzgados son ellos.

Nosotras seguimos creando campañas para visibilizar que la violencia obstétrica no es una acusación en particular hacia ningún equipo sanitario en concreto, ni servicio, ni hospital (aunque algunos se ganan el mérito por sus prácticas irrespetuosas y poco basadas en evidencia científica).

Para nosotras la violencia obstétrica no es hablar de violencia física (que por supuesto, también existe y también la hemos sufrido en nuestros partos). Es la manifestación de un mal sistémico y complejo de raíces profundas en la atención en el embarazo, parto y postparto.

Y con ello nos referimos a silencios, a falta de alternativas, falta de explicaciones.

Nos referimos a faltas respeto, a falta de consentimiento para acciones tan básicas como maniobras en las que se invade nuestro cuerpo (porque pedir permiso si vas a introducir cualquier elemento o tu mano en mi vagina, parece ser que es mucho pedir). Se pide permiso, se informa en todas y cada una de las veces que tienes que realizar una intervención, lo contrario es un abuso, incluso si eres sanitario.

También incluimos falta de sensibilidad en un momento personal y único, fisiológico, trascendente en la vida.

Nos referimos a evidencia científica sin implantar, de maniobras innecesarias y peligrosas, de protocolos injustificados, de cesáreas sin acompañamiento, de cortes en nuestro periné (episiotomías) superando tasas recomendadas por organismos internacionales, y ante la inacción de muchos colegios oficiales.

Hablamos de que la policía se presenta en nuestra casa si no queremos una inducción, de que seguimos pariendo tumbadas, de que durante la pandemia (y hoy en día) seguimos entrando solas al seguimiento del embarazo, de que, si nuestro embarazo no llega a término, no tenemos una respuesta que sepa acompañar esta situación tan dolorosa, de cómo se infantilizan nuestras decisiones.

Hablamos de humillaciones.

Hablamos de que, en países de nuestro entorno, con sistemas sanitarios similares, las mujeres disfrutan de libertad, de más alternativas, disfrutan de la libre elección que nos corresponde.

Hablamos de mil y un ejemplos que tenemos recogidos en nuestro archivo y que por desgracia hemos vivido en primera persona.

Hablamos de dar por supuesto que las mujeres no tienen entidad propia, capacidad de autogestionar sus procesos ni de levantar la voz para protestar cuando esto sucede. Hablamos de anulación a la mitad de la población mundial. De marcar la forma en la que un nuevo ser nace a este mundo y de sus consecuencias a gran escala para nuestra propia especie.

Nos cuesta creer que, con la evidencia en la mano, sigamos sin mover un ápice este sistema, y no solo eso, sino que se tenga la desfachatez de cuestionar su existencia. ¿Se puede ser menos empático? ¿Se puede minusvalorar una vivencia restando importancia a todas estas prácticas vergonzosas?

Los que se sienten atacados son ellos. Entonces, ¿en qué posición quedamos nosotras, las que hemos sido violentadas?

Echamos de menos posturas críticas de aquellos que velan por nuestra salud (o al menos eso prometen en sus códigos deontológicos).

Nos gustaría encontrar menos comunicados, más diálogo y encuentros para abordar el malestar y el dolor de millones de mujeres.

Menos negacionismo y más proacción, más autocrítica y menos dimisiones, más acompañamiento basado en la escucha, en vez de tanto negar, oponer y comunicar.

Esta actitud solo pone en evidencia que quienes actúan así son CÓMPLICES de este sistema que nos violenta y nos agrede. Y no solo eso, pone en evidencia su posicionamiento ante este problema estructural. Mantener el status quo. Nada nuevo.

Pero que no se preocupen, que ya estamos nosotras para recordárselo, y crear esta y mil una campaña más, porque unirnos y denunciar juntas es nuestra forma de luchar contra la violencia obstétrica.

Compartir con miles de mujeres es nuestra forma de romper con un silencio impuesto, una culpa y una vergüenza que no nos pertenece y de la que no somos responsables

Porque en palabras de Adela Recio: “seguiremos, como todos los años, como todos los días, mostrando nuestro compromiso con la erradicación de la violencia que se ejerce de tantas diferentes formas contra nosotras, las mujeres.”

Creando campañas de concienciación hasta que nos devuelvan lo propio, hasta que nuestros partos vuelvan a ser nuestros.

María A. R. R. (unverified)
30 Nov 2021

Enviado por María A. R. R. (no verificado) el

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La semana pasada me enzarcé, sin querer, en un discusión de Twitter con obstetras. Respondí al típico mensaje que asocia el parto en casa con la mayor mortalidad y resulta que la cuenta era de una chica que es obstetra, y se dedica a lanzar mensajes negando la violencia en la atención y cuidados durante el parto. Se burlaron y negaron, ella y otros que la acompañaron, de la epidemiología, de la antropología de la salud y de la investigación cualitativa... Por supuesto, también de la autonomía y el consentimiento informado. Todo con tal de proteger su oficio tal como lo entendían estas personas, que es dominar el proceso de atención reservándose la toma de decisiones. Entonces, llegué a la conclusión de que, simplemente, lo que le pasaba a esta gente es que son negacionistas de la violencia osbtétrica, y nunca la van a aceptar. Hay profesionales activistas comprometidos en la defensa de los derechos de las mujeres y criaturas, hay profesionales que simpatizan con esa causa, y hay profesionales que más bien atacan el movimiento. Para esos últimos, las campañas tienen que seguir y seguir hasta que el día de mañana no tenga fin.