Mercedes (unverified)
14 Ene 2013
Buenos días a todas, Yo sufrí este tipo de violencia en mis propias carnes y, sinceramente, fue durísimo. No me quejé, es cierto. Porque mi bebé tuvo mucho sufrimiento fetal y tuvo que ser ingresado en neonatos, en otra ciudad, y no sabíamos si viviría o no. Así que no me quejé. No me quejé porque era primeriza, no tenía información al respecto y porque el dolor más grande no lo sentía en el cuerpo. Lo sentía en el alma. Y lo sentía por mi pequeño. Tuve que pedir el alta voluntaria al día siguiente para poder estar al lado de mi bebé. Mi marido y yo nos pagamos un hotel para poder ir cada tres horas a darle el pecho y aprovechar al máximo el tiempo que se nos permitía estar con nuestro pequeño (afortunadamente pudimos hacerlo). Aún todavía no entiendo cómo no sentí dolor físico porque el parto fue tan violento que, al tiempo, todavía no controlaba los esfínteres. No sabéis cuánto me arrepiento de no haber denunciado. Me arrepiento por mí, por mi hijo y por todas las mujeres que han venido detrás. Pero no tuve fuerzas para hacerlo. Hoy en día todavía sigo con ayuda psicológica. Ahora estoy embarazada de nuevo. Ahora no soy primeriza e intento estar lo más informada posible. Ahora exijo lo que, por derecho, me pertenece y, espero no tener que quejarme pero llegado el caso, os aseguro que lo haré. No soy una persona excesivamente habladora pero, cuando sale el tema, yo les digo a mis amigas, parientes, conocidas… que siempre hablan de lo maravilloso que es el parto cuando existe otra parte, la más dura, de la que también se debería hablar y que no por eso le quita magia y belleza al acto de parir. Simplemente es y debe conocerse. ¡Gracias Carla!