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Sufrí violencia obstetricia en el Hospital Mompía

Sufrí violencia obstetricia en el Hospital Mompía (Cantabria) por parte de las matronas. 

Acudí a una prueba de monitores en la semana 40 con contracciones semi dolorosas pero irregulares. Tras la prueba de monitores, la matrona me confirmó que todavía no estaba de parto, pero al contarle que las contracciones eran dolorosas me preguntó si quería que me hiciera un TACTO para asegurarme de que no estaba dilatada. Pongo TACTO en mayúsculas porque en todo momento ella se refirió a eso, a un tacto. No lo nombró en ningún momento de otra manera. Yo accedí a que me hiciera el tacto. Justo antes de hacérmelo me advirtió que dolería y que podía sangrar "un poco". Cuando me hizo el tacto me dolió muchísimo, hasta el punto de retorcerme. Cuando sacó la mano me asusté mucho porque estaba ensangrentada. 

Acto seguido me dice "tienes apenas 1 cm de dilatación, ve a casa y cuando estés de parto vuelves". Volví a casa con una sensación extraña en el cuerpo y contracciones más dolorosas pero irregulares. Al de unas horas rompí aguas aún teniendo contracciones irregulares y sin estar de parto. En ese momento las contracciones comenzaron a ser más dolorosas y totalmente erráticas. 

Al haber roto aguas volví al hospital. Allí me dijeron que no estaba de parto todavía, pero que habiendo roto aguas me tenía que quedar ingresada. Después otra matrona distinta volvió a hacerme un tacto. Volvió a ser doloroso y me provocó más sangrado. De ahí hasta que nació mi bebé, todos los tactos que me realizaron (a excepción de los que me hizo mi ginecólogo) fueron dolorosos. De hecho me realizaron bastantes tactos seguidos, cosa que no se recomienda hacer. 

Pasaban las horas y no conseguía dilatar. Las contracciones seguían siendo irregulares. Tras muchas, muchas horas, conseguí dilatar 3 cm. En ese momento me pusieron la epidural. A partir de ahí empecé a dilatar aún más lentamente. Llegué a dilatar 5 cm y ahí me estanqué. Me pusieron oxitocina por un tubo y nada. Yo veía en el monitor que los latidos de mi bebé iban bajando y les pregunté si eso era normal. Me dijeron que sí, que no me preocupara y giraron el monitor para que no viera nada. 

Empezó a sonar una alarma en la habitación y el pasillo y me asusté. Veía pasar a las matrículas y auxiliares corriendo por el pasillo. Entonces llegó mi ginecólogo y me dijo que no conseguía dilatar porque existía una desproporción entre la cabeza de mi bebé y mi pelvis. A día de hoy no puedo asegurar que eso fuera cierto o simplemente fue una excusa para justificar porqué no dilataba. 

Por todo esto, me recomendó una cesárea de emergencia para evitar sufrimiento fetal a lo que accedí porque lo último que quería era que mi bebé sufriera. Cuando nació los consejos de lactancia que me dieron me llevaron a pensar que no tenía suficiente leche porque mi bebé no recuperó el peso suficiente. Me decían que le pusiera cada 3 horas 7 minutos en cada pecho. Me dijeron que igual no tenía suficiente leche y que podía servirme de "una ayudita" (biberones). 

Al igual que mi parto, mi lactancia empezó a ser un fracaso. Tiempo después contacté con una asesora de lactancia, la cual fue una profesional excelente y salvó mi lactancia. Me preguntó cómo había sido mi parto y le conté todo. Fue entonces cuando me preguntó "¿Conoces la maniobra de Hamilton?". Ahí encajó todo. Días después acudí a otro profesional, el cual me explicó que la maniobra de Hamilton mal realizada puede provocar que no se consiga dilatar y que el parto acabe en cesárea de emergencia. 
A raíz de todo esto sufrí una depresión postparto de la cual me costó recuperarme. 
Es una vergüenza que nadie se dignara a darle importancia a mí consentimiento y a informarme sobre nada en ningún momento.