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Una carta al hospital de Cruces, sobre la atención a mi parto y el nacimiento de mi hija June.

El día 27 de agosto del 2009 nació mi hija June en la maternidad del Hospital de Cruces. Mi sensación subjetiva entonces fue extremadamente positiva ya que mi parto pudo llegar a ser como yo quise: sin intervenciones y sin epidural. Ahora vuelvo a estar embarazada y desde la distancia que da el tiempo he revisado mi primer parto y he decidido que no volveré a elegir el Hospital de Cruces. He decidido escribir esta reflexión por si en los procesos de calidad y mejora continua del hospital pueda aportar algo.

El proceso de mi primer parto comenzó en la madrugada del día 26 cuando empecé a notar las primeras contracciones de parto que fueron aumentando tanto en intensidad del dolor como de la frecuencia temporal. Alrededor de las 12:00h. del mediodía del día 26 fueron de nuevo desapareciendo las contracciones. A las 16:00h. de la tarde del mismo día me hicieron las pruebas de las correas en el centro ginecológico privado y me dijeron que estaba dilatada de 3 cm. Y que si fuera a dar a luz en su centro me ingresarían en ese mismo instante. Yo tuve claro que me volvía a mi casa porque sabía la probabilidad de intervención que suponía parir en este centro (oxitocina, epidural, episotomía, fórceps…). Decidí que respetaría mi proceso de parto sin prisas y escuchando el ritmo que mi cuerpo iba marcando porque me encontraba muy bien. Y así fue, me fui a mi casa y estuve moviendo la pelvis en la pelota tranquilamente, escuchando música y acompañada de mi gente.

Hacia las 22:00h. de nuevo comenzaron las contracciones con dolor y aumentando la frecuencia. Cuando eran cada 4 minutos llené la bañera de casa con agua caliente y fue maravilloso porque calmó muchísimo el dolor. Así que cuando se enfrió el agua mi marido y yo nos dirigimos en coche hacia el hospital (ya eran la 1:00 de la madrugada del día 27 de agosto). En el trayecto fui aguantando muy bien los dolores de forma que entre contracción y contracción yo iba cantando ¡¡¡Maravillosa oxitocina!!!. Al llegar al hospital me hicieron un tacto y me dijeron que estaba de 7cm. Entré en la sala de parto a las 2:00h. del día 27 y fui muy amablemente atendida por un matrón que acompañó todo mi proceso de parto desde ese instante. La sala tenía una iluminación tenue y un nivel de confort muy buenos que valoré positivamente. Me dijo que tenía libertad para moverme, facilitó a mi marido una toalla para mojarla con agua caliente y aplicármela en la zona lumbar (cosa que hice en un periodo muy largo de tiempo ya que aliviaba mucho el dolor en esa zona).

También me realizó unos avones en la zona lumbar que surtieron efecto y me dijo que el expulsivo sería en la cama tumbada boca arriba. Mi parto siguió su curso y mi cuerpo fue buscando las posturas que necesitaba en cada momento pero de alguna forma en mi cabeza estaba el condicionamiento de “que el expulsivo sería en la cama tumbada boca arriba” y no sé si consciente o incoscientemente me fui acercando a la postura final tumbada boca arriba y con las piernas abiertas.

A la hora del expulsivo aparecieron en la habitación tres personas desconocidas. Durante el expulsivo en un momento se me dijo que “gritaba demasiado y me quedaría afónica”.

Mi niña nació a las 5:55h. Recuerdo que me la pusieron encima y que la niña no paraba de llorar. La matrona de prácticas comenzó a tocar mi pezón izquierdo para estimularlo y para que mi hija accediera a éste. La niña seguía llorando y parecía que a nadie estresaba ese llanto excepto a mí. Mientras tanto el matrón me daba cuatro puntos por el desgarro, que fue lo más doloroso del parto porque para esto no tenía coctel de hormonas que me protegieran.

