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Parto de Beatríz. Hospital San Juan de la Cruz, Úbeda, 2007.

Cuando me quedé embarazada por segunda vez, mi hija mayor tenía ya 2 años. Empecé, poco a poco a recordar el primer parto en el Gregorio Marañón de Madrid. Cuando nació mi primera hija me dedique a ella y olvide. Olvide todo. Según avanzaba el segundo embarazo, surgieron las pesadillas y el revivir aquel primer parto.


A los 7 meses y medio de embarazo, sabía que no quería repetir la experiencia del parto medicalizado, sin necesidad, estaba ya muy avanzada y con una niña pequeña. Sentía que no tenía mucho tiempo para hacer las cosas como me hubieran gustado. Javier lo vio claro: vamos a Úbeda, escribí en el foro de El Parto es Nuestro pidiendo ayuda, me contestó amable y rápidamente Antonio Muñoz, matrona de Úbeda. Parecía viable y fácil, yo hubiera ido a Úbeda antes de la fecha de parto, no pudo ser.


A las 41 semanas + 1 día, en el gabinete médico Velázquez (Madrid), me quieren inducir el parto al día siguiente, todo esta bien, es solo por la fecha, digo que no, me intentan convencer… los embarazos no duran eternamente; salgo triste y abatida, no me esperaba lo de la inducción.
Mi primer parto fue inducido, también estaba todo bien, me lo indujeron por estar en la semana 41 + 4 días.


El miércoles 11 de abril a las 2 y media de la madrugada me despierto, mancho un poco de líquido amniótico. Por fin, salimos de Madrid, nos vamos a Úbeda. Estoy muy contenta, en el coche tengo mis primeras contracciones muy irregulares. Son mías, por fin se lo que son mis contracciones, sin oxitocina sintética. Ingresamos por urgencias, toda la acogida en Úbeda es muy tranquila y pausada, lo que yo necesito. Me monitoriza externamente un rato, Ana (matrona) me hace un tacto vaginal, será el primero y último, he dilatado 3 cms. Me dice te quedas ingresada, recomiendo que andes, estoy feliz.
Llego a la habitación, me encuentro fenomenal, me apetece andar y los dolores de espalda que había tenido al final del embarazo han desaparecido.


Para mi el hecho de haber llegado a Úbeda es una garantía de que las cosas van a funcionar de otra manera. No quería estar discutiendo en Madrid cosas que para mi ya eran básicas, tampoco deseaba que el nacimiento de mi segunda hija dependiera del azar, de los profesionales que trabajaran ese día.
Desayuno, como, meriendo, bebo agua, ando. Sigo perdiendo líquido amniótico, poco a poco, estoy muy tranquila. Creo que sobre las 5 de la tarde, me dicen que me van a mandar a dilatación y paritorios para que me vean. Se que no tengo contracciones y que la cosa esta tranquila, lo acepto, es lógico, en Madrid hubieran intervenido mucho más.


Me monitoriza externamente un rato, Juan Alberto (matrona). Javier y yo, de nuevo, necesitamos verbalizar nuestras ansiedades y miedos, el fantasma del primer parto revolotea sobre nuestras cabezas.
Juan nos escucha pacientemente, para mi es mucho. Nos dice que con la bolsa rota se puede esperar hasta el día siguiente por la mañana, y que sino habría que empezar a inducir. Lo acepto, estoy tan convencida de que Beatriz nacerá esa noche, que el día siguiente me parece lejísimos.


Volvemos a la habitación, estoy haciendo lo que considero básico y fundamental para nuestra hija, segura que es lo más adecuado. Sigo andando, me dan la cena pero no me apetece mucho. Reaparecen las molestias en la espalda y el bajo vientre, empiezo a tener de nuevo contracciones muy irregulares, Javier duerme, yo soy incapaz, me encuentro muy incomoda. Una enfermera viene a ver a mi compañera de habitación, debe de verme cara de parto o algo así, me dice cada cuanto tiempo tienes contracciones, no lo se, no quería estar pendiente del reloj. De hecho no quiero estar pendiente de nada, solo quiero dejarme llevar, vivir esos momentos.


