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Parto en Casa Laietania

Fue mi primer embarazo. Me quedé embarazada mientras vivíamos en Nueva Zelanda, y sentí una necesidad imperiosa de volver hacia Europa. Dejé mi trabajo y nos instalamos en Pineda de Mar. Tuve un parto maravilloso. Cada vez que pienso en ello se me llena la barriga de felicidad.

Cuando reflexioné porque fue tan bien, algunas cosas vienen a la cabeza. La preparación fue clave. Información es poder. Las conseguí a través de lecturas (muchos libros!), de un grupo de embarazo. Participé en un grupo de embarazo, Espai M.M, con llamadas online que me ayudó muchísimo, y cuya coordinadora, N, fue un apoyo extraordinario a lo largo de las diferentes etapas para lograr poder ser elegible para parir en casa Laietania.

También pasamos mucho tiempo preparando el plan de parto hecho con mi pareja. Teníamos la misma información, la misma decisión para todos los escenarios, sentí que podía abandonarme completamente al proceso. Nos pagamos el lujo de ser acompañados por una doula, que hizo que en el momento sabía que que facilitaria los posibles problemas lingüísticos, ella estaría allí (mi pareja no es de España habla perfectamente el castellano pero con el cansancio quería estar segura). Hice el seguimiento del embarazo en el CAP. Desde el primer momento siempre abordé el parto con mucho miedo y mucho respeto. Los relatos - francamente horribles- de mi madre ya habían hecho su trabajo. Encontré la salida leyendo e informándome. Puedo decir sin lugar a dudas, que sin esta preparación no hubiera tenido el parto que tuve, que fue maravilloso. La información es poder, y de verdad agradezco a mí yo del pasado que no oyera los comentarios de mi entorno diciéndome que por mucho que leyera la cosa podía ir mal, y del otro lado que es un proceso natural, que parir es algo natural y que no hace falta tanto informarse.

En mi caso los problemas empezaron con la tercera ecografía, donde el bebé estaba en percentil 100 y había demasiado líquido amniótico. Había leído a Ibone Olza, y tenía muy claro que quería parir en una casa de parto, lejos de la medicalización excesiva que existe en los hospitales. Para parir en la casa de parto el bébé tenía que tener un percentil debajo de 97. Como había leído el libro de Laia Casadevalls, sabía que esas ecografías no son muy exactas, entonces decidimos hacer otra, y salió percentil 95, también no bebí nada antes de la eco, y el líquido salió normal. Estaba en el marco para poder parir en casa Laietania. La fecha (im)probable de parto era el 20 de enero.

Desde principios de Enero mi pareja y yo nos aislamos para protegernos del COVID (de nuevo la familia llamándonos exagerados, pero yo sabía que para tener el parto que quería no podía estar enferma (!)). No me preocupaba mucho, fuimos a caminar mucho, y empecé a tomar té de frambuesa. Tuvimos cita en casa Laietania donde vigilaron que todo estaba bien y me dieron aceites esenciales para hacer masajes, me mandaron a hacer 100 ranitas de ejercicio al día. También me dijeron de hacer cosas placenteras. Religiosamente hice mis ranitas (nunca tuve unas piernas así!), iba a pasear, y hacíamos cosas como ver pelis o comer cosas ricas. Hacia unas semanas que estaban mis suegros venidos de Nueva Zelanda, eso añadía la presión para mí marido de tener que entretener a sus padres y no poder estar al 100% en el proceso. Los mandó de viaje a Portugal cuando veíamos que los días pasaban.

Cuando llegamos a las 40 semanas empecé a asustarme ya que no había tenido ninguna contracción. Sabíamos que solo podíamos parir en la casa de nacimiento antes de las 42 semanas, y que después habría mucha presión para provocar, que sería difícil resistir ya que existen pocos datos sobre qué pasa después de la semana 42. Tuvimos cita en casa Laietania me indicaron la técnica del rebozo, y me dijeron de intentar no pensar demasiado. Fue difícil ya que teníamos que ir cada 2 días al hospital a hacer correas y control. Empecé a sacar la kalachnikov de inducción natural e hice de todo. Diez dátiles al día, té de frambuesa, ranitas, zumo de piña, mucho sexo, aceites esenciales, acupresiones. Mujeres de mi entorno que habían tenido que esperar me daban amorosamente consejos (el sexo era el que siempre volvía) me sentía muy bien acompañada. El 30 de Enero, tuvimos la última revisión con Casa Laietania, hicieron rebozo y también me hicieron la maniobra de Hamilton. M., la comadrona, fue super cariñosa y me dio una lección de lo que es el consentimiento informado. Volvimos a casa, el frigo estaba vacío pero dijimos, ah ya iremos mañana. Hice lo que me había recomendado una amiga mía, de ponerme de cuclillas y leer un cuento a mi bébé con un body que le había comprado. Esa noche también hice yoga con una música que otra amiga me envió, y lloré de agotamiento. Ya no podía más con esa espera. A media noche sentí como que tenía que ir a mear. Fui al baño y rompí las aguas. (Recordaré siempre la mirada de mi marido que me dijo ‘pero porque meas en el suelo?!). Llamamos a casa Laietania, que me puso una cita para el día siguiente. Mi marido y yo pegamos un grito casi animal de alivio. Íbamos a conocer a nuestro bébé. Si no había contracciones tendríamos que provocar, puse una compresa y me fui a dormir.

