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Relato de parto en institución

"Mirar hacia atrás para recordar los momentos previos al nacimiento de nuestro primer hijo, provoca todavía una sensación de misterio en mi interior. Desde el primer momento supimos que queríamos que el proceso fuese lo más natural posible. Asistí a rondas de gestantes, escuché recomendaciones, videos, leí libros sobre "Cómo recibimos a los recién nacidos"... tuve varios encuentros con una mujer que me invitaba a cantarle al pequeño Ser y a conectar con mi propio cuerpo. Ha sido un gran trabajo de apertura hacia la sabiduría de otras mujeres y hombres que vivieron ricas experiencias antes que nosotros. Asimismo presentamos un Plan de Parto Respetado en la Maternidad pública, para que tuvieren un marco de referencia para recibirnos apropiadamente. Cuando fui, me dieron permiso para recorrer las salas del lugar, conocer el ingreso para mi y mi compañero llegado el gran momento. Fue importante para derribar preconceptos mentales. Para enfrentar con la realidad concreta todo tipo de miedo que pudiese agazaparse para saltar en el momento menos oportuno. Realmente no era tan grave como lo había imaginado: habían algunas pinturas en la pared con imágenes de mujeres amamantando...las salas tenían colores crema, ni extraordinario ni aterrador... de todos modos, quisimos darnos la oportunidad de soñar también el nacimiento en casa, como solía ser hace solo unas décadas. Consultamos con parteras, mujeres que habían tenido esa experiencia y nos dimos cuenta que si sucedía de ese modo íbamos a tener que vivir algunas situaciones desagradables a la hora de inscribirlo en el Registro Civil. Sumado a que quizás no tendríamos a una partera cerca para la fecha estimada, hicimos lo que estuvo a nuestro alcance para estar preparados solamente. Algo que me transmitió una gran amiga del alma es que no hay que cerrarse a las distintas posibilidades. Que si nos encerramos en una sola idea, es muy probable que carguemos con mucha presión mental. Era preferible que estuviesemos perceptivos a lo que el bebé nos fuera transmitiendo y a la situación en sí. También me dijo que el proceso previo, es decir, el trabajo de parto, suele ser largo... y si todo salía bien como para vivirlo en casa y a mi manera, luego el desenlace podría ser en la Maternidad sin ningún problema. De hecho, así fue. Un buen día, traté de levantarme de la cama y sentí que el cuerpo realmente me pesaba y apenas podía moverme. Me dije a mi misma que de ese modo no iba a ser posible parir a mi hijo de forma orgánica y sana. Había aumentado mucho de peso en los últimos meses y mi madre, que llegó para darme ayuda, tomó la decisión de hacer todas mis tareas a fin de que yo no corriera riesgos. Si bien estoy agradecida con ella, debo admitir que no es lo mejor. Al menos no lo fue para mi. Sin embargo, pude verlo a tiempo y decidí comenzar a caminar todos los días para recuperar el aliento y transpirar un poco. Fue una hermosa decisión, ya que no solamente mejoró mi sistema car diorespiratorio, sino mi ánimo en general. Sentía una fuerza interior positiva. Hasta que llegó el día en que además de caminar, tuve un impulso muy profundo y espontáneo... sentía ganas de bailar. Por lo que comencé a hacer algunos movimientos de danza afro, que había aprendido unos años atrás. Me hizo transpirar y respirar de forma tal que supe que estaba practicando para el momento del nacimiento del bebé. Pura inspiración natural. A todo esto, ya estaba por la semana 37 y medio de gestación. Al día siguiente, sentí la caída de un líquido que evidentemente no había sentido antes. Liquido amniótico. Sentí la cercanía de su llegada, estaba contenta. Mi compañero se mostró inconforme por el hecho de que todavía no estábamos cerca de la Fecha posible de parto. De todos modos, dejó ir ese estado y estuvo atento a todo lo que emergía. Estuve ese día y los sucesivos, sintiendo leves contracciones... por la noche se hacían más fuertes y también el líquido amniótico siguió cayendo de a poco. Me explicó una partera que hubo una pequeña fisura en la bolsa y que no me apurara, ya que ese líquido sigue reponiendose solo. También en esa semana tenía pendiente una ecografia. Asistí y la mujer que la realizó se mostró muy amable, me dijo que el pequeño estaba listo para nacer. Estaba pensando 3 kilos y 300 gramos aprox. Esa información, por superficial que parezca, me dio aún más fuerza para seguir el ritmo que marcaba mi intuición. La FPP era para el 17/11 y estábamos a 02/11... Ese mismo día, de "casualidad" me encontré con una mujer vecina que me contó cómo fue su experiencia de parto. Me dio muchas recomendaciones que me sirvieron mucho. Ella me sugirió que la respiración la llevara para adentro. Que no lleve la energía hacia afuera con