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Historia de Vicky. Parto vaginal después de DOS cesáreas, en la Maternidad Acuario.

La madrugada del 5 de enero empecé a sentir contracciones. Qué pena, pensé, porque sería un mal día para nacer, el día 5 de enero es un mal día para celebrar su cumpleaños, todos sus amigos estarían en la cabalgata de reyes. No le podría hacer una fiesta. Pero eran contracciones esporádicas dos veces cada hora o algo así. Estuve sintiéndolas unos 3 días y luego se pararon. El día 7 de enero empezaban las rebajas. Qué ilusión me hacía romper aguas en la cola de los grandes almacenes. Pero nada, nada de charcos de agua en la cola, me fuí a las rebajas a comprarle algún trajecillo a mi bebé, para que estrenara algo, con mis niños, la barriga y la ciática. Cuando llegué a casa, expulsé el tapón mucoso. El parto está cerca, pero como sé que “los pródomos” son lentos en mí, esta vez estoy tranquila.

La madrugada del 10 las contracciones se presentaron ya cada 15 minutos. Paco no ha llegado aún de trabajar. Cuando llega a las 6 de la mañana a casa le digo que se prepare que nos vamos para Alicante que creo que estoy ya de parto. Recojo la cocina y hago las maletas. Llamo a Alicia Pineda, uso el teléfono de Mamilactancia que lo tiene ella este mes, (así acordamos para no asustarla si tuviera que llamar de madrugada). Le digo que si me va a ver el cuello del útero y ella dice que no hace falta porque cree que ya estoy de parto.

Y para Alicante que nos vamos, le dejamos el perro a mi suegra y salimos a las 9 toda la familia y yo con contracciones cada vez más fuertes y algo asustada, a ver como hacemos el viaje. Los niños van casi todo el tiempo dormidos, menos mal. Paco va fatal, tiene gripe y lleva dos días sin dormir, le cuesta trabajo mantenerse despierto y conducir. En mitad de camino, Paco me pregunta qué vamos a hacer si aún no estoy de parto cuando lleguemos. No podemos quedarnos muchos días porque solamente tiene 2 días de permiso. ¿Nos volvemos a Granada? Ay Dios mío, yo no quiero pensar en eso, déjame concentrarme en mis contracciones, que cuando lleguemos ya veremos. Y así hago, voy toda concentrada, en cada contracción le digo a mi cuerpo que se abra, que por lo menos ablande el cuello del útero.

Llegamos sobre la 1 a Acuario. Con los nervios de llegar, se me han parado las contracciones. Ay que verás no estoy de parto. Nos atiende enseguida Cari, que nos lleva a toda la familia al paritorio. Me siento en una mecedora preciosa y me realiza un registro. Me ve muy tranquila, no cree que esté de parto, tengo unas contracciones muy flojas. ¿Qué vais a hacer si no estás aun de parto? Bueno, espera y te hago un tacto, me dice. Cuando me explora me pone una cara rara, y se va a llamar al ginecólogo, que llega y en vez de darme la mano y presentarse, me mete mano, bueno por lo menos me da una buena noticia, estoy de 6-7 cm de dilatación. Ay que alegría, entonces sí que estoy de parto. Descargamos las maletas, vamos a la habitación y nos bajamos a la cafetería a dar el almuerzo a los niños. Yo no puedo comer por si las moscas acabamos en cesárea, uy uy el fantasma de la cesárea.

Después de comer nos subimos a la habitación, Paco duerme, Carmen ya se ha apropiado de la clínica y se ha ido a hacer amigos, Curro está tumbado con su padre, pero sin dormir, y a mí me empieza la cosa a más. Al rato me voy para el paritorio , qué bonito y acogedor es. Son las 4 de la tarde, tengo calor, me desnudo, Cari me dice que me ponga a 4 patas en la cama tan bonita de madera y cojines que tienen y que me apoye en el gran cojín. Las contracciones son cada vez más fuertes y más dolorosas. Carmen entra y sale del paritorio, ya se ha camelado al personal de allí. Mamá te duele? Si hija me duele mucho. En cada contracción resoplo, Cari me dice que si quiero me puedo quejar. Esta es la mía, en vez de resoplar, del ay no salgo. Paco y Currito vienen al paritorio.
Pasan las horas muy lentamente. Voy dilatando muy lentamente.

Viene el ginecólogo, Alvaro, creo que se llama. Me dice que el cuello esta duro y que si no se ablanda tendremos que valorar una posible cesárea. Ay el fantasma de la cesárea. Esas palabras me hunden. Ya estamos como en el parto de Curro. Voy a terminar después de todo en cesárea. Que mal me siento. Las contracciones me duelen más con la pena. Me siento sin esperanza. Me oigo decir a mí misma no puedo más. Lo digo varias veces. No puedo más. Creía que no lo diría, que no lo sentiría. Creía que era muy fuerte y podría con todo. Pues no. Me entra una cobardía profunda, estoy asustada, como nunca he estado. Quiero huir, es lo único que quiero huir como sea de allí y del sufrimiento. Si me van a terminar haciendo la cesárea que me la hagan ya, para que dejarme sufrir con tanto dolor. No puedo más.

