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Relato de parto en casa. Gavá, Barcelona

Relato de parto en casa. Gavá, Barcelona. Segundo parto después de parto vaginal inducido en semana 42 sin motivo justificado.

Tenía planificado el parto en casa con el equipo de comadronas de M. con mi marido y mi prima. Era lunes 12 de octubre, estaba de 40+2, justo ese fin de semana (10,11,12) mi prima no estaba, así que le dije a Daniel que no podía nacer aún, y cuando hablé con ella para preguntarle qué día regresaba y me dijo que ese mismo lunes, le dije a mi hijo que cuando quisiera ya podía salir.

Me encontraba muy bien, activa y sin molestias. Fuimos a comer a casa de mis padres y le dije a mi madre que Daniel ya no iba a tardar en llegar, tenía el presentimiento que ese día me ponía de parto. Por la noche me metí en la cama con mi hija hasta que se quedó dormida y luego me puse a ver la tele balanceándome en la pelota de pilates. Sobre las 23h empecé a tener contracciones muy flojitas y muy espaciadas, ya había tenido en días anteriores y a las horas habían parado, ese día sabía que no. Me fui a dormir y sobre las 2 de la mañana me desperté con más contracciones, esta vez eran un poquito más intensas, volví a quedarme dormida y sobre las 3 y algo me desperté mojada, había roto aguas, tenía el pijama empapado, se lo dije a mi marido y llamamos a M., el líquido era transparente así que todo iba bien, me dijeron que intentase descansar y ante cualquier duda volviese a llamarles, por la mañana me llamarían para ver cómo iba y sobre mediodía las comadronas llegarían.

Pude dormir a intervalos hasta las 8 de la mañana, las contracciones eran espaciadas pero el dolor iba aumentando. Decidí enviarle un mensaje a mi prima para que llegara a tiempo a casa. Llegó al rato y mi marido llevó a nuestra hija y al perro a casa de mis padres. Decidí meterme otra vez en la cama para descansar, dormí un poco más. Eran las 11 de la mañana. Hablé con las comadronas varias veces, las aguas seguían siendo claras y también sangraba un poco, todo iba bien. Sobre las 12 y algo las contracciones empezaron a ser muy intensas y me metí en la ducha para aliviar un poco el dolor, concentraba el chorro de agua caliente sobre todo en la zona de los riñones y los ovarios, el dolor era intenso, muy intenso. Las comadronas ya venían de camino.

Salí de la ducha porque las contracciones habían pasado a ser unas ganas de pujar inmensas y decidí quedarme en el baño, mi marido me dijo «pero no han llegado aún», me hizo reír, le dije que eso a Daniel no le importaba, él quería salir y yo tenía ganas de pujar, así que me trajeron empapadores y una almohada, me puse a 4 patas y dejé que mi cuerpo dictara, a intervalos apoyaba la cabeza en la almohada que había dejado colocada encima del bidé. C. hablaba con mi marido por teléfono y le dijo que estaba llegando, cuando me oyó gritar al otro lado del teléfono no daba crédito porque reconocía esos gritos, ya no estaba dilatando, ella sabía que estaba en la fase de expulsivo. Mi marido se fue a la cocina porque le eché del baño, no paraba de hablar por los nervios y para que que yo estuviera bien, pero no me dejaba concentrarme, así que me quedé a solas con mi prima, me frotaba la espalda cuando yo se le pedía y yo a veces le apretaba el muslo (pobre ).

Al poco noté el aro de fuego, lo reconocí al acordarme de mi primer parto, le dije a mi prima que ya estaba a punto, y de repente salió la cabeza de Daniel, mi prima le gritó a mi marido que viniese, que ya había salido la cabeza, mi marido no podía creérselo al siguiente pujo salió su cuerpo, mi marido lo cogió por detrás y me lo dio, me senté y le apoyé en mi pecho, le miré, me enamoré otra vez a primera vista tal y como me sucedió con mi primera hija, estaba tan serena y relajada, me preguntaron qué podían hacer y les pedí toallas para cubrirle y justo llegó C.! No podía creerse que todo hubiese sucedido tan rápido y no hubiese podido presenciar el parto!

Me levantaron y nos trasladamos a la cama, me cubrieron con mantas y al momento llegaron C. y M.. Tardé más en alumbrar la placenta (unas dos horas) que en dar a luz a Daniel. Fue rápido y fácil, no nos dio tiempo de preparar la piscina de partos, me he quedado con las ganas de usarla.

Durante todo el proceso estuve tranquila, sabía que iba a salir bien, que yo podía hacerlo y no necesitaba «ayuda» de nadie. Sabía que estaba hecha para parir. Y así fue. Dos meses después sigo en una nube. Dar a luz en casa ha sido lo mejor que podía haber hecho, tranquila, relajada y empoderada, en un sitio amigable y conocido, mi casa. No en una sala de partos de hospital fría y desangelada como en mi primer parto.

La recuperación fue rápida y sin complicaciones, una semana después ya volvía a hacer vida normal. El acompañamiento durante el embarazo y el postparto por parte de las comadronas de M. ha sido de 10, repetiría con ellas 1000 veces. Son todas un amor, te escuchan y te resuelven cualquier duda que tengas por tonta que sea, y sobre todo son un gran apoyo moral. Fue una experiencia maravillosa y no puedo evitar sonreír cada vez que lo recuerdo