Carla, el caso es que donde sea el parto da igual. Lo importante es estar BIEN informada, para que seamos nosotras las que tomemos las decisiones sabiendo, de verdad, cuáles son los pros y los contras. Y no lo estamos, la mayoría NO lo estamos. A mí me da igual dónde parir, lo que me importa es que sea en las condiciones de seguridad e intimidad que yo necesito.
Ahora, tienes que reconocer que cuando se habla del parto en casa, siempre hay gente que, por ignorancia, dice que es peligrosísimo y que las mujeres que paren en casa son unas irresponsables que ponen en peligro su vida y la de su bebé por egoísmo. Ésto es mentira. Y siempre se indica que en el hospital es más seguro, que las cosas malas no pasan porque los profesionales de la salud saben lo que hacen y demás. Que también es mentira.
Nadie dice que sean TODOS unos ineptos. Nos consta que hay gente que sabe hacer su trabajo y lo hace muy bien. Lo que se dice, y es verdad, es que en los hospitales (privados o públicos, da igual) a menudo priman más los intereses personales del personal sanitario o los protocolos de actuación que las necesidades de la madre y el bebé. No mentimos. Otra cosa es que haya mujeres a las que no les agrade enfrentar la dura verdad de que a lo mejor su parto no fue tan bueno como creía.
Por otra parte, a muchas de las que comentamos en EPEN o son miembros, nos consta que a menudo las mujeres estamos engañadas. Ignoramos muchas cosas sobre nuestros cuerpos, y sobre los efectos secundarios de los medicamentos y cirugías que nos aplican, así que muchas al principio pensábamos que nuestras episiotomías eran necesarias, que las cesáreas salvaron nuestras vidas, etc. Hasta que empezamos a pedir histórias clínicas, a leer, a preguntar... y así nos hemos dado cuenta de que nuestros partos hospitalarios NO fueron tan respetados como creíamos, o que nuestras cesáreas NO eran necesarias sino provocadas por una incorrecta asistencia al parto en el hospital.
Las opiniones diferentes no molestan. Molestan los juicios de valor basados en la ignorancia, porque si no se sabe o no se conoce una realidad, basta con preguntar. Y las preguntas nunca molestan. Así que en lugar de ofenderse por una mala reacción a un comentario mal planteado, hay que replantearse ese comentario desde el principio. Acción-reacción.