Di a luz en el Doce de Octubre el 5 de febrero, así que lo tengo fresquito, fresquito. Fui una "enterada" durante todo mi embarazo, lo que me costó enfrentamientos con la mayoría de los médicos, pero ahora te quiero contestar al tema de la unidad de parto de baja intervención del Doce. No me tocaba parir ahí, pero pedí el cambio y me lo concedieron. Se me rompió la bolsa el día 4 de febrero, a eso de las 5 de la madrugada. Pero yo no estaba muy segura de que fuera eso, porque iba perdiendo el líquido poco a poco y al principio era un poco pastoso y rosado, por lo que supuse que era el tapón y no me preocupé. Pero iban pasando las horas y yo seguía perdiendo, así que me fui a la farmacia y me compré unas compresas que te indican si lo que pierdes es líquido amniótico o no. Efectivamente, lo era. Llegué al hospital casi a las 12 de la noche del día 4. Me hicieron eco, vieron que estaba todo bien pero con fisura y me preguntaron que a qué hora se me había roto. Mentí, lo reconozco. Les dije 12 horas después de lo que en realidad había sido. Pero mentí, una vez me dijeron que el bebé estaba bien, que las aguas eran claras y que no había problema ninguno. Si no lo hubiera hecho, me habrían puesto la prostaglandina y habría tenido que pasar toda la noche con contracciones yo sola, como les pasó a mis 2 compañeras de habitación de expectantes. Sí, éramos 3 en una habitación y dos de ellas con contracciones y resoplando toda la noche. Ellas pasaron sus dolores solas, en una habitación entre desconocidas y sin que nadie pasara a preguntarles en ningún momento cómo estaban. A mi a las 8 de la mañana me pusieron la prostaglandina y 2 horas después ya tenía contracciones cada 2 minutos. Me monitorizan y me hacen un tacto. Un centímetro de dilatación. Yo resoplo y la enfermera me dice "Es que pensáis que esto de la dilatación no duele, ¿no?". La primera en la frente. Camino por los pasillos agarrada a mi marido y doblándome de vez en cuando. Pero es llevadero. A eso de las 13.30 me llevan a dilatación. Una enfermera me ayuda, muy maja. Las habitaciones de dilatación son individuales. Entra la matrona. Terror. En medio de una contracción empieza a hablarme y yo no le puedo contestar. Me riñe por ello. Me dice que me va a poner un enema. Le digo que no me hace falta. No le parece nada bien. Me hace un tacto sin avisar y yo veo las estrellas. Me suelta que tengo el intestino lleno de heces y que así mi niña no va a salir, así que me tiene que poner un enema. Mi marido le pregunta si es realmente necesario, y la respuesta, ahora, no es que el feto no pueda salir, sino que es una porquería estar pariendo y que una se cague encima, pero que haga lo que quiera. Me dice que me va a monitorizar, que no me puedo mover y que luego me va a poner la oxitocina. Mi marido (yo no puedo hablar), le pregunta si lo de la oxitocina es obligatorio, puesto que ya tengo contracciones muy seguidas. Enfrentamiento. La matrona levanta la voz y suelta, "Este es el problema de que vengáis medio enterados. La oxitocina se pone sí o sí". Y yo, tirada en la cama resopla que resopla y poniéndome de los nervios solo de pensar que esta mujer me va a atender el parto. Le pregunto si me puede poner un monitor inalámbrico para poder moverme. Me dice que no hay, a pesar de que en la charla que te dan el hospital sobre los partos, te dicen que sí y a pesar de que lo he visto junto a mi cama. Que me tumbe y que me quede quietecita. Le preguntamos por la analgesia, si sería posible utilizar el kalinox, que también te ofrecen en la charla. Me dice que en ese hospital no lo tienen. No entendemos nada. Me deja monitorizada, inmovilizada y sin explicarnos nada. Al ratito vuelve a asomar la cabeza por la habitación y vuelve a ofrecerme el enema. Le digo que no sé si podré soportar las contracciones y al mismo tiempo el cólico que me va a producir el enema. Con una media sonrisilla, me dice que vale, que yo veré. Se vuelve a ir. Y yo sigo en aquella cama sin poder levantarme, cuando sé que las contracciones las llevo mejor de pie y rotando las caderas como había hecho las horas previas. Ya no puedo más y a pesar de haberme concienciado y preparado durante todo el embarazo para no ponerme la epidural, le digo a mi marido que vaya a llamar a alguien y que me la pongan. Viene otra matrona diferente. Se presenta, me dice que me va a hacer un tacto que casi ni noto de lo cuidadosa que es. Estoy de 3 centímetros y me dice que el anestesista está en una cesárea, que tengo que esperar. Me propone ponerme de lado en la cama y sujetarme la pierna hacia arriba. Contracción. Y entonces, dilato de golpe hasta 7 centímetros. Esto va a ir rápido. No me va a dar tiempo a la epidural. Le pido que se quede conmigo, que la quiero a ella y no a su compañera. Me dice que es la otra matrona la que me tiene que atender pero que se ha ido a comer. Se lo suplico. Se va y al rato vuelven las dos. La primera, mira los monitores y se sorprende de que no me haya hecho falta la oxitocina. Alguien la llama y ella contesta gritando "Estoy aquí". Abre la puerta, sale dando un portazo. La segunda matrona me dice, "Me quedo contigo, yo te asisto el parto". Veo el cielo abierto. Mi marido le propone que me deje levantarme, que así podré llevar mejor las contracciones. Accede, pero sigo monitorizada y me rompe la bolsa para monitorizar a la niña. No me gusta, pero no me dan otra opción. Y en muy poquito tiempo ya tengo ganas de empujar, aunque la niña está todavía muy arriba. Empujo de pie, en cuclillas, agarrada a mi marido, sobre la cama a cuatro patas, tumbada de medio lado. Nada, la niña no baja. Todo esto, a media luz, sin agobios a mi ritmo. En un momento dado, decide llevarme al paritorio para así poder utilizar otras posturas. Empujo sentada, con las piernas en alto, mi marido ayudándome desde atrás. En el paritorio solo están la matrona y una auxiliar. La niña ya corona, "Tócale la cabeza", se la toco, pero yo ya estoy agotada, llevo empujando más de dos horas. "Tienes el periné muy gordito, vamos a intentar evitar la episiotomía". Me hace masajes, pero no funciona. Empiezan a preparar el material para cortar. "Ahora no empujes". Imposible, mi cuerpo empuja solo y la cabeza de mi hija sale disparada. Pero no hay mucho problema. La matrona reconoce que el desgarro es menor que el corte que me habría tenido que hacer. Mi hija sale unos minutos después. Me la ponen encima. Bajan las luces y ya no la separan de mi en ningún momento. No es el parto que yo había soñado. Pero no dejo de pensar cada día que si me hubiera atendido la otra matrona mi parto habría sido traumático, seguro. Así que por mucho que nos vendan el parto respetado y blablabla, la cosa sigue dependiendo del profesional que te toque y de lo concienciado que esté con el tema. Eso sí, una cosa hay que reconocerle al hospital y eso es la atención a la lactancia. Para mi, de 10. Te ayudan en todo, hay una enfermera especialista en temas de lactancia que pasa por la habitación y está contigo todo el tiempo que necesites. Yo gracias a eso ahora le estoy dando el pecho a mi hija. En otro hospital estoy segura de que me habrían enchufado el biberón, pues la niña no succionaba y además yo tengo el pezón un pelín plano. Espero haberte ayudado. Un saludo.