Aclarar que yo “no me esperaba nada del parto”, porque nunca me imagine como sería, no me informé lo suficiente y no tenía expectativas al respecto. Me refiero a que nunca creí que el parto fuese a ser algo maravilloso y luego me llevase una decepción, lo que me llevé fue una desagradable sorpresa porque tampoco pensé nunca que fuera a ser una experiencia tan mecánica, fría, técnica, etc…
Cuando te ponen oxitocina sintética, tu útero se contrae y se expande, pero tu cerebro no recibe endorfinas. El parto se desarrolla de una manera automática, como cuando alguien está conectado a un respirador artificial, que respira pero no lo hace voluntaria ni conscientemente, no controla el proceso, ni obtiene ningún placer en realizarlo.
Lo mismo ocurre con la epidural. La epidural hace que desconectemos del proceso, hace que no sintamos nada ni para bien ni para mal. Tras un parto así, no es ilógico ni inusual, que comencemos el puerperio de la misma manera: como autómatas, desconectadas de nosotras mismas, de nuestro instinto y nuestros sentimientos.
Quizá si tras el parto hubiera podido estar con mi niño, el contacto con él podría haberme sacado de esa situación. Quizá si las personas que estuvieron a mi lado hubiesen puesto palabras a la situación en lugar de pasar de puntillas sobre ella, y me hubiesen apoyado, eso me habría servido para estallar en llanto, desahogarme y pasar a otra cosa. Pero no fue así. Con mi hijo mayor no hubo impronta. Apenas pudimos vernos cuando nació. No nos reencontramos hasta pasadas más de 12 horas y luego no nos dejaban estar juntos porque estaba ingresado (innecesariamente) en una UCI donde los horarios de visita eran restringidos. A causa de eso no fui capaz de establecer la lactancia… como digo al final del escrito: esa es otra historia, pero todo influye. Lo mas probable es que si mi parto hubiese sido correctamente atendido, no hubiese habido ninguna separación posterior y mi relación con mi hijo habría sido buena desde el primer momento.
Mi primer hijo no tuvo la culpa de cómo nació, ni yo se la hecho, ni le he tratado distinto a posta por ello. No he podido evitar sentirme así, y no he sido capaz de actuar de otra manera. Y sufro mucho por ello. Y Ana, comentarios como el tuyo no me ayudan ni a mi, ni a mi hijo, ni a ninguna otra mujer que haya pasado por ello o que sea susceptible de terminar pasando por la misma terrible experiencia.