El Sistema imperante nos marca la línea que no podemos traspasar, la línea que garantiza una permanencia sostenida de la estructura montada y perfeccionada para unos cuantos.
Cuando nos canteamos un milímetro de la línea, el poder establecido carga contra nosotros, a través del sistema legal: utilizando la ley y los jueces, o a través de la fuerza: utilizando el sistema policial.
Es una sutil línea, que no divide exactamente dos realidades. Porque si lo analizamos bien, en ambos lados de la línea, el pueblo está sometido, de una u otra manera. A un lado, con unas medidas fiscales y unas leyes más o menos razonables, pero es una zona donde parece reinar la paz cuando la economía no pincha. Una zona en la que la corrupción política pasa de puntillas por encima de las cabezas de las personas. Donde reina la INCONSCIENCIA Y LA IGNORANCIA ampliamente.
La otra zona es la del caos económico, en donde la revolución amenaza con acaecer, donde los jueces sirven al poder, donde la policía se vuelve contra el pueblo al que pertenece y le paga el sueldo. Donde las personas han empezado a despertar, donde la información se mueve, circula. Donde es más complicado ignorar. Donde la legalidad y la ilegalidad conviven recelosas.
La gran verdad es que la línea se ha disuelto. Hoy en día vivimos mezclados, hibridados, confusos y cansados.
"Cuando llegue la crisis de verdad, y tengamos una revolución en condiciones, veremos como amanece el nuevo panorama."
De momento el sistema muestra su ideario, en cualquier lugar, de cualquier manera, en acciones como la condena a esta matrona, que sólo ha sido portavoz de una realidad alternativa.
Está claro, la divergencia de opiniones, y la variedad de opciones no interesa a unos cuantos.
A la fuerza tenemos que ser todos iguales. Nos quieren reducir a la unidad. Quieren manejar y manipular una sola realidad.
NO SEÑORES, no va a ser tan sencillo.
Un saludo,
Adri