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Nacimiento de Sara, parto de Vanesa

5:00 am: empiezan las contracciones. Las observo, pese a ser el segundo embarazo me costaba recordar cómo eran. El dolor comienza en la tripa y se va extendiendo a los riñones para terminar a lo largo del lado posterior de los muslos. Si salgo de la cama desaparece esa prolongación del dolor por las piernas, haciéndolas más amigables. El intervalo entre contracciones es irregular y por encima de los 10 minutos, incluso de los 15, pero son intensas y muchas tan largas como un minuto. Mando un mensaje al papi que duerme con la pequeña en otra habitación, "creo que tienes que llevar a Adri a la guarde". Un poco después: "definitivamente la llevas tú". Me muero por ducharme, pero es demasiado temprano y no quiero hacer ruido. Lavarme el pelo es súper necesario, ya no soy primeriza y sé que luego secármelo decentemente será un lujo! Hugo se levanta y lee mis mensajes, en contestación dice de llamar a sus padres, que después habrá mucho atasco... le tranquilizo: Adri va a la guarde, tú a trabajar, esto no acaba más que comenzar, hay que hacer vida normal sin alertar a nadie. Cuando sube de bajar a nuestra perra Dana por fin me doy mi deseada ducha, aunque es abril hace bastante frío y no veo el momento de parar la cascada de agua calentita.

7:30 am las contracciones bajan de los 10 minutos hasta que mi hija mayor se despierta y entonces se dispersan, dándome la oportunidad de achucharla y prepararla para la guarde. Quiero exprimir estos últimos minutos en los que mi pequeña es aún hija única, cuánto van a cambiar las cosas en breve, quien sabe si para cuando volvamos a vernos ya conocerá a su hermanita, ¿cómo se lo tomará?, ¿estará a la altura el papá para compensar ese tiempo que ya no tendré para ella?

9:00 am Se marchan mi hija con su papi y las contracciones vuelven a coger marcha pero siguen irregulares, a veces el intervalo es menor de 10 minutos, otras mayor... no es que me acuerde de tanto detalle en el momento de escribir este relato, pero aún tengo el registro de las contracciones en la aplicación del móvil. Vuelve Hugo con intención de quedarse. Casi me queda ponerme de rodillas para suplicarle que se marche, necesito intimidad, estar a mi aire, yo y mi cuerpo a solas. Se apiada y se va al trabajo.

10 am ... El síndrome del nido que se apoderó de mi hará cosa de un mes me pone en marcha, hasta los libros y legos de mi hija organizo por tamaño. Yo, caótica como nadie, capaz de vivir en el desorden más absoluto, tengo la casa que ni con transtorno obsesivo compulsivo. Le digo a mi suegra que tengo "ligeras molestias", que si puede recoger a Adri y prepararse por si se tiene que quedar a dormir... con mi madre soy más franca pero trato sin mucho éxito de que no se alborote, ellos tienen que venir desde Ciudad Real y prefiero que el parto esté más desencadenado para eso. Soy muy calurosa pero hoy tengo frío, pongo la calefacción en marcha, el termómetro marca 17 grados.

Me preparo un gran plato de pasta con tomate frito y con cherrys, atún y queso. Me lo zampo entre dos contracciones, pensé que era demasiado comer... pero mi gula y el recuerdo del hambre que pasé en mi primer posparto ganaron, qué bien me sentó! Muchas contracciones van bajando ya de los 10 minutos. Estoy cansada y me gustaría dormir pero las contracciones duelen más tumbada, aunque al menos se distancian algo más.

15:00 siento llegar a Hugo. Quiere ir al hospital. No hasta que no tenga contracciones cada 5 minutos al menos unas horas, así es el protocolo, no? Le digo de pasear al perro y eso hacemos.

16:00 Durante el paseo las contracciones se hacen regulares a 7 minutos. Cuando viene una echo las manos al edificio más cercano y empujo como si lo quisiera desplazar. Al llegar al descampado uso a Hugo de murete, tras unas dos contracciones ya encontramos la forma óptima. Hace frío y viento, afortunadamente no nos cruzamos con nadie. Un recorrido de unos 15 minutos nos lleva 40.

17:00 Al subir a casa me encierro en el baño. Sara se mueve, se que está bien. Tengo tiritera y vomito parte de la comida... siento que ya llegaron mis suegros con Adriana. Pasados unos 40 minutos comienzan las contracciones cada 5 minutos. Llevo algo más de media hora así cuando Hugo ahora me "ordena" ir al hospital. No me niego esta vez aunque no cumpla el protocolo, se me hace cuesta arriba sacar energía para vestirme.