sonidos y tal. Sino que concentre el aire y lo lleve por el vientre y hacia abajo, en silencio. Fue muy efectivo. Al día siguiente, cuando las contracciones fueron más fuertes y más seguidas, estaba recostada, sintiendo la luz de una hermosa tarde de sol y mientras una hermana-amiga me acercaba mates y hablaba muy bajito, yo sentía un cierto placer nuevo en habitar ese momento desde el estado presente y jugando con la intensidad del aire. Cuanto más aire llevaba hacia el vientre, más fuego sentía que se iba encendiendo. En mi mente comenzaron a aparecer pensamientos y reflexiones muy elevados. No los recuerdo con claridad pero sí sentía que ese flujo que me atravesaba venía de una Sabiduría Común. Era como una danza con el "dolor". Iba aumentando la intensidad y bajando, como las olas del mar. Aunque más bien sentía los movimientos del vientre como un sismo. Como un temblor que hace que la estructura del cuerpo vaya cediendo y abriéndose. Cuando se iban, volvían los mensajes y las emociones sutiles y agradables. Luego mi amiga se retiró y comenzó a caer la noche. Una hermosa mujer, profe de yoga pre-natal, nos asistió a partir de las 12 de la noche, cuando ya estábamos solo mi compañero y yo y el bebé por nacer. Ella hacía masajes sobre mi espalda y me sostenía los brazos cuando necesitaba estirar lo más posible la espalda. También, al ser conocedora del proceso, estaba alerta para avisarnos cuándo era tiempo de ir a la Maternidad. La casa para ese entonces estaba bastante desordenada. Habíamos conseguido que nos prestaran un kit que incluía silla de parto, pelota de goma, pileta para partos también. Había usado la pelota y la silla para ese entonces. Llegadas las 6:30 am, en grupo llegó el sentir de que era suficiente. Había estado debajo de la ducha con agua caliente, diciéndome a mí misma que podía hacerlo, que ya no era una "nena chiquita" (esas palabras las sentía con la voz de mi mamá). De hecho me había animado a hacer un tacto del canal vaginal para detectar cómo iba todo por ahí. Me sorprendí mucho al sentir el área floja, con "vueltas" (no era un tubo recto como lo imaginaba) y al fondo toqué la cabeza del bebé. Fue revelador. Mi compañero me animó a que nos prepararámos para ir hacia la Maternidad. Me levanté y comenzaron las contracciones más fuertes e incontrolables que había sentido hasta allí. Rápidamente encendieron el auto, agarraron los bolsos y salimos. Ellos constantemente me repetían que lo estaba haciendo muy bien. Llegamos: silla de ruedas, sala de control, datos, camillas, miradas, manos y voces trabajabando al compás de un bebé que hacía fuerza para salir. Sala de parto, ingresa mi compañero, son como 4 o 5 mujeres las obstetras. Él les dice que este es un Parto Respetado y que no practiquen la episiotomia. Todos los pensamientos en mi interior eran de agradecimiento y me sentía hiper-sensible. Trataba de escuchar a la mujer mayor, que me animaba desde la izquierda con alientos cuál si fuera un hincha desde la tribuna. Él me decía que estaba muy bien, que iba evolucionando perfectamente. La mujer que estaba de frente al "portal", llevaba anteojos y tenía una tenacidad en su voz, que realmente daba fuerza. Cada persona allí presente, desde su lugar gritaba y alentaba. Fue un arduo trabajo, sin intervención más que de la voces y las manos. Ningún instrumento quirúrgico. Salió él, radiante, con una cremosidad blanca, con su cabeza bien redondita. Fue bellisimo. Me lo entregaron y lo sostuve en mis manos durante algunos minutos o quizás segundos, apenas llorisqueó. El éxtasis seguía en el aire. El primerizo papá se fue con la enfermera que lo iba a revisar y vestir. Yo sentía tanto cansancio que solamente quería permanecer allí, en la camilla. La placenta salió bien seguida al bebé y fue un alivio total; calentita, húmeda. Me hicieron algunos puntos (4 internos y 1 externo), por un corte que se produjo de forma natural. Me guardaron la placenta y me prepararon para la sala de pos-parto. A partir de allí, fue bastante raro el hecho de sentir que lo tenía que esperar acostada, en la sala de pos-parto, mientras lo revisaban. Me hubiese gustado tenerlo conmigo antes. Por más que sean unos pocos minutos, quizás 15 o 20, no lo sé perfectamente, a mi me ha quedado una cierta sensación agridulce. Sin embargo, fue nuestra decisión ir hacia la institución, así que doy gracias por la atención y toda la información que nos brindaron durante la lactancia y a la hora de volver a casa. El misterio de cómo se iba a dar el siguiente paso, se iba revelando de forma muy bella, sólo con poner cierta voluntad en seguir esa corriente de vida que se abría paso con mucha fuerza, avanzábamos. Por eso, debo admitir que la Fe en un Ser que nos guía y protege, ha aumentado plenamente a partir de toda esta experiencia que les narro."