Adri (unverified)
26 Dic 2011
Se precisa mucha formación e información al respecto. Muchísima. La desinformación en la que vivimos sumidos es el caldo de cultivo en el que se llevan a cabo malas praxis, en el que se toleran ciertas actitudes y en el que se crece el Sistema. El problema con el que nos encontramos, o al menos, con el que yo me encuentro en mi entorno, es que la mayoría de las personas tienen un miedo atroz a la información veraz, a la que viene de la mano de la ciencia, de esa parte de la ciencia que alternativa o no, expresa y publica lo que realmente ha investigado, con sus conclusiones, y no lo que a alguien le interesa escuchar. La primera es la única CIENCIA posible. Tienen miedo de que la ciencia pueda demostrar que lo que hay que hacer, lo mejor, es aquello para lo que no les han educado, o sobre lo que se ha mitificado mucho y demonizado mucho. Ninguna mujer que se considera moderna y progre, en este país, quiere escuchar hablar del parto más idóneo, porque seguidamente lo asocia a un montón de leyendas urbanas, leyendas que no le gustan, y que transmitidas, consciente o inconscientemente, han conseguido que las mujeres tengan una idea preconcebida del parto, nada más lejos de la realidad. En ese engaño se abrazan al sistema muy intensamente. Les genera cierta incertidumbre, difícil de manejar, el hecho de pensar que cuando tengan algún problema de salud, recurrirán a un sistema sobre el que hay personas que no confían ciegamente; por supuesto atacan inmediatamente el resto de medicinas conocidas por su nombre, y no tanto por saber en lo que consisten, y en lo que se basan. Se precisa desprestigiar lo otro, aun desconocido, para elevar lo nuestro. Argumentan y defienden a favor de un sistema sanitario, por el simple hecho de que es el que mantienen con sus impuestos, es el que les prestará atención en un momento dado. Y necesitan saber y creer que es el mejor, que no tiene manchas en el expediente, que es, indiscutiblemente, EL TRIUNFADOR. En general, por un miedo insalvable a lo desconocido, y por una cierta incapacidad intelectual de poder juzgar si lo que se ofrece como alternativa es mejor o peor. En cuestiones de salud, la sociedad posee una fe ciega en la medicina estipulada, extensiva, general, impidiendo, este hecho, que puedan sospechar de malas praxis, que tengan inquietud por conocer otras prácticas y otras técnicas, igualmente basadas en investigaciones y en ciencia, o como poco igual de inciertas. Todos sabemos como la ética se encuentra al principio y al final de cada una de estas cuestiones, en la que un procedimiento o la puesta en marcha de una nueva técnica, o la apertura del abastecimiento, al gran público, de un fármaco, pueden deberse en gran medida a la poca humanidad de alguien que no está pensando en lo mejor, sino en lo que le interesa en pro del avance. Esto en medicina puede darse. Lo que no significa que no sea éste, el mecanismo de avance de la misma, en la que por otro lado, se han conseguido grandes logros para la humanidad. Y reitero, exclusivamente para la humanidad, y más concretamente para una parte de ella. Consumimos sustancias, mezclas y combinaciones de sustancias, a veces naturales, otras sintéticas; fármacos de los que, en muchas ocasiones, no se conocen todos sus efectos a medio y largo plazo. Practicamos una medicina bastante desconocida, de manera extensiva. Todo ello en la dirección de paliar los efectos, nunca de investigar sus causas. Creo que la única manera que tenemos de cambiar el Sistema, en mayúsculas, en toda su extensión y en todos sus campos, es formar mínimamente a las personas que muestren cierta capacidad intelectual, en la necesidad del individuo de construir su camino vital en base a la búsqueda de información, información VERAZ. Que se adapte a sus creencias, a sus principios y que le permita trazar su trayectoria. Diversificar los campos y modelos de sistemas, dentro de las sociedades en las que nos movemos. De otro modo nos encontramos abnegados al tamaño del Ego del Sistema, que por el momento es bastante grande, en detrimento de la capacidad de autocrítica, que es el motor del tan deseado avance. Una mujer que baraja sobre el vacío la posibilidad de un parto vaginal frente a uno por cesárea, sin tener ninguna razón médica que la motive a asumir tal intervención quirúrgica, es una mujer fuertemente desinformada (en primera instancia), probablemente atemorizada y sobrepasada por la trascendencia del suceso que va a acontecer y la decisión que se ve obligada a tomar (en segunda instancia); y finalmente acomodada en una sociedad degradada, en la que encuentra un apoyo moral igualmente degradado y desinformado, cuando no una información específica fuertemente sesgada, y una aparente seguridad y tranquilidad, de las que en cualquier momento puede despertar, sin vuelta a atrás, gracias a un encontronazo con las consecuencias reales de ese conformismo ficticio y de esa confianza ciega en el Sistema desconocido, en el que se mueve, sobre el que habita. Si queremos libertad, necesitamos información. Un saludo, Adri