Viendo estas imágenes, veo los nacimientos de mis hijos. El del mayor fue así, frío, hospitalario, aséptico, sin nadie que le abrazase en sus primeros momentos en el mundo. El del segundo, todo lo contrario: en nuestra casa, rodeado de su familia, sin intervenciones innecesarias ni paños verdes.
Me entristece recordar lo duro que fueron nuestros comienzos como familia y pensar lo mal que tuvo que pasarlo mi pequeñuelo, solito en una encimera mientras lo manipulaban. Trabajamos para que estas situaciones sean algún día cosa del pasado.