Al rato empezó la primera contracción dolorosa. Empecé a anotar cada vez que tenía una y cuánto duraba. Había puesto a mi marido a dormir, recordando que nos habían dicho que él tenía que descansar. Era el primer bebé, y sabíamos que era posible que la cosa fuera para rato. Ya venían las contracciones cada 15 minutos. Me levanté y bailé en mis contracciones como lo había visto hacer por una doula en Instagram (thenakeddoula), y hacía mis respiraciones de hipnoparto (4 dentro, 8 fuera). Puse música que me gustaba y así pasó la noche al ritmo de las contracciones. A las diez de la mañana estaban espaciadas de 7 minutos. Desperté a mi marido. Tenía que ducharse, comer, y poner las últimas cosas en la bolsa de hospital.

A las 12 llamé a mi doula para que viniera, estaban a 5 minutos de intervalo. La intensidad se hacía más fuerte y el tiempo entre cada una de ellas pasaba en un ‘pif paf’, rapidísimo. Empezaba a ponerme más agresiva con mi marido, pidiéndole que contará para mí las respiraciones, poniendo una mano en la espalda, debajo de la columna. Llamamos de nuevo a Casa Laietania, estaba con contracciones cada tres minutos desde hacía tres horas. Fuimos hacia el coche. Fueron unos cuarenta minutos super largos. Estábamos escuchando la 5a Sinfonía de Mahler después de haber visto Tár y me pareció la cosa más larga del mundo. Llegamos a Can Ruti. C. la comadrona nos dijo de esperar 5 minutos que tenían que limpiar el cuarto de parto. Unas cuantas contracciones en el pasillo, se me hace muy largo.

Entramos y me hace un tacto vaginal, estaba de 3 cm. Para ser ingresada hay que estar en parto activo de 5 cm. Intento no pensar que aún no estoy ahí, que tal vez no me guardan la plaza, y que me tocará mi Plan C, Can Ruti. Ya que Mataró era el plan B. C., me dice de ducharme unas horas con agua caliente. Voy a la ducha, está mi pareja. Me parece eterno, no consigo respirar. Al salir, después de lo que me parece otra eternidad, no hago bien la respiración y ahí sí que siento que me agobio. Las respiraciones del hipnoparto y moverme con la contracción me ha hecho aguantar hasta ahora. Salgo de la ducha completamente desnuda. Ya no me importa que estén más comadronas. Le pido la pelota de fitness a mi marido. Me pongo a cuatro patas y siento unas ganas de cagar tremendas. Intento levantarme para ir al baño, no puedo. Ahí estoy cagando.

Mi pareja va a buscar a la comadrona, ella se asombra de lo rápido que ha ido. Empiezan a llenar la bañera. Esa espera me parece otra eternidad. Una vez dentro el dolor se intensifica. Los tres minutos entre cada contracción se convierten en segundos para mí. Pero a mi, que me daba miedo poder aguantar físicamente, ya que no soy NADA deportista, o el dolor, ya que me pensaba delicada, aguanto. Me tiene de una mano mi pareja que me recuerda 'flopy face flopy fanny', que relaje la boca para que se relaje el canal del parto.

Estoy arropada por unas profesionales increíbles. Me dicen que lo estoy haciendo bien. Tengo M. que me hace un masaje en la espalda, I. que me pone agua caliente en la barriga, N. que me ventila. Me siento arropada por mujeres y segura. Empujo y empujo. Me pregunto cuando va a llegar el momento de desespero donde pediré la epidural, (y que mi marido me recordara nuestro plan de parto). No llega. En un momento siento el aro de fuego, recuerdo asombrarme de pensar que ya estoy en el expulsivo. El dolor es inmenso, quema, pero ya no hay vuelta atrás, voy a conocer a mi bebé. Me hacen sentir la cabeza, empujar, otra respiración, y a la próxima contracción sale el cuerpo. Oigo que hay una vuelta de cordón, lo desenredan. Me ponen encima a mi bebé, miro a mi marido para preguntarle el sexo. Y le doy la bienvenida a Théodore. Dejan que deje de latir el cordón para cortarlo.

Tengo que alumbrar la placenta. Ya no tengo fuerzas, me animan las comadronas y sale. Salgo de la bañera hacia la cama. Théodore se engancha a la teta enseguida . Tengo un desgarro. Un bébé de más de 4 kilos ha pasado por ahí. Me cosen y me dan gas para relajarme. Le pido a mi pareja que me ponga el reggaeton más cutre que tengo en el móvil para no oír lo que dicen que sino me voy a desmayar. Después de un rato me trasladan a un quirófano donde una cirujana me cose los puntos. Tengo un edema grande pero estoy feliz, le he podido dar a Théodore la llegada a este mundo más maravillosa que ni en mis mejores sueños hubiera imaginado.

Nos quedamos unos dos días más en el hospital ya que tuve un desgarre un poco grande, y nuestro bebé es muy grande. El trato en el hospital fue fenomenal también (¡y la comida!, para mi gran sorpresa también!). Una gratitud inmensa a esas tremendas profesionales para quien fue un día como otros de trabajo - que además no son pagadas como se merecen -, y que nos hicieron sentir tan especiales y nos cuidaron en ese momento vital tan extraordinario de nuestras vidas.

Sabemos parir y nuestros bebés saben nacer si se crean las condiciones. Ojalá todas las mujeres que lo quieran puedan tener un parto respetado y maravilloso como tuvimos.