Anabel (unverified)
19 Dic 2011
Efectivamente, cuando una mujer acude a un hospital ingenuamente, confiando en los profesionales y sale totalmente destrozada, busca un porqué, en mi caso siendo española creí que el problema era mi edad, tenia 39 años cuando dí a luz y fui atendida por dos médicas residentes que no llegarian a los 25 (o eso aparentaban), pensé que esas impresentables se sintieron grandes en pisotear a alguien que tal vez pudiera hasta ser su madre. Cuando puse la reclamación y recibí la contestación, me dí cuenta que no, no había sido un echo puntual. La violencia obstetrica no solo se produce en la sala de partos, se alienta con cada firma robada por parte de los responsables y con cada carta que envian a las que nos atrevemos a reclamar. Hace tiempo leí como una persona contaba que el jefe de servicio de un hospital leía una carta enviada por una mujer donde se quejaba de los abusos sufridos y de no haber dado consentimiento a lo que la hicieron. Las carcajadas fueron generales cuando el jefe de servicio dijo "eso es lo que tú te crees". Ese relato que ya hace mucho tiempo leí en el foro del parto es nuestro, podría perfectamente hacer referencia a la carta que un día yo envié y el hecho de que me hiciesen firmar unos papeles que no se podian practicamente leer y cuando pregunté que que eran, la "profesional de la sanidad", me dijo que los papeles de alta. Así que cuando alguien me habla de los "profesionales de la sanidad" lo primero que me viene a la cabeza es todos esos profesionales de la sanidad reunidos y riendose del daño que me habían hecho. Todo esta violencia lleva años perpetuandose, no porqué las mujeres no nos quejemos, sino porque existen muchos complices, la auxiliar que trae los papeles, el compañero que mira hacia otro lado, el jefe de servicio que convierte a las mujeres en seres sin derechos, el gerente del hospital, ese amable señor de la consejeria que pone todo su esfuerzo en que lo que te han hecho no salga del entorno hospitalario. A todos ellos les deseo que sufran muchas injusticias y que a su alrededor surja una red, tan efectiva como la que ellos tejieron a mi alrededor. Pero hoy tienen un enemigo que no contaban y ese enemigo es internet, por mucho que se empeñen en recomendar a las futuras madres que no lean lo que la gente cuenta en internet, no lo conseguirán, porque la gente quiere saber la verdad. Ese miedo a que la verdad salte de las paredes del hospital a la calle junto con el esfuerzo de algunos profesionales que se niegan a ser complices de tanta barbarie, es lo que está consiguiendo que algunos hospitales empiecen a cambiar. Pero se necesita más, necesitamos saber que cuando acudimos a un hospital seguimos siendo gente con derechos, necesitamos una ley contra la violencia obstetrica para poder protegernos de todo lo que sucede y no debería suceder en las salas de partos.