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Parto en Hospital Universitario de Fuenlabrada

Desde que fui a monitores el 3 de enero en el centro de especialidades El Arroyo de Fuenlabrada, tenía fecha para la inducción. No creo que por el tacto (ahora sé que innecesario) que me hicieron y la eco supieran que acabaría así casi seguro, o es lo que hacen siempre, pero insistieron mucho en explicarme cómo sería provocar el parto, sus efectos, sus fases... y yo no pude más que llorar en la consulta porque mi ilusión es que todo fuese lo más natural, menos intervenido y más respetado posible. Me consolaron diciendo que quedaban muchos días y seguramente me pondría de parto sola...

Los siguientes días expulsé partes del tapón y tuve algunas contracciones fuertes que me hacían pensar que podía ser verdad y que no iba a perderme vivir un momento tan mágico como ponerte de parto de manera natural.

Pero resulta que no llegó ese momento mágico antes, y ya estábamos a día 8, el día en el que tenía que ingresar en el hospital. Cumplía 41+3 y aunque sabía que las inducciones son partos más largos y que mi hijo nacería el día 9 seguramente, aún faltarían 3 días para cumplir la semana 42, y no entendía por qué no se aseguraban de que mi bebé estaba bien y esperábamos un poco más. Obvio que si corría algún peligro soy la primera que querría la inducción o lo que hiciese falta.

Tenía que ingresar a las 5 de la tarde y a las 12 de la mañana pedí cita con mi matrona del centro de salud, que había vuelto de vacaciones justo a tiempo.
Le comenté mis inquietudes y me confirmó algo que ya sospechaba. Provocarlo en esa fecha era un protocolo, pero era necesario puesto que no tenían medios suficientes para asegurar que el bebé estuviese perfecto cada día extra que esperásemos, aunque lo ideal sería eso. Me dolió que fuese solo por motivos de “medios” de la SS pero a la vez agradecí su sinceridad. Me relajó mucho y me dio consejos y fuerzas, y con eso me sentí más preparada, y estábamos súper contentos de ir para el hospital a por nuestro pequeño.
Más adelante descubrí (informándome después del parto en redes sociales) que estaba en mi derecho de haberme negado a la inducción, y que eso implica que están OBLIGADOS a revisarte mínimo cada 48h, pero se jugó la carta del miedo a que pasase algo horrible y fuera por una decisión mía, y ante eso y el no saber... pues te pones en sus manos.


A las 5 de la tarde llegué al hospital, donde estaban mi madre y mi hermana, para darme un beso antes de pasar, ya que no sabíamos si después durante la dilatación me dejarían salir o ya no me volverían a ver hasta después del parto.

Cuando nos llamaron, entramos a la zona de urgencias de ginecología, donde nos colocaron en un box y todo el personal era súper cariñoso con nosotros, se presentaban y nos decían hasta que hora duraba su turno. Me pusieron monitores un segundito, me midieron las constantes (temperatura, tensión...) y después de un ratito vinieron para llevarnos a paritorios directamente, por lo que ya no podía salir a ver a mi familia, y pensé que la próxima vez que les viera sería convertida en mamá, con mi bebé en brazos.

Resulta, aunque cuando visité el hospital en las clases preparto no me di cuenta de eso, que las salas de dilatación están dentro de la zona de quirófano de paritorios. Allí nos dieron una habitación individual muy cómoda con baño privado y hasta tv.

Para empezar, 20min de monitores y un primer tacto, no tenía el cuello borrado ni un 20%, me dijeron que estaba muy verde la cosa, y me pusieron una dosis de pastillas de prostaglandinas y tuve que estar otras 2 horas tumbada y con los monitores puestos, luego tendría una hora “libre” sin monitores para levantarme, ir al baño, estar en la pelota de pilates o lo que quisiese.

Se nos pasó volando hablando y disfrutando del momento, estábamos emocionadisimos y aprovechamos también para ir contando a la familia como iba la cosa. En el rato libre me trajeron algo para cenar ya que durante esas dos horas anteriores me dijeron que no podía ni comer ni beber.

Después vino la segunda dosis de prostaglandinas sobre las 22:30 de la noche, de momento ningún dolor, el monitor iba registrando algunas contracciones pero yo no las notaba mucho, solo que la tripa se me ponía muy dura.

En las siguientes 2 horas sin poder moverme noté como si saliese algo de líquido, no había roto aguas como tal pero me explicaron que debía tener una fisura por estas primeras contracciones en la parte más alta, no cerca del canal de parto, y que por eso soltaba de vez en cuando. Como la dilatación no avanzaba por lo que vieron en otro tacto, aprovecharon ese momento para indicarme que lo mejor era romper la bolsa y así animar un poco la cosa...

