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Relato de parto en tiempos de pandemia Covid19 7/04/2020

Relato de parto en tiempos de pandemia Covid19 7/04/2020 He dado a luz en el Hospital Infanta Leonor de Madrid y es mi segundo parto. El primero fue hace 18 meses y fue una inducción por fisura de bolsa en Nisa Pardo de Aravaca. A las 8:00 se fisuró, a las 12 llegamos al hospital, a las 13:30 me ponían oxitocina porque solo había borrado el 50% del cuello y no tenía contracciones y a las 17:45 nacía mi hija. Yo deseaba un parto lo más natural posible. Sobre las 16 h pregunté cuánto me quedaba y me dijeron que nacería de madrugada. Contracciones muy intensas cada 2' y en seco... Me puse la epidural. No sentí a mi hija salir y además me destrocé el suelo pélvico. Siempre me quedará esa espinita de habérmela puesto. Voy con mi segundo parto: Llevaba ya varios días con muchos pródromos. Los últimos 3 días, bastante frecuentes, pero luego cesaban. El domingo por la noche a las 2 de la mañana fueron bastante intensos, pero pararon también. El lunes me levanté con ellos y estuve así, con dolores de regla y contracciones, toda la mañana. Fui al servicio dos veces, algo raro en este embarazo... Eso fue otra pista de que llegaba el día. Le dije a mi pareja que se bajara al trastero a buscar la estructura del moisés, que por falta de espacio lo estábamos dejando para el final, lo dejé montadito y terminé la maleta por lo que pudiera pasar. Después de comer nos echamos la siesta y me despertaron las contracciones. Eran más espaciadas pero más intensas y así siguieron. Aún no estaba segura de si era o no el día. Estaba de 39+5. Durante la tarde se fue animando. Para merendar me puse morada de chocolate. ¡Me lo pedía el cuerpo! Mientras aplaudía en la ventana tuve 2 ó 3 contracciones que me doblaron. Ya me había dado una ducha y continuaban igual. A la hora de la cena se intensificaron. Tuve que ponerme de rodillas en el sofá. Mientras, mi pareja comía patatas fritas y mi niña de 18 meses aprovechaba la ocasión para tirarse los guisantes y las fresas por la cabeza. Estábamos para un cuadro. Después de cenar le dije a mi pareja que se preparada porque antes de las 12 de la noche teníamos que salir para el hospital. Como el primero fue tan rápido, me recomendó mi matrona que no esperara a que fueran contracciones regulares, que me fijara en que fueran intensas. Pasodoble para arriba, pasodoble para abajo, a sujetar de vez en cuando las paredes y los muebles, con la ayuda de mi hija, que me miraba entre atónita, asustada y divertida y se apoyaba ella también. A las 23:30 ya empiezo a sentir presión fuerte hacia abajo A vestirnos y a salir. ‌Llegamos al hospital el martes 7 de abril pasada la medianoche y tuve que entrar por urgencias, a pesar de que nos habían dicho que los partos entraban por otra puerta y no hacían triaje. Había muy poquita gente y lo poco que vi no parecía de Coronavirus. Decidimos que lo más sensato y prudente era que mi pareja se quedara con la niña y yo parir sola, con todo el dolor de nuestro corazón. La niña se había quedado dormida en el coche y mi pareja no quería que entrara sola y cargada. Le dije que no podía dejar a la niña sola (había parado el coche en la puerta de urgencias). Me subí la mascarilla, me recoloqué los guantes rosas de fregar, cogí la maleta con una mano, el bolso con el plan de parto en la otra y caminé sin echar la vista atrás. Fue uno de los momentos más duros de la noche. ¡Que estoy de parto! Le grité al de admisión, que estaba haciendo algo y no me miraba. Salió corriendo a avisar en el triaje. Al entrar al pasillo me dio una contracción, tuve que sujetarme en la pared. Abrieron enseguida la puerta del triaje y me llevaron a paritorio en silla de ruedas por pasillos vacíos. Ya en paritorio me exploraron y me dijeron que estaba ya dilatada ¡o más! Entiendo que ya estaría al menos de 5 ó 6. Que iba a ser muy rápido. Les di mi plan de parto, les comenté algunas cosas importantes para mí (lo llevaba subrayado en fosforito) sobre precalostro congelado que llevaba por lo que pudiera pasar, etc. y me dijeron que fuera entrando a paritorio y que se lo leerían. Al entrar al paritorio me eché a llorar. Me preguntaron si era por los dolores; no, no era por los dolores. En el plan de parto pedí que el padre pudiera ver mediante videollamada el expulsivo. Insistí en ello y dijeron que no me preocupara. Me ofrecieron cambiarme los guantes de fregar por los azules y me los cambié, pero pronto me di cuenta de que