Despierto a Javier, le dijo que empiece a controlar el tiempo, las contracciones son muy irregulares en tiempo e intensidad. A las 3.45 me dicen que debo ir a dilatación y paritorios. Me monitorizan externamente Mari Paz (auxiliar) y Juan, no hay muchas contracciones, nos dejan solos; al ratito empiezo a tener contracciones seguidas y de intensidad creciente.

El dolor va aumentando, siento que tengo que ir al servicio, no me han puesto enema, necesito ir urgentemente no puedo esperar, le grito a Javier que busque a alguien, estoy con la monitorización externa, viene Mari Paz me quita la monitorización, corro al servicio agobiada e ingenuamente convencida que necesito ir al servicio.


Me siento a oscuras y sola, empujo instintivamente de forma muy animal, me pongo la mano, toco la cabeza de Beatriz, entonces me doy cuenta que estoy pariendo. Ha sido todo tan rápido, me da miedo, pienso que la niña puede tener una vuelta de cordón o yo que se… Desgraciadamente 39 años oyendo truculentas historias sobre el parto pesan más que los últimos meses. De nuevo le dijo a Javier busca a alguien.


Voy a la cama, vienen Mari Paz y Juan me dicen que se ve la cabeza, que falta poco, que empuje cuando tenga contracciones, nada no siento ni una sola contracción. Juan me dice ¿Cómo quieres dar a luz? Contesto: sentada, estoy incorporada en la cama, sigo sin sentir contracciones, ¿Quieres tocar la cabeza?, no, no puedo, se la acababa de tocar en el baño a solas, a oscuras, allí no podía...
Me duele, creo que grite varias veces: sácamela, sácamela…me agobia pensar que no empujo porque no tengo ganas y pienso que le faltara oxigeno a la niña, Juan me tranquiliza recibe oxigeno por el cordón umbilical, me relajo…empujo varias veces y nace Beatriz…llora… ¿esta bien? Si, esta bien. Son las 5.20 de la madrugada, esta oscuro, la cojo en mis brazos, la abrazo.


Tiene mucho pelo en la cabeza, se que esta vez, debajo de ese pelo, no hay señales de fórceps. La cortan el cordón cuando deja de latir, la niña esta siempre con nosotros, pesa 3.550. Sale la placenta sin dificultad, yo tengo un pequeño desgarro. Ana me pone a Beatriz en la cama, para que le de el pecho, se agarra.


Nos dejan solos. Desde que nació Beatriz estoy en una nube. Me faltan muchas cosas, imposibles de contar.

Beatriz y yo hemos sido muy afortunadas, ella ha tenido un nacimiento respetado, lo que yo deseaba. Nos hemos sentido acogidos, escuchados; hemos recibido en Úbeda más de lo que yo había soñado. Me encontré fenomenal nada mas dar a luz, no tuve ninguna molestia, empecé a hacer mi vida normal. Pienso, se y siento que he parido.


Recuerdo mi primer parto en el Marañón hace casi 3 años, me duele todo. Recuerdo mi segundo parto en Úbeda hace pocos días, no siento dolor, veo a Beatriz tranquila y feliz en mis brazos. El dolor es el silencio, la desinformación, la imposición, la rutina, las prisas, forzar las situaciones, ese es mi dolor.
Cuando me quede embarazada por primera vez, escogí yo el nombre: Paloma. En el segundo embarazo lo escogió Javier: Beatriz.


Nuestras hijas eligieron sus nombres. Paloma es la paz, la tranquilidad, el sosiego, después de un parto frío, metálico en el Gregorio Marañón de Madrid.


Busque el significado de Beatriz: "la que hace feliz", la que consigue "llenar los deseos", satisfacer a la persona, la mujer que porta este nombre adquiere símbolos de gratificar, complacer, enriquecer a las personas. La paz y la felicidad las reencontré en Úbeda el 12 de abril de 2007.

Gracias a EPEN, al personal del Hospital de Úbeda y a todos los que nos habéis apoyado.