Ya en la planta la atención médica a mi persona fue buena pero la atención al binomio madre-bebé y el apoyo a la lactancia valoro que podría mejorarse. Por ejemplo recuerdo que una noche la niña lloraba de madrugada y vino una auxiliar preguntándome qué pasaba. Le dije que creía que le dolía la tripa y le cogió a la niña me dijo que ella le quitaría los gases y se la llevó. En ese momento y gracias a mi instinto más animal me fui detrás de ella y me la encontré que había comenzado a suministrarle un biberón. Ni siquiera me había pedido permiso para ello. Se la quité de los brazos amablemente y le dije que mi intención era instaurar una buena lactancia materna sin interferencias.

Con mi experiencia me gustaría aportar mi punto de vista por si dentro de un sistema de calidad y mejora continua podría aportar algo:

EN CUANTO A LA DILATACIÓN

Mi valoración fue muy favorable ya que el matrón facilitó un entorno y condiciones de movilidad, intimidad y recursos facilitadores: balón, toalla para mojarla con agua caliente y aplicar en la zona lumbar, avones en la zona lumbar, trato amable, posibilitaron que pusiera mi música que llevaba en un MP3… El único cambio que propondría sería que me hubiera gustado filmar el parto y se nos comunicó que no era posible.

PARTO

Aludiendo a MICHEL ODENT, él propone que un parto ideal sería:

PARTO IDEAL= ADRENALINA 0% + OXITOCINA 100%

Os comento desde mi subjetividad y punto de vista qué situaciones aumentaron la adrenalina, es decir interfirieron:

  1. El hecho de que el expulsivo fuera en una postura que no coincidía con lo que mi cuerpo libremente deseaba: El esfuerzo en esta postura es fisiológicamente mucho mayor porque en el tramo final la cabeza del bebé tiene que subir un tobogán. Esto hace que el esfuerzo de la madre es mayor, no se ayuda de la fuerza de la gravedad y el desgarro, si lo hay, es mayor. A menor número de puntos menos tiempo de situación dolorosa y desagradable que es que te den puntos en un momento tan importante que es el hecho de tener a tu bebé en brazos y su entrada al mundo extrauterino. En este sentido creo que en una postura más acorde, que pueda ofrecer por ejemplo una silla de partos hubiera sido más beneficioso.
  2. El hecho de que apareciera tanta gente para el expulsivo aumentó la adrenalina en mi caso creo que el matrón que me atendió era suficiente.
  3. El no respetar la intimidad del binomio madre-bebé para que fluya el reptar y el mamar sin intervenir estimulando el pezón derecho ni favoreciendo la conversación.
  4. El comentario de que “gritaba demasiado y me quedaría afónica” creo sinceramente que respondía más a la dificultad para respetar y acompañar sin intervenir en ese instante tan animal y tan salvaje que se produce cuando el neocortex deja de funcionar y da rienda suelta al cerebro más primitivo y emocional con sus consecuentes manifestaciones. En mi opinión, creo que al igual que en una relación sexual no se deberían dar indicaciones, ni inhibir comportamientos, sino que crear el ambiente idóneo para que la magia del parto fluya.

ATENCIÓN EN PLANTA

A nivel médico y asistencial para mí fue buena. En cuanto a la atención para apoyar a la lactancia materna en mi opinión fue muy floja. Las pocas veces que les llamé para que me atendieran fue una atención de no más de 5 minutos y cada vez una profesional diferente. También ocurrió lo antes mencionado que sin consultármelo pretendían introducir un biberón a mi hija. Yo personalmente salí del hospital sin tener muy claro en qué consistía una toma. Creo que facilitaría mucho una atención amorosa, relajada e individualizada que tuviera también en cuenta la parte emocional de la recién mamá, por ejemplo, una figura más parecida a la de una doula. Por lo menos en el caso de las madres que tenemos claro que queremos que la lactancia materna se instaure bien.

Un cordial saludo y gracias de antemano por leer mi testimonio.