Lo que aquí se denuncia como violencia de género hacia la mujer, en el parto, o violencia obstétrica, se reproduce en otros campos del día a día del ser humano, en todas las etapas de la vida.
La violencia oculta contra los niños en los colegios. La violencia contra los ancianos en los geriátricos y residencias de la tercera edad...Cuando uno observa las múltiples formas de violencia y falta de respeto, empieza a encontrarlas en muchos lugares, y con muchas intensidades e intenciones.
En el cole es el profe que muestra su superioridad ante niños y adolescentes, en los partos es el profesional que se hace el imprescindible, lo sea o no, para que tengamos una deuda impagable con él, y en otros lugares es de otra manera para conseguir otras cosas.
Yo he analizado que en nuestra sociedad la violencia oculta, la violencia lenta, transformada, constante, se ejerce casi siempre con un objetivo claro: subir la autoestima del agresor en relación a costa de la del agredido...Es un mecanismo sencillo, pero eficaz. Y por eso socialmente tan perfeccionado, hay gente que sobrevive emocionalmente alimentándose de este tipo de situaciones. Si el otro es menos, o lo hago ser menos, automáticamente yo soy más. Pero no porque haya conseguido superarme, mejorar o crecer interiormente, sino porque machaco a los de mi alrededor.
Es cultural, se educa en estos mecanismos y se perpetúan generación tras generación. Se enseña en el seno familiar, con el ejemplo; se adiestra desde las instituciones bajo falsos estandartes. Se promociona en el sistema económico.
Quizá estas personas, que conscientes o no, ejercen diariamente dosis de violencia contra otros individuos, necesitaron ser más soñados, más amados, más amamantados, más sostenidos, más apoyados, más mimados, más acariciados... Más humanos, más criaturas.
Quizá esta violencia es sólo el reflejo de una carencia profunda y básica.
Quizá sea un círculo vicioso, y simplemente la violencia genera más violencia. Que crece, se multiplica y muta, de la misma manera que las sociedades y las circunstancias sociales en las que se desarrolla.
En nuestra mano está sanar las heridas, romper la cadena y alzarnos en pro del respeto, de otro nivel de conciencia general, en el que el nivel de las personas sea más elevado por méritos propios.
Me alegro de que esta Asociación haya identificado el tipo de violencia contra el que luchar, y que no claudique en el intento...
Un saludo,
Adri