18:28 Entro al coche lloriqueando y nos ponemos en marcha rumbo al hospital. No se bien por qué lloraba. Creo que me sentía muy vulnerable y que necesitaba tranquilidad, por lo que ir de aquí para allá en ese momento me superaba. Ya en el coche volví a encontrarme a gusto... era un precioso día lluvioso y como suele pasar con la lluvia, había más atasco si cabía. Iba canturreando y cuando venía la contracción murmuraba "ábreeeeeeeeeete", hablaba a mi cuerpo pero también me era útil para que Hugo bajara la ventanilla en esos instantes. Claro que el no se imaginaba que hablaba sola y se mosqueó un poco cuando solté un "abreeee" en una maniobra un tanto complicada al volante. Estaba de los nervios Hugo, se pensaba que no llegábamos al hospi.

19:00 Llegamos y otra vez lloriqueo. Supongo que ahora era otra vez por el cambio de contexto. Me preguntan si las contracciones son cada 5 minutos, asentimos y enseguida pasamos... pero aún me quedaría una larga hora para entrar en paritorio. Primero esperamos en un pasillo, yo subida de rodillas a los dos únicos sillones que había y empujando la pared. Llega una pareja, ella como una rosa, me disculpo por ocupar tooodo y me sonríen. Viene un celador y nos lleva por lo que me parecieron interminables pasillos. Va muy rápido y yo a paso caracol, me tienen que esperar a cada giro. Llegamos a una salita llena de gente... parecen la familia de alguien. La matrona pasa y se lleva a la pareja feliz. Quiero tirarme al suelo, verbalizar el dolor, en definitiva deshinibirme, pero no soy capaz con tanta gente. Ni siquiera me atrevo a levantar la vista por cruzo sus miradas, que no sería raro dado lo descompuesta que estaba yo y los pocos estímulos adicionales que allí había.

Por fin me llama la matrona. Valora 9 cm en un tacto que apenas noto y otra vez lloriqueo. Se llama Pilar y me pide disculpas, me dice que a veces es difícil saber qué es lo más urgente... yo flipando un poco, apuesto que la otra chica no tenía ni contracciones!! nada más bajar de la camilla, plof, se rompe la bolsa.

20:00 Me llevan al paritorio de la bañera, conocía bien la habitación, ahí nació mi primera hija. Había una silla de partos preparada. La sala está en penumbra y fría. Me lavo las manos, gesto que no pasa desapercibido a Pilar como más tarde compruebo. Me pregunta si necesito alguna cosa y pido una colchoneta y un fular para colgar de la anilla, así lo había puesto en el plan de parto y justo era lo que seguía en mi mente.

En seguida lo tengo todo a mi disposición y me colocan monitores inalámbricos. La colchoneta está junto a la silla de parto y el fular colgado encima de la silla de partos. Me acomodo a cuatro patas mirando hacia la silla. Como hace frío me ponen una toalla calentita sobre la espalda.

Pilar habla flojito y amigable pero deseo que no lo haga, me supone esfuerzo prestarle atención y no quiero ser maleducada... me dice que su turno acaba a las 21 pero que me tome el tiempo que necesite, que luego vendrá otra compañera. Se marcha. Por fin, por fin!! por fin mi cueva.

Durante las contracciones empujo la silla de partos o me quedo colgada en el fular manos a la cabeza, y entre contracciones estoy súper a gusto balanceándome suavemente en el fular, aunque no me deja de dar miedo que se deshaga el nudo, y es que confío casi todo mi peso sobre él.

Me quedaría dormida así... lo deseo irresistiblemente... y volver a despertar en unas horas. Me digo que "ánimo", que este es "el último parto". Vaya, no es muy romántico ese pensamiento, me hubiera gustado abrazar mi parto en todo momento, pero admito que ahí quiero evadirme...

Siento ganas de empujar ¿debemos avisar? paso... recuerdo mi primer parto cuando me dijeron que mejor no empujara... creo que fue una mala decisión por todo lo que pasó después, esta vez no me tienen que dar permiso. Cuando me pregunta Pilar a su vuelta que qué tal, soy sincera, "quiero dormir"... creo que no me responde con palabras, no puede hacer mucho al respecto claro. "vaya, has empujado!" "¿por qué lo sabes??" vaya, caquita... y ni me di cuenta, upss.

