Sara Shima
4 Abr 2023
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Conciliar es elegir en libertad

El 23 de marzo fue el Día Nacional de la Conciliación y la Corresponsabilidad, palabras que todavía nos suenan a broma por lo lejanas que estamos del objetivo. No es un secreto que las condiciones en las que vives tu embarazo respecto a tu vida personal y laboral afectan de alguna manera en tu parto y por supuesto en tu posparto. Nosotras lo sabemos porque lo vivimos en primera persona, ahora falta que se enteren todos los demás.

Volvamos al inicio. Al inicio de la vida humana, digo. Alguien nace, una mujer pare. Y a partir de ahí todo se complica, aunque ya viniera complicado de antes. ¿Porque la maternidad es sacrificada? Sí pero no. ¿Porque no tenemos ni idea de nuestra propia naturaleza? No pero sí. ¿Porque interesa que todo sea complicado? Desde luego. Lo natural, fluido, cíclico, femenino, sexual no interesa, sencillamente porque no es rentable. Me refiero a su esencia genuina; más allá de eso cualquier cosa manipulada es susceptible de convertirse en un negocio. Quiero hablar de explotación, de anulación, de humanos zombies y de suicidio colectivo como especie; ese es el escenario que tenemos sin dar el valor que tiene al acto de maternar. Hablemos de lo que es normal y lo que no.

No es normal cobrar menos por cuidar a tus hijos en el tiempo en que no estás en la ofi. No es normal tener que cerrar tu negocio los días que tu hija se pone mala. No es normal trabajar más para poder pagar a alguien que cuida de tu hijo el tiempo que tú estás trabajando. No es normal tener que batallar una baja en la semana 30 y pico porque tu curro no es de riesgo. No es normal dar por sentado que el teletrabajo es un favor con el cual (supuestamente) rindes más, porque eso es lo único que importa. No es normal que en una entrevista te pregunten por tu vida íntima familiar con la misma ligereza que por tus títulos. No es normal que en tu CV haya un “hueco” de varios años por crianza y esto sea motivo de rechazo o desconfianza. No es normal que nuestros hijos tengan jornadas escolares iguales o mayores que las laborales. No es normal tener que mandar a tu hija al cole aunque se encuentre ligeramente mal. No es normal tener el culo plantado en tu puesto de trabajo mientras te pierdes una función escolar. No es normal hacer horas extra para pagar campamentos y extraescolares por necesidad de horarios. No es normal sentirte afortunada por estar delgada porque con una XL disimulas tus 16 semanas de embarazo en el trabajo. No es normal recibir un “qué suerte, tú que te lo puedes permitir”. No es normal tragar sapos y culebras y sentirte en deuda permanente con tus padres o suegros porque cuidan a tu hijo todas las tardes.

No es normal que tu pareja ni se plantee la mayor parte de lo anterior. No es normal que te ataquen y tilden de antifeminista o de feminazi por organizar tu vida (que no la de las demás) en base a tus necesidades y preferencias.

Sin los cuidados deseables a bebés y madres de nuestra propia especie dejaremos de existir y mientras tanto deshonramos la vida. En el justo momento en que tienes a tu bebé encima empieza la contrarreloj de forma visible. Lo llamado “conciliar” es un derecho básico, que al parir (y ya antes) cobra una nueva dimensión, no lo olvidemos.

Tú eliges, tú decides. O así debería ser. Una sola no puede contra tanto viento y marea; si nos juntamos… La cosa cambia.

Asóciate.