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Parto prematuro Argentina

El sábado a las 05:26 hs ingresé en la guardia del Sanatorio acompañada de mi pareja. Elegimos este sanatorio para urgencia porque mi ginecóloga me recomendó que ante cualquier signo de parto (contracciones fuertes, sangrado, fiebre, taquicardia, etc) me dirija a esa institución porque tengo ahí mi historia clínica desde el cerclaje. Tenía contracciones cada un minuto y dolores intensos. Una vez que ingresé, nos atendió la partera de guardia. Me preguntó en qué semana estoy, y lo que me sucedió; a lo que respondí, que estaba de 25 semanas + 3 días y que me habían realizado un cerclaje en la semana 19+3, que provenía de una inseminación, di el nombre de mi doctora.

Ella intentó comunicarse varias veces al igual que nosotras, sin éxito. La partera fue a buscar y a llamar a la ginecóloga de guardia, volvió a la sala de preparto con la Neonatóloga de guardia. Desde ese momento ella nos dijo que no había probabilidad de vida para mi bebé por su edad gestacional. A todo esto, la partera seguía intentando comunicarse con mi doctora y la ginecóloga de guardia (ya que era una guardia pasiva). Al pasar los minutos, el dolor de las contracciones era demasiado fuerte y comencé con sangrado. Cuando me trasladan a la sala de parto se presenta la ginecóloga de guardia acompañada de la neonatóloga y la partera, estábamos las cuatro solas.

A mi pareja, le dijeron que se dirija a administración para hacer el ingreso. Fue en ese momento, donde el dolor era persistente y donde no podía controlar mi cuerpo. La neonatóloga me dijo que elija una vez que mi bebé esté porque no era viable su vida:

1°) que la acompañe en mi pecho hasta que se corte;

2°) que le pongan un casco de oxígeno y la tapen, a eso, ellos le llaman “confort”. En medio del dolor y la confusión, yo pedí por mi pareja, pero la partera me dijo que la mandaron a hacer el ingreso y es ahí donde la ginecóloga, mientras me hacía tacto dijo que no tenía cuello (del útero) y con sus dedos me rompió la bolsa, el líquido amniótico salió de mi cuerpo y la doctora, sin decirme lo que estaba haciendo, sin dirigirme la palabra me metió la mano de golpe (yo grite del dolor) e indicó que la bebé estaba de cola y que yo debía pujar en las contracciones porque ya estaba saliendo, cada vez que yo pujaba sentía que ella jalaba algo (mi bebé) desde adentro hacia afuera, a lo cual pujé y pujé porque ya no tenía más opciones, no podía dominar ninguna parte de mi cuerpo pero , a su vez, sentía mucho dolor y la sensación de que algo me rasguñaba desde dentro. Hasta que sentí que se resbalo su mano y dijo que se atravesó, que su brazo estaba afuera. La partera salió y buscó al anestesista.

Era evidente que estábamos en una situación de urgencia, lo estábamos desde el momento que llegué e indiqué mi situación, pero por más urgencia tenían el tiempo necesario para realizar una cesárea y evitarme el dolor físico, no me dejaron decidir sobre el futuro de mi hija ya que me privaron de hablar con mi pareja en ese momento y por ende de lo que sucedería en el siguiente paso.

Quedé absolutamente sola, con dolor, sin mi pareja, con miedo porque mi hija no tenía probabilidad de vida, además porque lo siguiente era nada más y nada menos que un procedimiento quirúrgico, invasivo, de urgencia… Una persona me ayudó a pasarme a la camilla, me llevaron al quirófano y el anestesista me pidió que no haga fuerzas para que me pueda inyectar la anestesia en la espalda y le dije “¡tengo contracciones, yo no pongo duro a propósito! Espera a que se pase la contracción” cuando me acostaron le cuestioné a la ginecóloga “¿por qué me rompió ella la bolsa?, ¡si yo tenía que ingresar a cesárea directamente!” (jamás me respondió ni me miró). Fue en ese momento que pude ver en la puerta a mi pareja y le grite que “la bebé no sobreviviría” y luego le cerraron la puerta en la cara.

El anestesista me preguntó si quería podía pedir dormir un rato hasta que terminen, le dije que “estaba bien, que quería estar consciente”. Recuerdo que la neonatóloga me mostró a mi bebé envuelta en un plástico y me dijo “¿qué hacemos?” y con su cabeza me dio a entender que no había posibilidades para ella, moviendo su cabeza de lado a lado y es ahí donde me despedí de mi hija, con las fuerzas que me quedaban pude con mi índice tocar su mejilla y ella, con su boca, hizo como un pez fuera del agua, tratando de respirar. Es ahí donde todo acabaría para mi, no pude llorar, ni hablarle, sólo escuché un hombre hablar con la ginecóloga y el ruido de la aspiración que me estaban realizado, supongo que era el lavaje porque mi bebé defecó en mi panza. Es ahí donde le pedí al anestesista que me durmiera…

En el momento que logro despertar, aún con la confusión de la anestesia y de saber que mi hija no sobrevivió, me estaban trasladando en la camilla a la habitación, crucé con mi pareja en el pasillo y me dijo que ya iría a la habitación. Cuando la enfermera me estaba ayudando con las vías, mi pareja me dijo que nuestra bebé estaba en Neonatología, ¡viva! Desde la cesárea hasta el lunes a media mañana ningún médico fue a darme el parte de la cesárea ni a hablarme sobre la situación de mi hija, sumado a que el día domingo al mediodía el/la doctor/a que estuvo de guardia no se acercó a la habitación olvidándose también del pedido para mi almuerzo.

Ese mismo domingo, por la tarde decido escribirle a mi doctora, para contarle lo que me sucedió en el parto, en la cesárea y me dijo que se llegaría en el día. Cuando ella llegó, charlamos sobre lo que nos pasó y nos dijo que haríamos el reclamo, se puso en contacto con el doctor G. Más tarde, él ingresó a la habitación acompañado con la neonatóloga y hablamos sobre lo sucedido, cuando intenté contarle sobre los malos tratos, me interrumpía, y me dijo que yo estaba susceptible por la situación, por lo que implica un parto de urgencia y más por ser primeriza. Lo único que pude responder es que no debo conocer los procedimientos de urgencia porque soy paciente pero sí puedo diferenciar la empatía y la humanidad sobre los malos tratos.

Nos dejó un papel para firmar como requisito de la internación de mi hija, “INTERRUPCION DE EMBARAZO EN EDADES GESTACIONALES DEL RECIEN NACIDO POR DEBAJO DEL LIMITE DE VIABILIDAD 22.1 A 24.6 SEMANAS ADECUACION DEL ESFUERZO TERAPEUTICO NEONATAL”. Aún sabiendo que mi hija nació con 25.3 semanas (fuera del rango que ellos indican, nos dijeron el que el 95% de nacimientos de esas edades no eran viables en Tucumán).

A todo esto, ese mismo domingo hablamos con la auditora de Osde