No sé si es buena o mala noticia que nuestro Observatorio de la Violencia Obstétrica (OVO) cumpla 2 años.
La parte buena es que, aunque no se trate de una iniciativa estatal, que es lo que debería existir, el OVO permite visibilizar sucesos que parece mentira que aún sigan ocurriendo en un estado de derecho.
Sucesos que de otra manera quedarían ocultos en la esfera de lo privado y lo personal, que es lo que ha caracterizado siempre a la historia de las mujeres. La parte negativa es obvia: el día en que el OVO deje de existir, porque ya no sea necesario, será un día de celebración.
Pero desgraciadamente todavía queda mucho camino por recorrer, muchas mujeres y familias a las que intentar ayudar.