MR (unverified)
5 Sep 2010
Hola a todas! Me ha parecido muy interesante el artículo. Creo que en este aspecto se están consiguiendo muchos cambios en los hospitales, en parte gracias a gente como la de El parto es nuestro. Pero también creo que aún queda un cambio muy importante, que es el de la mentalidad de la gente, sobre todo de las mujeres que van a tener un hijo. Os cuento mi experiencia, por si sirve de algo. Durante todo el embarazo he leído libros, diferentes webs, he asistido a clases de yoga, donde además nos informaban de todo esto... En fin, que creo que información no me faltó. Cuando llegó el día del parto, aguanté en casa hasta que tuve más claro que podía ser verdaderamente el momento. Cuando llegué al hospital ya estaba casi de 4 cm. Allí nos trataron de maravilla, en una habitación solos, con hilo musical, luz tenue. Me dejaron una pelota de pilates y ahí sentada las contracciones se soportaban mucho mejor. Era como yo me lo había imaginado: relajada, acompañada por mi chico y mi madre, y sobre todo escuchada y respetada. En menos de 2 horas ya estaba de 6 cm. Entonces la matrona me preguntó si iba a querer la epidural, y la verdad es que lo dude, porque lo estaba llevando muy bien hasta ese momento. Pero el miedo al dolor que podría venir me hizo pedirla. Aún me quedaba por dilatar y además no había roto la bolsa, que según dicen entonces las contracciones son más dolorosas. La inyección fue genial, nada de dolor y el anestesista me fue explicando paso a paso lo que estaba haciendo. Volví a la habitación, y ya apenas sentí ningún dolor. Cuando había pasado más de una hora vimos cómo de repente le bajaban los latidos al nene. Rápidamente vino la matrona. Y al momento noté que me mareaba, me tomaron la tensión y estaba en 6/2. A partir de ahí todo fue muy rápido, vinieron las ginecólogas, me rompieron la bolsa para ver qué color tenían y como estaban sucias, decidieron hacer una cesárea. En 15 minutos ya había nacido el peque. Se lo llevaron rápido porque había tragado algo de líquido amniótico. Y cuando lo limpiaron me lo trajeron al quirófano y lo tuve unos minutos encima. Tenía pocas fuerzas pero estaba realmente feliz de verlo bien, tan atento, con esos ojos oscuros mirándome fijamente. A mi pareja le dejaron acercarse a la puerta de quirófano para ver que estábamos bien los dos. Luego me llevaron a reanimación y al peque un poco al calor. Antes de una hora ya estaba el niño con su papi en la habitación. En fin, os cuento todo esto para justificar que algunas cesáreas son necesarias, como fue mi caso, pero yo estoy convencida de que se ni hubiese pedido la epidural las cosas habrían seguido un curso más normal. Me habría dolido, seguro, pero más me duele ahora el pensar que por el miedo a lo que pudiese venir arriesgue la salud del niño y la mía, y nos ganamos una cesárea, con todo lo que ello conlleva (a pesar de que tuve una recuperación bastante buena). Si tengo otro hijo, y se me plantea una situación similar tengo claro que no pediré la epidural. Y con ello no voy a hacerme la valiente, sino que dejaré que todo fluya de forma natural. Se lo debo a mi pequeño.