Paco va y viene porque tiene que estar pendiente de los niños, la merienda, la cena. No quiero que se vaya, sus manos me alivian el dolor de riñones. Sus abrazos me hacen sentirme segura, es el mejor sitio donde yo me siento segura, en sus brazos. Sus palabras me consuelan. Me da fuerzas, Vicky tu puedes.
Siguen pasando las horas, los minutos lentamente. Creo que me quedo dormida entre contracción, me siento muy muy cansada. Son muy seguidas, no sé cómo ni cuánto, pero son muy seguidas. Quiero dormir.

Le pido a Cari meterme en la bañera, Carmen se mete conmigo. Ella canta y baila en el agua, mientras yo me retuerzo de dolor. No le afecta verme así. Currito está sentado en su silla, está muy serio. Con lo que le gusta el agua, nadie lo mete en la bañera. Que bueno es. Que lo quiero, mañana te cojo todo el día tesoro. Su papá lo abraza.


En el pasillo se oyen niños jugar. La que está pariendo enfrente también tiene dos hijos y están jugando todos. Es bonito estar aquí oyendo a los niños, en este sitio no estorban, son muy bien integrados, aceptados.

Estoy harta del agua, me salgo, estoy otra vez sola. No puedo más. Que me hagan ya la cesárea. Que terminemos ya con esto. Me dice Paco que han hablado con Enrique, viene de Madrid, se le ha muerto su madre, pero se va a pasar para verme. Espera Vicky, espera a ver que dice Enrique. Cuando llega a las 10 de la noche, estoy desesperada.

¿Cómo estás?, me dice, muy cansada, respondo. Su presencia y sus palabras me tranquilizan. Yo estoy en un punto en el que tengo una percepción de la realidad algo distorsionada. La habitación está en penumbra, me parece mágica. Estoy en un éxtasis de dolor, pero de desesperanza. Enrique me dice: como sea vamos a conseguir que paras vaginalmente, con fórceps, con episiotomía, con lo que sea, pero tú pares.

Me quejo, me dice que te pasa? Que me duele. No, esto no duele. En el expulsivo vas a sentir que te queman por dentro y que el culo se te abre y te partes en dos. Prepárate.


Ah. Sus palabras me tranquilizan. Va a habver expulsivo.


No sé como lo hace, con un golpe creo en la barriga se rompe la bolsa de aguas, es muy transparente, el niño está bien. ¿Has hecho caca hoy? No, Vete al water y haces caca y así de camino te limpias. Anda que gracia, que estoy yo para eso ahora. En la puerta del servicio Paco se despide de mí, va a acostar a Currito, me dice: Vicky tú eres la mejor madre que conozco, tú puedes. ¿Qué tiene esto que ver con la maternidad? Le grito enfadada....
El servicio es pequeño, hay un water y enfrente un gran espejo. Me siento y me miro. Que mala cara tienes, me dice la del espejo. Yo no pienso empujar, le digo a esa Vicky.


Pasan muchas contracciones y allí estoy mirándome sin empujar. Para que? Si yo lo que quiero es huir de allí. ¿Qué hago yo allí? Me acuerdo de la epidural. Que leche hago yo aquí con lo a gusto que estaría en el hospital clínico con mi epidural puesta y encima gratis. Tanto parto natural. O con mi cesárea programada del lunes, que ya estaría en mi casa.


El espejo aquél lo tendrán por algo, porque la Vicky que me miraba me decía que no había otra, que no fuera tonta, que tenía que empujar. Eso que dicen que las mujeres sienten las ganas de empujar, yo no lo noto. Me lo han estado preguntando todo el rato pero yo no noto nada, es mas, no quiero. Nunca me he sentido tan cobarde, tan asustada, tan tonta. No se como, finalmente me pongo a empujar. Parece que siento algo que baja.


Parece que mi niño baja, estaba enfadada con él, que tampoco él hacía nada por bajar. Chiquillo pon algo de tu parte. Comienzo a echar como unas membranas. Me salgo y en el paritorio están preparados. Tienen listo el taburete pequeño para parir en cuclillas.


Como si ya supieran que ya venía preparada. Llega Paco con Carmen. Él se sienta detrás mía en la cama, me abraza fuerte. Carmen se sienta con Enrique en el suelo, se pone los guantes ella también está encantada de ser protagonista y de estar de ayudante. Me dice mamá tranquilízate y empuja. Han llegado Cari, el otro ginecólogo y otra Carmen, será una enfermera.


