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Parto de Sol. Nacimiento de Rebeca. Maternidad Acuario, Beniarbeig.

Creo que me dejo muchas cosas por contar, fue todo tan intenso que es imposible plasmarlo en palabras. Fue más que un parto, fue la medicina que curó la humillacion, el dolor moral y la amargura del nacimiento de Olga. Si yo he podido, todas podéis, os aseguro que no soy nada valiente y que aguanto muy mal el dolor pero cuando el ambiente en vez de ser hostil es tan cariñoso y acogedor, el dolor es solo dolor, y encima tiene recompensa."

Ahora que se han dormido mis dos hijas, tengo tiempo de contaros cómo di a luz a Rebeca en Acuario el 4 de octubre.

A la una y media de la madrugada sentí las primeras contracciones muy suaves y casi nada dolorosas, tanto que pensé que me había sentado mal la cena, pasaron varias antes de que me diera cuenta que estaba de parto. Durante varias horas pasé el rato entre contracciones haciendo solitarios en el ordenador y las contracciones encima de la pelota de dilatación, casi no me dolían, eran perfectamente soportables y mucho menos dolorosas que en el parto de mi hija Olga.

No quería ir demasiado pronto y me confié, cuando el intervalo entre contracciones era de 8 minutos, llamé a Acuario. Me atendió Cari que me dijo que en cualquier momento se podía parar o podía seguir para adelante, pero al estar a dos horas de camino me dijo que me fuera.

Desperté a mi marido a las 5 de la mañana, entre que se planchaba los pantalones (surrealista pero cierto) se duchaba, despertábamos a Olga, le dábamos un biberon de cereales... se nos hicieron las 6:15 cuando salimos hacia Acuario. Yo me había duchado y con el calorcito del agua, el intervalo entre contracciones pasó a ser de 3,5 minutos. Llamé de nuevo a Cari que me dijo que suponía que llegaría, que si no, parara en algún hospital, mi marido quería ir a Albacete pero me recorría un escalofrío por la espalda sólo de pensarlo, así que mi marido se transformó en Fernando Alonso y en hora y media llegamos a Acuario, a 60 km de alli por Benidorm yo ya tenia ganas de empujar y me iba aguantando las ganas. De vez en cuando no podía reprimir los gritos de dolor, no es la mejor postura para aguantar las contracciones estar sentada en el coche, pero me aguantaba porque asustaba a Olga. Pusimos el cd de los Lunis para que no se asustara y con esas canciones pasé las últimas contracciones. Aún así la ultima media hora mis gritos se debían oír a varios kilómetros.

Al llegar a Acuario y bajar del coche me dio una contracción que hizo que me apoyara gritando en la pared, alguien me acaricio la espalda y me dijo,"voy a avisar a la matrona". Era una enfermera a la que seguí dentro y la matrona (Cari) me dijo "¿aquí o en el paritorio?" le conteste que en el paritorio y entre gritos (soy muy gritona) la seguí. Allí sólo dio tiempo a quitarme los pantalones y las bragas, sentarme en la silla de partos y al decirme que llevaba toda la dilatación hecha, ponerme a empujar. Al monitorizarme y oir el latido de Rebeca me tranquilicé mucho, tenía miedo que pasara algo por haber estado tanto tiempo aguantando las ganas de empujar.

Mi obsesión era no desgarrarme, me daba miedo tener un desgarro de tercer grado, empuje varias veces, era muy desagradable sentir tanta presión no solo en la vulva también en el ano, ya no dolían las contracciones en el vientre pero la presión a veces se hacía dolorosa en el periné. Cari me dijo que no empujara, que soplara cuando ella me dijera para no desgarrarme, así lo hice . Mientras, yo gritaba lo que quería, le pedía que me la sacara ya, que me diera algo para el dolor, incluso en ese momento me arrepentí de no haber pedido la epidural. Parecía que me iba a partir en dos, me quería morir.

Marisol, la asistente del parto que estaba detrás de mí sujetándome me susurraba al oído "no grites, se te va la fuerza por la boca".Yo lloraba diciendo que no podía, que me la sacaran, y me decían "sí puedes, claro que te duele, estás pariendo". Para que empujara me dijo Cari que vendría Enrique y me la sacaría con una ventosa, dice mi marido que puse cara de susto y dije "no, no, no", "pues empuja" me dijo Cari. "No grites, que asustas a tu hija", mientras Olga me decía "Hola mamá" y yo le decía "no pasa nada cariño , es que le duele a mamá".

Cuatro veces me puso Cari el monitor y aunque no me lo dijo en ese momento, vio que bajaron los latidos de Rebeca y me dijo que empujara con fuerza, así lo hice, sin parar de empujar y de golpe salió Rebeca hasta la cintura, la cogí diciendo "ay, Rebeca", vi que tenía una vuelta de cordón alrededor del cuello y otra en el pecho por debajo de un brazo, creo que empujé otra vez y salió del todo, lloró un poco, la cogí como pude, porque estaba temblando.

Me desgarré pero fue por el bien de mi niña, llevaba mucho tiempo esperando para salir y además ya se ha curado, bueno hay un punto interno que me da problemillas, pero no más que la episiotomia de mi primer parto.

Me pasé temblando la hora siguiente, Rebeca nació a las 8:15 de la mañana, mi marido cortó el cordón cuando ella respiraba por si misma, la pesaron (3.520 Kgr , 500 gr mas que Olga y midieron lo mismo: 49,5 cm), la pusieron un pañal y empezó a mamar al momento, piel con piel conmigo y desde entonces no se separó de mi, le dieron la vitamina k por boca y no le hicieron nada mas, ni vacunas, ni gotas.

Enrique me cosió el desgarro y a las 12 fui andando con mi peque en brazos a la habitación. Mi hija mayor de 22 meses estaba presente en el paritorio durante todo el parto, vio nacer a su hermana y estuvo con nosotros en la habitación en su cuna de viaje.

La atención posparto fue si cabe mejor, bañaron a Rebeca en la habitación , delante de mí, me cuidaron y mimaron hasta el mínimo detalle. A las 12 de la mañana siguiente, 28 horas después de parir me fui a casa, confieso que me dio pena que todo hubiera acabado tan pronto y que pensé que volvería en dos o tres años.

Creo que me dejo muchas cosas por contar, fue todo tan intenso que es imposible plasmarlo en palabras. Fue más que un parto, fue la medicina que curó la humillación, el dolor moral y la amargura del nacimiento de Olga.

Si yo he podido, todas podéis, os aseguro que no soy nada valiente y que aguanto muy mal el dolor, pero cuando el ambiente en vez de ser hostil es tan cariñoso y acogedor, el dolor es solo dolor, y encima tiene recompensa.