He de decir que todas las matronas, auxiliares y demás personal seguía siendo súper amable y que ya habíamos vivido un cambio de turno pero todas las personas nuevas que me atendían se presentaban, nos decían su puesto y su nombre y nos decían hasta qué hora estaban de turno y eso la verdad es de agradecer.

Estar de pie en el siguiente rato libre me ayudó mucho, ya que estaba empezando a sentir las contracciones con bastante intensidad, y menuda diferencia vivirlas tumbada que de pie, pudiendo moverme y poner las posturas que me pedía el cuerpo.

A las 5 de la mañana ya no hubo más dosis de prostaglandinas, me pusieron oxitocina directamente y me hablaron de que las contracciones estaban siendo muy intensas y lo iban a ser aún más y mi cuerpo no estaba tan “preparado” como cuando es un parto desencadenado de manera natural y todo es más progresivo, y que si quería la epidural en algún momento la pidiese, y les dije que de momento quería ver qué tal aguantaba.

A las 6 de la mañana y después de todos los medicamentos y otro tacto, me dijeron que aún tenía el cuello a un 80% aprox. y unos 2cm de dilatación.

Las contracciones con la oxitocina se hicieron súper fuertes y yo estaba ya muy cansada después de más de 12h allí, así que decidí pedir la epidural después de asegurarme de que la dosis podía controlarse para que fuese lo más baja posible y quitar el dolor pero poder seguir moviéndome. Una vez que me la pusieron ya no podría ponerme más veces de pie y tendría monitorización constante, así que aproveché para ir al baño por mi propio pie una última vez.

A partir de las 7 de la mañana tuve algunas contracciones bastante fuertes y largas, que soporte bien gracias a que la epidural empezó a hacer efecto, pero al bebe le estaban molestando mucho.

Le bajaban las pulsaciones y teníamos que probar a colocarme en diferentes posturas y controlar mucho la respiración para que se mantuviese estable, si no, habría que hacerle la prueba del ph (raspar su cabecita y coger una muestra para analizar sus reservas de oxígeno y ver si esta todo bien).

Para que a él no le volviese a bajar el pulso, debía mantenerme tumbada de lado en una posición concreta, si me movía un poquito bajaban, así que tenía que mantenerme así y cuando mi cuerpo se cansaba mucho girar como una croqueta hacia el otro lado. Lo "bueno" es que no tenía las piernas dormidas, solo un poco la izquierda, y podía cambiar de posición rápido en cuanto veíamos que Dylan lo empezaba a pasar mal.

Para controlar mejor las contracciones me pusieron el monitor vía interna, ya que, aunque tuvieron que parar la oxitocina por las contracciones que molestaban al bebe, mi cuerpo estaba entrando en dinámica y yo las tenía igualmente, pero la dilatación se estancó de nuevo.

Sobre las 10:30 me pusieron de nuevo la oxitocina y todo estaba estable, la epidural me había hecho efecto solo en el lado izquierdo pero podía ir aguantando y casi lo prefería porque me daba pena tener que habérmela puesto, me acuerdo que le dije a mi marido que así sentiría aunque fuese “medio parto”.

En la siguiente exploración una hora más tarde, ya tenía el cuello borrado por completo y estaba de 3cm y un poco más, sin llegar a 4.

De nuevo nos pegamos un par de sustos con las pulsaciones del bebé, por lo que me quitaron la oxitocina de nuevo. En cuanto venía una contracción más fuerte de lo normal o me movía medio centimetro de la postura exacta, al pobrecito le bajaba el pulso, y por más que yo intentase controlarlo con mi respiración lenta y muy profunda, a veces no lo conseguía.

Estaba estable y mi cuerpo tenía contracciones por sí mismo, por lo que decidieron esperar a una última exploración antes de hacer la prueba del ph, si seguía con la misma dilatación más o menos, había que hacerla.

Estaba de 5cm, habíamos mejorado algo pero no lo suficiente, y nos pegamos otro susto con las pulsaciones, por lo que decidieron hacer la prueba...

Me la hicieron en el paritorio, me asustó que no dejasen pasar a mi marido, pero le veía desde lejos, con cara de preocupación pero tirándome besos y haciendo tonterías para que estuviese tranquila.

La verdad que lo que más me dolió fue la colocación del aparato que ponen para abrir y poder coger la muestra, y se me pasó un poco cuando me dijeron que estaban viendo que era muy morenito, que tenía melenaza oscura.

El resultado de la prueba fue muy positivo, que tranquilidad, no pude evitar llorar del alivio y de saber que mi niño estaba fuerte aún, y decidieron esperar a ver si continuaba dilatando por mi cuenta aunque fuese despacito.