Ahora sí que me pongo a empujar como loca, con todas mis fuerzas, con todo el cuerpo.
No recuerdo nada visual, no recuerdo tener imágenes, de lo único que veo es una cabecilla con pelos que asoma por un espejo que ponen, pero que desaparece. A partir de ahí, no veo. Oigo, siento. Oigo las palabras de todos. Empuja, empuja, muy bien, lo haces muy bien, sigue así, empuja ,empuja. Duele, me quema y siento que me parto en dos efectivamente. Pero no importa porque estoy en el expulsivo. Empuja, no no empujes, sopla ¿Soplo? , soplo. Paco me dice ya está aquí, y en ese momento me siento como si con un chupacharcos me quitan el dolor, es mi bebe, hola mi vida. Lo abrazo y grito LO HEMOS CONSEGUIDO. Ha durado una hora el expulsivo, son las 11 de la noche. Enrique me dice que no, que lo he conseguido yo sola, aunque creo que sabe que no es cierto, que hemos sido todos un equipo y yo sin ninguno de ellos no lo hubiera logrado, si yo estaba acobardada.

José es muy moreno. Parece un gitanillo del Albaycin. Ha pesado 4 kilos 160 gramos. El bribón se va directamente a la teta y se engancha, y ya no se desengancha el sinvergüenza hasta el día siguiente. Es como un cangurillo enganchado a la teta, se queja incluso si lo cambio de postura. Y todavía no le han cortado el cordón no ha esperado ni un minuto. Enrique dice: qué hace ese niño enganchado ya a la teta? Sale la placenta. Al rato Paco y Carmen cortan el cordón.


Me tumban, ahora me tienen que coser, parece que me he desgarrado bastante, se me han quemado bastante los labios. Me pinchan anestesia. No les dejo trabajar, les cierro las piernas. No quiero más dolor. Quiero irme. Yo sigo en las mías. No tenía en mis planes de parto natural que me tuvieran que coser, que tonta soy, como no hacen episitomia, no me tendrán que coser. Se me hace largo y pesado.


Le doy las gracias a Enrique, gracias por venir y más en sus circunstancias personales.
Me dice que para él esto ha sido un regalo.

Nos vamos ya a la habitación. Nos vamos todos, no se llevan a mi niño. No lo lavan ni lo visten, nos vamos envueltos en toallas los dos piel con piel, como tiene que ser. No dan ni cuna. Toda la noche juntos, abrazada a mi niño. No tengo que preocuparme aquí, no me tengo que pelear con ellos, no le hacen perrerías a mi niño de pruebas, se las han hecho cuando estaba encima de mí, no tienen ni protocolo de manzanilla, ni de chupetes, ni de suero glucosado, ni por supuesto leche artificial con el puñetero biberón.


Nos hinchamos de cenar, que hambre. Nunca he visto tan profundamente feliz y satisfecho a Paco.
Y todos se echan a dormir, menos yo. Ya no puedo, que felicidad tengo, que inyección de alegría tengo que ya ni estoy cansada. Me paso toda la noche contemplando a mi mamón, que seguía el enganchado a lo suyo en su teta, y pensando y digiriendo todo lo que me había pasado. Lo he conseguido. He parido vaginalmente, con su dificultad, que es como satisface más al final. Ha sido lento, doloroso pero muy bonito. Ya me siento feliz y completa. Me faltaba en mi vida parir, ya se han cumplido todas mis ilusiones. Cuando me muera y tenga que dar parte, diré tengo dos cesáreas pero un gran parto.
Mi niña lo ha visto todo e incluso ha ayudado. Otra ilusión cumplida. Muy pocos niños de 3 años podrán contar esa experiencia.

Gracias. Gracias a todos. Gracias al gran COMPAÑERO que tengo, que siempre tengamos esta relación tan especial.
Gracias a todos los profesionales de Acuario porque saben sabiamente trabajar uniendo profesionalidad y trato humano, algo tan difícil de conseguir y que muy poca gente sabe hacer. Gracias Enrique por todo, por tu libro y a Cari por su cariño. En Acuario te hacen sentir persona. En los otros partos me sentí humillada, aquí he sido una mujer respetada en el momento mas importante y feliz de su vida. Me he pasado dando las gracias todo el día en mi estancia en la clínica. El trato ha sido exquisito por su parte.
Todo lo consultaban, en todo te hacían responsable, que paritorio quieres, que postura quieres para parir... a veces no sabía que contestar, está una acostumbrada a que decidan por ti.
Gracias a Ibone y su lista ApoyoCesareas, que sin ellas no hubiese tenido las cosas tan claras.

Le he ofrecido a mi hijo José un parto sin violencia y muy respetuoso. Pido para su vida que la Paz, la No-violencia y el Respeto por todo sea la bandera que le guíe.
Para Carmen pido que siga descubriendo en su Feminidad la felicidad, ella quiere ser Madre de mayor, que así sea.
Y para Curro, todo el Amor del mundo.