Querida Ana, acabo de enterarme de la noticia de que ya no estás entre nosotros. Ya lo han escrito todo sobre tí: eres una mujer valiente y has dejado una gran huella en todos y todas nosotras. Siempre recordaré esa noche entrada en el 24 de enero, día de tu cumpleaños. Te llamábamos a las dos de la madrugada porque nacía nuestra hija Alma y tú acababas de llegar a casa, venías de celebrar tu cumpleaños. En un segundo te presentaste en nuestra casa. Afortunadamente mi parto fue muy fácil, porque del mío te fuiste a atender el siguiente... Qué entrega, qué energía la tuya. Nunca olvidaré tu cuidado, tu gran presencia, tu corazón. Gracias, vives en nosotras.