A mi cada vez me dolían más las contracciones, y se me hacía aún más difícil soportarlas manteniendo la postura exacta que favorecía a mi niño, entre contracción y contracción de hecho me daban como tirones en las piernas por mantener esa posición y no poder moverme, pero debía aguantar para que él estuviese bien.

Avisé y me aumentaron la epidural, pero no funcionaba, no sentía que me hiciese ningún efecto y podía mover las piernas y todo como si no tuviese nada puesto, ojalá hubiese podido poderme de pie o en otra postura que me ayudase a sobrellevar el dolor de otra manera... así que al final por el catéter del cuello me pusieron otra analgesia diferente, esta sí me hizo más efecto, pero no duró mucho rato.

Despues de unas horas más de contracciones dolorosas, y de que todo lo que me ponian no hacía efecto... Me hicieron otro tacto más, no se cuantos llevaba ya, perdí la cuenta, y seguía estancada en 5cm. Empecé a tener fiebre, y tuvieron que venir muchas enfermeras, esta parte la recuerdo un poco caótica y dudosa, mucha gente a mi alrededor, poniéndome paños empapados en las articulaciones y frente, cada vez más fiebre y temblando todo el rato por el frío y el dolor y el miedo...

Me pusieron aún más analgesia de los anestesistas, pero de nuevo bajaron las pulsaciones del bebé y me dicen que tienen que repetir otra vez la prueba del ph.
Me sorprende el autocontrol de mi marido, a pesar de ver a la persona que tiene que analizar la muestra ir paseando tranquilamente al laboratorio como si no tuviese prisa... por dentro sé que quiere matarle.

Seguí con más temblores, se me fue por fin un poco el dolor y otro susto más por las pulsaciones bajas del bebé, el ginecólogo me dice que ya no esperamos más, vamos a ir cesárea de urgencia, y yo solo podía sentir alivio para que los dos tres dejásemos de sufrir.

Mi marido no puede pasar al principio, y entré bastante asustada. Nos dijeron que si hace falta algún cuidado especial para el bebé no podré hacer el piel con piel, y lo hará el papi mientras yo me recupero...
Intento no pensar en eso, quiero imaginarme que podré ver a mi bebé según salga, para mantenerme fuerte y positiva, y aguantar lo mejor posible lo que falta.

Me atan los brazos en cruz y durante la cesarea no siento dolor pero sí una especie de presión desagradable. No oigo llorar a mi hijo cuando lo sacan, y pregunto qué pasa y por qué no llora... y me dicen que no me preocupe que todo está bien, que le están limpiando un poquito... No entiendo nada pero por fin le oigo llorar, y puedo volver a respirar tranquila.
Por fin dejan entrar a mi marido y me divierte pensar que así vestido parece un doctor macizo de los de Anatomía de Grey.
Lloramos juntos de alegría cuando le oímos llorar y esperamos que lo traigan, estoy atada y me agobio porque me repiten muchas veces que si me mareo tengo que avisar rápido para que no se me caiga, y escuchamos cosas bonitas de su pelazo y que tiene los ojos de su padre.

Por fin después de unos minutos interminables me le ponen encima y me muero de amor y de lo guapo que es, pero aún me están terminando cosas de la cesárea y me presionan mucho para comprobar la contracción del útero, cosa que me hace un daño terrible pero tengo la cara de mi niño junto a la mía y aguanto respirando para no gritar y asustarle.

Huele al amor más verdadero del mundo, le doy besitos, cuando me doy cuenta de que puedo darle besitos, porque al principio solo le miraba y miraba para asegurarme de que estuviese bien, aún estamos flipando los dos.

Pregunto qué han tenido q hacerle y no me dan muchos detalles, en el informe de alta al irnos del hospital descubro que tuvieron que hacerle una reanimación tipo III.

Lo traen ya limpio, sin vernix... pero podemos hacer piel con piel enseguida. En reanimación se engancha a la teta, y a mi me duele todo pero me da igual, se ha enganchado nada más nacer! Todos dicen q es una súper suerte y yo lo sé, porque había leído que a veces es más difícil con cesárea.

No puedo parar de mirarle, y de mirar a mi marido, y de llorar de la emoción, y de mirarle otra vez... me mareo mucho, así que aviso a papá para que me ayude a sujetarlo mientras come y esté bien atento, me da miedo desmayarme y no poder sujetarle bien, pero poquito a poco se me va pasando.

Después de un rato, nos suben a planta, y ahí está nuestra familia, esperando en el pasillo, y me ven pasar en la cama con mi niño aún enganchado a la teti, y yo no puedo estar más orgullosa y agradecida, veo la cara de preocupación que tienen, pero también la alegría de ver con sus propios ojos que estamos bien y ya ha pasado todo.