María Moreno de los Ríos
9 Mar 2015

En la clínica donde atendieron mi PVDC, las doulas son personal fijo. En mi caso, el trabajo que hicieron (traerme infusiones, darme masajes, ponerme toallas calientes, medir la temperatura del agua, limpiar el vómito) no lo habrían hecho ni el gineco-obstetra ni la pediatra que también me asistieron. Eso sí, la mejor doula, con diferencia, fue mi marido.
Al respecto de mis derechos sexuales y reproductivos, de quien participa o no en mi parto y en el nacimiento de mis hijos, decido yo.

Gracias a las matronas que os esforzais, que estáis ahí, que nos dais vuestro cariño y vuestra mano. Gracias a las enfermeras que os habéis indignado al leer el informe. A las doulas que conoceis casos de mala práctica de vuestras compañeras, denunciadlos. Nosotras las mujeres, nuestros hijos y nuestras familias os necesitamos y os queremos a todas. 

Termino con la incredulidad de que el Consejo General de Enfermería desconozca la Violencia Obstétrica como lo ha hecho. Por favor, que se informe de las declaraciones de la OMS y la CIDH, o de la legislación y Programas ministeriales que existen en algunos países al respecto (todo ello disponible en la web).