Me pregunta si me hace un tacto, que no es necesario, que como yo quiera... le digo que mejor esperar... y pienso, ¿para qué? en mi plan de parto puse mínimo cada 4 horas... si no hay prisa, ¿qué nos va a aportar? a mí, nada... Se marcha y dejo a mi cuerpo empujar en cada contracción a la vez que proyecto un sonido "aaaaaaaa" que me sale de lo más profundo. Me hubiera gustado que Hugo hubiera grabado un poquito de ese momento para saber cómo sonaba realmente lo que a mí me parecia gutural, animal. No tengo duda de que me deben estar escuchando fuera. Entre contracciones me dedico a colocar las correas, se pierde cada dos por tres el latido o baja mucho porque detecta el mío. Pilar cuando viene también lo coloca y me repite una y otra vez que Sara está perfecta, justo lo que necesitaba oír, gracias Pilar.

En un momento dado Pilar me pide permiso para que estén presentes dos residentes. Asiento, pero... en mi plan de parto puse que no quería personal extra en el expulsivo, tuve mala experiencia en mi primer parto (se estancó) y tenía miedo de que volviera a suceder. Entraron y se colocaron detrás de mí. Estuve expectante, ¿seguirá mi cuerpo a lo suyo o se cohibirá ahora que tengo a cuatro personas detrás de mi culo en pompa? afortunadamente las contracciones siguieron y la preocupación se fue.

Aunque no tenía "prisa" si que me afecta que haya tanta gente "esperando" y me frustro un poco por la suavidad con la que parece desenvolverse el expulsivo. Va asomando la cabecita, la puedo tocar! pero se esconde. "Vamos Sara, vamos". No recuerdo qué palabras me dice exactamente Pilar que me hacen ver que no esperan, que observan, y que lo estoy haciendo muy bien. Gracias Pilar.

Cuando parece que Sara está a punto de salir me pide permiso para echarme una especie de gel fresquito en mi perineo. Al poco en un pujo ya tengo encajada toda la cabecita de Sara!! Qué dolor cuando la piel está tirante a más no poder!! pido que por favor no me toquen, ni se arrimen!!! pero me dicen que nadie me hace nada, que es solo Sara. En un siguiente pujo está la cabeza totalmente fuera, el papi y las mujeres presentes ya veían la carita de Sara. Así nos quedamos hasta la siguiente contracción que ayudó a Sara a dejar la que fue su casita y con ayuda de Pilar la tengo en mis brazos al momento. Mi bebé preciosa ya está aquí, todo alegría y emoción alrededor. Eran las 21:30.

Me tumbo en la cama con Sara. Todo lo observa, está tranquila. A mi hija mayor se la llevaron a los pocos minutos a neonatos, tuvimos un comienzo tras gestación muy duro las dos. Sara cabecea con una fuerza asombrosa en busca del pecho, me he emocionado tantas veces viendo vídeos de este momento y ahora es mi bebé el que me enseña la fuerza y sabiduría de la naturaleza. Se pasa de largo, la recoloco un poquín y ahí está, enganchadita, felices las dos. Cuando el cordón ya no late y está blanco, Pilar lo corta. A continuación, me pone oxitocina inyectada (no tengo vía) y la placenta sale entera, era gigante y llena de ríos y estrías. Luego vino la parte más molesta posparto, la sutura del desgarro de grado dos. En los puntos externos siento todo pese a la anestesia local... Juraría que Pilar me da las gracias en algún momento por el parto¿???. Ella, que seguía allí cuando su turno ya había terminado para curarme los estragos, me da las gracias ¿???. Me comenta que Sara salió agarrada a su circular al cuello como diciendo "no sin mi cordón". Y también que le pareció muy de madre ese gesto que tuve de lavarme las manos nada más entrar al paritorio. Le agradezco todo lo que estaba haciendo.

Cuando Pilar termina nos dejaron solas unas horas. Ya no quedaba ni rastro de sueño, no puedo parar de maravillarme mirando a Sara y ponemos al corriente a la familia. Mis padres ya están en casa con Adriana y Dana, puedo estar tranquila. Tengo mucha hambre, ¿por qué no metí un buen bocata contundente en lugar de tanto chocolate, fruto seco y zumo??? seré muy madre, pero no para mí misma :P.

Viene un celador la mar de simpático con una silla de ruedas para llevarme a planta, serán cerca de la 1 ¿?. A mí me parece muy raro eso de la silla de ruedas, me encuentro tan bien que podría ir andando, pero, oye, allá que subo y me siento como una reina en su carruaje con su tesoro en brazos.

Y así es como nació Sara, con suavidad, sin prisas, con total libertad de movimiento, en la postura que el cuerpo nos pedía. Con dolor, sí, pero un dolor tolerable, un dolor aliado, un dolor que igual que vino se fue sin dejar rastro de sufrimiento.

Gracias a todas esas matronas maravillosas que, como Pilar, dejan que los nacimientos tengan lugar de forma segura y respetada.