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Nacimiento de Elia en el Hospital del Escorial

Elia se hizo esperar. Fueron más de dos años de larga y en ocasiones desesperante espera, pero también de trabajo de fe y paciencia pues yo tenía la intuición de que en algún momento, el más adecuado, la concepción llegaría sin necesidad de empujarla.

Así, en diciembre de 2021 recibimos la mejor de las noticias y, como hacía un año que nos habíamos mudado de Madrid al Escorial, tuvimos claro que queríamos que nos acopañaran en el hospital del Escorial, primando la cercanía y facilidad de acceso.

Realmente no hicimos una búsqueda previa de hospitales aunque más tarde supe que era el hospital Puerta de Hierro el preferido por la población de la sierra noroeste de Madrid. Sin embargo, algo me decía que en ese hospital enclavado entre pinares y a 5 minutos de mi casa era donde Elia tenía que nacer. La verdad es que, ahora que ya la tengo en mis brazos, no puedo estar más contenta de haber seguido mi instinto. El seguimiento que hicieron de mi embarazo fue excepcional, especialmente por parte de la matrona, Verónica: clara, directa, sensible, accesible y que siempre me ofreció una confianza plena.

En el sexto mes me detectaron diabetes gestacional y no dudaron en aumentar el número de visitas programadas, de manera que me sentí más segura en el proceso. También destaco que allá por el 6º o 7º mes me enviaron el plan del parto del hospital donde se detallaban con lenguaje claro y comprensible todas las prácticas de parto respetado y basadas en la evidencia que se seguían allí. Esto me dejó mucho más tranquila y rellené el plan de parto para expresar mis preferencias. También les pedí visitar la planta para conocer las habitaciones y el paritorio y me permitieron hacerlo acompañada de una enfermera que nos enseñó todo.

Llegamos ya a los momentos previos al parto... El día que salía de cuentas, tras la monitorización, la obstetra me preguntó si quería que me explorara y le pedí que lo hiciera pues llevaba ya días con contracciones. Me gustó que me diera la opción de elegir en vez de decidir que una exploración era necesaria. Vio que estaba dilatada de un dedo y me ofreció la posibilidad de hacer la maniobra de Hamilton para promover el parto. Tras explicarme en qué consistía le dije que prefería no hacerlo y dejar que todo siguiera su curso. Una vez más me sentí protagonista del proceso, escuchada y tenida en cuenta.

Pues bien, al día siguiente empecé con contracciones rítmicas cada 10-15 minutos que no cesaban pero tampoco eran muy dolorosas. Esperamos 22 horas en casa, apuntándolas, bailando, caminando... y al día siguiente ya decidimos ir al hospital. Una vez allí Alba, la matrona, realizó una exploración para ver que estaba dilatada de 2 dedos... (¡¿Sólo dos?! - pensé...) Me habrían mandado a casa de no ser porque también confirmó que ya había salido un poco de líquido amniótico en una pérdida que había tenido horas antes y por protocolo me ingresaron. Las horas de las 17h a las 23h se me hicieron eternas... especialmente las dos últimas con contracciones muy dolorosas cada minuto y medio/dos minutos.

Puse en marcha todas las estrategias que había entrenado: respiración, masajes con mi pareja, ducha caliente, movimientos en la pelota, mantras, cantos varios... Pero sentía que me iba a desmayar del dolor. Cuando vino de nuevo Alba y comprobó que sólo había dilatado hasta 3 yo pensé que me daba algo. En ese momento mi idea de un parto sin epidural se esfumó y aguantar una dilatación de 7 cm más en esas condiciones me parecía imposible. Así pues pedí que me bajaran ya a paritorio y me pusieran la epidural.

Una vez abajo, me acogieron tanto Alba como otra enfermera y la anestesista que me explicaron el procedimiento y poco tiempo después la anestesia empezó a hacer efecto. Tras ello la dilatación fue mucho más rápida, pasando a 9 cm en las siguientes dos horas. Por último, el expulsivo fue muy bien y rápido, con pujos efectivos que me permitieron tener en brazos a mi bebé a las 6:32 de la mañana.

A partir de ahí todo fue mejor de lo que podría haber soñado. No me separaron de mi pequeña en ningún momento. El piel con piel fue maravilloso y todas las pruebas que le hicieron a Elia fueron en mi presencia y con el máximo cuidado. Pero sobre todo valoro y destaco el inmenso apoyo y compromiso de cada profesional en la planta con la lactancia materna. Nos enseñaron las mejores posturas, trucos y diversas maneras de facilitarla. En los dos días que estuvimos allí pedimos toda la ayuda que necesitamos y eso hizo que saliéramos del hospital con las herramientas para estar viviendo una lactancia súper satisfactoria para ambas, cosa que para mí era muy importante...

En resumen, si bien no tuve el parto que había soñado, fue una experiencia en la que me sentí muy bien acompañada, escuchada y respetada, pudiendo tomar decisiones sobre mi cuerpo en todo momento. Y por otra parte la atención y apoyo posterior al parto fue algo con lo que no contaba y que resultó ser mucho más importante de lo que había contemplado. Por todo ello no dudaría en recomendar a otras mujeres de la zona que valoren la posibilidad de parir en el hospital del Escorial y sobre todo que aprovechen los recursos disponibles de apoyo a la lactancia que son muchos y muy útiles.