Mi parto en el Hospital de Basurto
Antes de nada quiero agradecer a todo el personal que atendió el parto en el Hospital de Basurto. Nos ayudaron a vivir un momento increíble de la forma más bonita y respetada.
Rompí aguas el 1 de diciembre de 2024 a las 14.00 al salir de la ducha. Era agua transparente por lo que con calma avisé a mi pareja y le pedí unos macarrones con tomate. Comimos mientras seguía mojando todo y nos preparamos para ir al hospital. Llegamos al Hospital de Basurto sobre las 15.30, nos pasaron enseguida a los monitores. Yo no sentía contracciones, pero en los monitores ya sé veían algunas. Hegoa estaba perfecto. Eso sí, yo tenía unas ganas enormes de cagar y me dolía más aguantarme mientras estaba en los monitores que las contracciones. Después de unos 40 minutos pasamos al ginecólogo que nos confirmó la rotura de bolsa y me hizo el primer tacto. Cuello del útero borrado y 2cm de dilatación.
Al tener la bolsa rota me ingresaron. Nos pasaron a la sala de dilatación-paritorio, una habitación grande con una cama y baño. La luz era regulable. Nos dijeron que pasariamos las próximas 12 horas a la espera. Nos lo tomamos con calma, pusimos música, bajamos la luz y empecé a moverme por toda la habitación haciendo los ejercicios que me había recomendado mi fisio. Hasta las 20.00 estuvimos tranquilos, solos, sin que nadie entrase en la habitación nada más que para traer una pelota que habíamos pedido. A las 20.00 me trajeron la cena y con el cambio de turno vino a presentarse quien sería nuestra matrona de noche. Un chico que me hizo sentirme segura desde el primer minuto y que me recomendó que descansara porque la noche sería 'movidita'. Yo seguía sin sentir las contracciones. Me preguntó sí mi plan era ponerme la epidural y le dije que no.
Cené y después de un par de viajes al baño (mi cuerpo seguía vaciandose), nos tumbamos en la cama un rato. A eso de las 23.00 sentí un fuerte pinchazo y empecé a sentir cada contracción. Avisamos a la matrona y sobre las 23.45 me pusieron los monitores y me trajeron calor para la zona lumbar. Las contracciones habían aumentado bastante en intensidad y controlaba el dolor cómo podía moviéndome encima de la pelota con cada contracción (fue mi salvación, probé otras posturas e imposible), apretando las manos de mi pareja y tratando de mantener la letra 'aa' que sé convertía en fuertes gritos cuando las contracciones sé empezaban a solapar. A veces no bajaba una y estaba subiendo otra vez.
Sobre las 00.30 el dolor era muy intenso y llamamos a la matrona. Vino otra matrona residente que sé presentó y nos pidió permiso para asistir el parto. Me ofrecieron pasar a la ducha que está fuera de la habitación. Antes de ir me pidió hacer un tacto para ver cómo avanzaba. Sufrí bastante para ponerme en la postura pero conseguimos hacer el tacto. Eran alrededor de la 1.00 y estaba de 4cm.
Fui a la ducha con ayuda de las matronas y sujetándome a la pared con cada contracción, (creo que los gritos sé escuchaban desde la calle :)).
En la ducha recuerdo el detalle de las matronas que para no encender la luz pusieron la linterna de un móvil con una botella de agua haciendo de farolillo. No aguante más de 10 minutos. Aunque el agua caliente ayudaba, el dolor era terrible, empecé a pedir la epidural. Me recomendaron estar 10 minutos más para que el agua caliente hiciera su efecto y mientras tanto prepararon el óxido nitroso en la habitación.
Volví a la habitación pidiendo la epidural y probé el gas. Aunque no reducía el dolor de las contracciones que era fuertísimo, entre contracciones empecé a notar el efecto, a volar y a decir tonterías que parece que hacían gracia. Pero volví a pedir la epidural y la matrona me preguntó sí me la pondría aunque estuviera dilatada de 8cm. Para mi eso era imposible porque llevaba poco tiempo de parto activo. Habian pasado 30-45 minutos desde que estaba de 4cm. Estaba informada y sabía que estando de 8cm era un momento crítico en el que pensamos que no vamos a poder. Así que sí estaba de 8cm no me iba a poner la epidural.
Pedí que me hiciera el tacto y efectivamente estaba de 8cm. Un par de contracciones más y recuerdo que la matrona me preguntó 'tienes ganas de empujar' respondí que no y mi pareja le pregunto a ver porque me lo preguntaba, ella dijo que me había notado empujar. Efectivamente mi cuerpo funcionaba solo y ya estaba empujando. A la siguiente contracción fuí consciente de las ganas de empujar. A cuatro patas encima de la cama con el respaldo reclinado ataron una sábana para que pudiese agarrar y estirar. Entraron otras dos personas a atender el parto. Entre pujos seguía sin soltar el gas que fue una maravilla. De hecho le dijeron a mi pareja sí queria probarlo y no lo dejé. Le contesté que sí quiere sé quede con todo el parto (en realidad nunca le cedería está pedazo de experiencia) .
Fue un expulsivo largo porque Hegoa tenía las dos manos en la cara. Salía un poco y volvía a entrar. Durante todo el expulsivo me ponían un paño caliente en la zona que me aliviaba muchísimo. Desde que empecé a empujar el dolor era totalmente diferente, era cómo sí cada pujo me aliviara un poco más.
Mi pareja le tocaba la cabecita a Hegoa. Me decían 'ya llega' y yo 'no, todavía no siento el fuego'. Sentía perfectamente cómo salía y cuando dejaba de empujar entraba un poco. Tras casi 1.30-2h sentí el aro de fuego y ya sabía que estaba aquí. Eran las 4.00, la matrona me dijo que lo cogería yo y con el último pujo vi cómo caía sobre la cama lo cogí en brazos y me ayudaron a tumbarme boca arriba. Yo temblando después de tanta tensión me miró a los ojos y fue un momento único. Alumbré la placenta con un poco de ayuda y cuando el cordón dejó de latir nos ofrecieron cortarlo. Preferimos que lo cortasen ells. Pesaron a Hegoa y aita lo cogió en brazos haciendo piel con piel mientras me daban 3 puntos en un pequeño desgarro superficial.
Después volví a cogerle y enseguida sé agarró al pecho. Yo me comí un puré de frutas, me moría de hambre. Le cantamos una canción y al rato los tres nos quedamos medio dormidos. Estuvimos los 3 solos disfrutando del momento hasta las 8 de la manana que nos subieron a planta.
Nunca tengo palabras para describirlo. Fue un parto duro, increíble, doloroso, precioso, respetado, brutal. Mil gracias a todas las personas que me acompañaron, tanto a quienes asistieron el parto por apoyarme para llevar a cabo mi plan de parto, cómo a quienes me ayudaron a dejar los miedos de lado y confiar en mí y en Hegoa. Yo creía que tenía miedo a parir, pero tengo que dar las gracias a mi amiga que me contó su maravilloso parto por abrir el camino del empoderamiento y a todos los relatos y libros que me han ayudado después. Ahora puedo decir que no tenía miedo a parir, tenía miedo a la violencia obstétrica. El parto es un regalo, disfrutarlo.