¿Habéis visto cómo se prepara un pavo para rellenarlo? Pues así me sentí yo, como el pavo. Cuánto manoseo, maniobras, cortes, costuras y la puñetera vía que no me dejaba coger a mi bebé para amamantarlo decentemente.
Eso sí, una y no más.
En el segundo salí como entré, ilesa pero más feliz y con mi hija en brazos.