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Parto de Luca

Quiero compartir el parto de mi tercer hijo, transmitir a las lectoras que se siente cuando sabes que el hospital donde vas a dar a luz tiene un protocolo donde tú eres la protagonista de tu parto y la suerte del personal que te atiende no juega un papel importante en el resultado del mismo ya que todos actúan en base a la evidencia científica ACTUAL.

Vivo en León pero no di a luz aquí, separándome de mi marido y mis hijos, tuve que desplazarme hasta Madrid para sentirme segura porque durante mi embarazo he luchado para que aquí, en el único hospital que tenemos en un radio de 100km, se pueda tener un parto respetado.
Amenazada y coaccionada decidí que este no era mi sitio aunque si es mi lucha.

Días antes de que naciera mi bebé pude asistir a una visita guiada al Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, hospital que elegí por su fama en parto respetado. Una matrona nos explicó sus protocolos, resolvió todas las dudas y enseñó las habitaciones de dilatación, que son todas paritorio, y las de planta.
Me cuesta describir la emoción con la que salí de aquella visita, oía hablar a la matrona y me emocionaba escuchando lo que ofrecía el hospital y me hizo sentir que era el mejor lugar para que mi hijo naciera en un parto respetado.

Luca decidió venir al mundo un día antes de mi fpp el 29/05/17, a las 02:00 de la mañana empecé con contracciones. Cada vez eran más fuertes y seguidas pero se podían soportar. Mi marido pudo llegar para estar conmigo todo el tiempo que era una de mis mayores preocupaciones le avisé a las 04:00 de que aquello iba en serio, salió de viaje y llegamos a la vez a urgencias a las 07:30 de la mañana. Ingresé con 5cm de dilatación.

Me atendió una matrona en urgencias que fue la que se quedó conmigo hasta su cambio de turno, di mi plan de parto sabiendo que no era necesario ya que todo lo que yo pedía en el estaba contemplado en sus protocolos.

Me pasaron a dilatación y pese a estar monitorizada pude moverme libremente en todo momento, adoptar la posición que mejor me viniera para llevar las contracciones. En una muy fuerte note un "crak" y rompí aguas, la primera vez que me dejaron que mi cuerpo lo hiciera solo, con sus hermanos no supe que era eso, había mucha prisa por acelerar las cosas. Coincidió este momento con el cambio de turno y vino a presentarse y a observar cómo iba todo mi matrona, a quien siempre estaré agradecida por la manera en la que acompañó la llegada al mundo de mi pequeño. Las contracciones comenzaron a ser muy fuertes, pero la movilidad me daba resistencia y pronto empecé a notar que empujar me aliviaba. Ella me animó a hacerlo y me sugirió la silla de partos para no perder la verticalidad pero poder descansar las piernas y probamos. Me resultó muy cómoda, tanto que parí en ella, con mi marido a mi espada y ella literalmente en cuclillas delante de mi (aquí claramente mi comodidad se sobrepuso a la suya, como debe ser... no creéis?)
Después de dos partos notaba que este bebé tardaba en salir, yo creía que era muy grande porque sentía que me costaba que bajara, bajaba un poco y se subía, yo sabía lo que eso podía suponer así que empujaba con más ganas, el expulsivo se alargó casi a una hora donde sentí que mi matrona era como una coach de los partos que me animaba en cada empujón y así se lo hice saber entre risas. Me resultó agotador pero sabía que podía hacerlo, con su apoyo hizo fácil lo difícil. Pusieron compresas de agua caliente en mi periné para ayudar con el dolor y la circulación de la zona para evitar desgarro y cuando la cabeza de mi hijo asomaba me invitó a tocar su pelito. En unos pujos más Luca nació llenando la habitación de olor a vida y amor, a ese olor que te lleva al cielo. Calentito, suave y yo ya completamente enamorada de él al minuto de vida, eran las 09:59 de la mañana, 2h y media después del ingreso, sin sueros, sin oxitocina, sin anestesia y con el resultado de un periné integro sin un solo punto.
Esperamos que dejara de latir el cordón para que su papá lo cortara y pudimos sostenerlo y notar su latido en nuestras manos mientras esto ocurría, fueron cerca de 10 min en calma, riendo, besando, oliendo, sin prisas.
Una vez acabado, mi matrona me explicó que Luca venía en posición posterior, mirando hacia arriba, por eso había costado tanto que saliera, me dijo también que en una litotomía o una epidural probablemente no hubiera podido salir sin ayuda ya que este era uno de los motivos más frecuentes para un instrumental o una episiotomía que ella en ningún momento se planteó hacerme, confiaba en mí y así me lo hizo saber y sentir, mi matrona confía en las mujeres, en su capacidad de parir. Eso transmitía en cada palabra.
Ahora no sé qué hubiera pasado en León, pero no creo que el resultado hubiera sido el mismo.
El piel con piel se alargó más de dos horas.
Los días posteriores eran los pediatras, las enfermeras y la otorrina quién con el máximo de los respetos acudían a nuestra habitación a hacer las pruebas pertinentes al bebe sin perderle un segundo de vista. La mayoría de las veces mamaba en mi pecho mientras ellos le miraban y apenas se enteraba. Todo el personal que visitaba la habitación estaba formado en lactancia materna y cualquier duda era resuelta perfectamente.
No tengo más que palabras de agradecimiento para todo el personal que nos atendió y en especial a mi matrona. Así lo he hecho constar en un agradecimiento que presenté el día del alta en atención al paciente.
El parto fue nuestro, de mi bebé y mío, de nadie más, como debe ser.
Otra manera de parir es posible, yo lo he comprobado, no son solo palabras, y seguiremos luchando para hacerlo posible en León. Porque todas os merecéis sentiros como yo me sentí. Porque esto no debería ser una lotería, porque esta debe ser la única manera de traer al mundo a nuestros hijos. En base a la evidencia científica actual.
Porque el parto es nuestro, qué nos lo devuelvan!