los estaba mordiendo y me los quité. La mascarilla no sé en qué momento la perdí. Estuve 7 horas y me fueron haciendo tactos cada 2-3 horas, algunos los pedí yo, pero no avanzaba porque había una burbuja de agua delante de la cabeza de la niña. Estuve en posturas imposibles, lo que me pedía el cuerpo: de rodillas en la cama, de pie, de cuclillas, de rodillas sobre una almohada en el suelo utilizando la cama para hacer fuerza para estirarme (notaba como se abrían las caderas) ... y casi siempre había alguien del equipo tirado conmigo en el suelo, en una postura más rara aún qué la mía, para sujetar los monitores y ayudarme en lo posible. Las vocalizaciones me vinieron bien, pero en las contracciones más dolorosas, cara sobre colchón, respiración profunda y poner la atención en como pasaba el aire por la nariz es lo que más me ayudaba. Una matrona me preguntaba de vez en cuando que qué quería hacer, supongo que por ver si quería epidural pero sin mencionarla. Viendo que no me apeaba del burro, a las 7 me dijeron que no avanzaba (en todos los tantos seguía de 7-8 cm) y que se podía probar con epidural, a ver si terminaba de dilatar, o romper la bolsa. A las 4:30 se había fisurado pero la burbuja seguía. Desde entonces ya sentía ganas de empujar. Ya me habían pedido que me quitara los pendientes, esto iba en serio. Según rompieron, me puse en completa al momento y me dijeron que empujara. Estaba en posición de litotomía para pinchar la bolsa y no tenía apoyo de los pies, así que me puse a chillar como una loca y a decir que no podía. Me dijeron que era mejor no chillar para hacer más fuerza y sacaron estribos y asas para agarrarme. 1er pujo, coroné (sentí el anillo de fuego) 2do pujo, noté que salían los hombritos, y en el 3°, terminó de salir y me pusieron a mi hija sobre mí. No hubo videollamada, las circunstancias no lo permitieron, es lo que más pena me da. El padre se pasó toda la noche con los inventos preparados para verlo y grabarlo. Respetaron en todo momento lo fundamental de mi plan de parto y me trataron con mucho cariño. Me enseñaron el cordón blanco antes de cortarlo :) Ni un punto, ni un desgarro, estoy perfecta. Nació a las 7:18. Media ahora después ya estaba mi hija enganchada al pecho. El personal me felicitó por mi trabajo de parto. Sobre las 11 pedí el alta voluntaria. La gine me la dio pero el pediatra no, que tenía que quedarme 24h, que podía llamar al juez porque la niña era una ciudadana con derechos... Me quedé. Le entiendo, soy profe, charlas de esas también he echado yo, pero en estas circunstancias no tocaba. En fin... Después de comer me trasladaron a un paritorio habilitado como habitación porque había que dejar el otro paritorio libre y estuve con otra mamá y su bebé hasta la noche, que ya les dieron el alta. Había biombos de separación y cada una teníamos nuestro cambiador. Los padres u otro acompañante podían estar presentes en el parto, pero en la habitación había horario de visita por ese único acompañante. Ni esa mamá ni yo íbamos a tener visita. En la habitación tenía que estar con mascarilla aunque al final nos la quitamos y no se podía salir al pasillo sin ella. Todo el personal la llevaba puesta. Ya mismo o en breve funcionará de nuevo la planta de obstetricia y supongo que no habrá necesidad de compartir habitación. Le hicieron las pruebas auditivas para el alta voluntaria (antes de que me amenazara el pediatra) pero se movió un casquito y un oído salió mal. Al día siguiente se lo repitieron y bien. A las 48 h tuvimos que volver al hospital para que le hicieran la prueba del talón, pero ya estábamos los cuatro juntos. Me pasé meses dándole vueltas a ver qué hospital elegir donde me permitieran estar con la peque en el ingreso. Se pasó todas las noches del embarazo enganchada al pecho y durmiendo fatal. Esas dos noches durmió del tirón ella solita. A veces nos preocupamos más de lo necesario... Solo tengo palabras de agradecimiento para todo el equipo y, a pesar de las circunstancias, guardo un recuerdo bonito. Quiero dar las gracias especialmente a Sergio, que me iba trayendo lo que disponía el hospital para aliviar: cojín de aire, silla de partos, gas (al principio hacía algo, después era más estorbo que otra cosa), almohadas... y estuvo tirado mientras me sujetaba los monitores, a otra de las matronas que también me acompañó en el suelo y me apretaba el coxis para mitigar el dolor (iban todos con mascarilla y no les reconocía bien) y a María, que me dio tranquilidad y confianza en los momentos más duros