Mi parto con doula
Es casi media noche. Me levanto del sofá para irme a la cama y noto algo extraño en mi entrepierna, miro y veo como un moco gigante, “esto sí tiene que ser el tapón mucoso”. Efectivamente, nuestra doula me lo confirma y acordamos contarle mañana qué tal ha ido la noche. Le recuerdo a Alex que en realidad esto solo indica que el parto está cerca, pero que cerca pueden ser aún 3 semanas. Nos metemos en la cama, noto las mismas minicontracciones que noches atrás.
Al cabo de nada, en un intento de girarme, escucho y siento un “plof” dentro de mi, como cuando se rompió la bolsa de Júlia. Noto la cama algo mojada. Dios, qué emoción. “Cuchi, he roto aguas”, ¿”seguro”? “Y tanto.” Es inconfundible esa sensación. Voy al baño pero no noto que salga más líquido. Le digo a Alex que como aún no tengo contracciones importantes tenemos que intentar descansar. Estoy tranquila. Me vuelvo a la cama, acaricio el pelo de Júlia y tomo consciencia de que en unas horas todo cambiará, pero sé que estamos todos listos para ello. Lo decía la carta de Helena, y lo estamos. De repente tengo mucho pipi, además las contracciones ya no se parecen tanto a las de los días anteriores. Me vuelvo al baño y ahora sí siento que cae un grifo que no soy capaz de parar. Uau sí, bolsa rota. Aguas claras. Le escribo a mi madre, a Anna, a Helena y a mi doula. Qué emoción y a la vez que sensación de calma. Le digo a Alex que ahora sí que voy a ir al comedor, que me baje la pelota y la liana. Como aún no siento contracciones intensas, no las cronometramos, le digo que descanse aunque en nada empiezo a pedirle que gestione algunas cosas.
Qué llevaderas son las contracciones en la pelota, me sienta muy bien moverme ahí. Está oscurito, pero además cierro los ojos y me siento bien. Entre contracciones estoy totalmente en modo racional. Pruebo tambien qué tal sienta la liana, pero no me agrada, me va mejor reposar agarrada al sofá. Si camino las contracciones son más fuertes y más seguidas. Cuando cronometramos (aún puedo hacerlo yo) vemos que son muy seguidas y de unos 40 seg (yo las vivo como mucho más seguidas peor también más breves), cada 4-5 min. Llamamos a nuestra doula porque la app nos dice que ya hace rato que deberíamos estar en el hospital, pero yo sé qué esto aún tiene que ponerse más serio. Ella me dice que haga caso a mi sensación más que a los números, que me de una ducha, que siga en casa si me veo con capacidad de gestión. La ducha es agradable, pero no frena las contracciones. Veo a Alex subir y bajar cosas, yo sigo tranquila dilatando. De pie duele más, me agarro a él. Le pido en algun momento que durmamos, tengo sueño. Descanso un poco.
Son aprox las 4 am, las contracciones vienen muy seguidas (cada 2-3 min), le pido que avise a mi madre para no tener que correr a última hora. Oigo a mi padre, pero se va. Sube mi madre, que ganas de llorar. Me da tanta calma. Se sube a dormir con Júlia. Yo empiezo a dudar de cuando marcharnos, sigo entre mi modo racional y el mundo al que me llevan las contracciones. Sobre las 5 am se despierta Júlia, oigo que me llama. Baja con mi madre, yo estoy sobre la pelota. Le sonrío y le explico feliz que ahora ya sí que el Quim está preparado para nacer, que tengo dolor en la barriga y que en poco nos iremos al hospital. Ella sonríe, salta en el sofá. Le digo a mi madre que no sé si irme ya, ella cree que habría que irse ya. Sí, tengo que concentrarme y aquí ya no puedo. Júlia era la señal de que había que coger ya el coche. Las abrazo, qué serenas estamos todas. Noto que me dan energía, mi madre me reasegura de nuevo que va a ir súper bien, que en nada tenemos a Quim aquí.
Bajamos al parking, Alex me pregunta si quiero que conduzca rápido o lento. “Lento, lento, no te precupes que no va a nacer en el parking”. Dios, las luces de los coches, qué locura... se ven super amplificadas. Cierro los ojos todo el tiempo que puedo. Llegamos al parking de st boi, me acuerdo de mi amiga Jessica y de que casi parió allí. Yo sé que de tanto no estoy, Alex también me dice que con Júlia ya en el parking estaba peor que ahora. Las contracciones han ido frenándose en en el coche, sé que es normal, no me preocupa, ya se reanudaran.
En el box de triaje veo una cara conocida, me recomforta. Camino hasta la entrada de obstetricia, qué conocida es ya esta entrada para mi. Estoy algo nerviosa por si estoy de muy poco y me hacen volver a casa, siento que estoy gestionando demasiado bien las contracciones para estar de mucho. Le explico esto a la enfermera. No me gusta esta matrona, me cuestiona si de verdad he roto bolsa, yo no estoy ahora para pensar demasiado. Cuancsima luz. Accedo al tacto con miedo a la respuesta y me dice “estás de 6-7 cm”. Uf, lo siento ya como una victoria. Pero quizás se ha equivocado. Se tiene que haber equivocado, estoy demasiado bien. Me vuelvo a acordar de Jessica, que entró de los mismos cm y en 17 minutos había dado a luz. Me dice que no sabe si realmente la bolsa se ha roto porque la nota abajo. Me pregunta que qué quiero hacer, si quiero ingresar ya. Obvio. Me recomienda ponerme una vía y no me gusta su respuesta, me genera miedo pero intento apartarlo (“es que como tu parto anterior fue con forceps, tienes más riesgo de hemorragia, si no te la pones tendrás que firmar conforme rechazas lo que se te propone”). Estoy de acuerdo con firmar lo que sea, lo único que pido es no ponermela ahora mismo ya de entrada.
En el paritorio, me atiende una matrona muy agradable. Me pregunta qué necesito para ir dilatando, me ofrece calentarme el saquito y me trae una pelota. Vuelvo a mi espacio de tranquilidad cerrando los ojos. Alex está a mi lado, y en nada llega mi doula. Me emociono al verla, aumenta mi sensación de calma. Le digo que me han dicho que estoy de 6-7 cm pero que seguro que se han equivocado. Tengo hambre, me acuerdo de la sandía que nos acabamos anoche. Salen a buscarme sandía pero la cafetería está cerrada, puedo esperar. Voy hidratandome muchísimo. Las contracciones no son tan seguidas como en casa, pero ahí están. Quiero ir a por ellas, necesito ir hacia ellas. Paso muchas de ellas en la pelota moviendome, pero tambien cojo la mano de Alex para dar paseos con los ojos cerrados por la habitación, porque noto que así vienen más. Puedo ponerme en modo racional por instantes, pero mayoritariamente me quedo en el planeta parto, un planeta que no me da miedo. Me han preparado un altarcito con las cartas de mi mamá, Anna y Helena, con una foto embarazada con mi familia, con una eco de Quim y un dibujo de Júlia. De vez en cuando abro los ojos y sonrío al verlo.
En muchas muchas contracciones visualizo a Júlia, sobretodo en la escena en la que ella me preguntó si tenía un bebé en la panxa. Voy sonriendo al pensar en ello. Y en muchas muchas otras nos veo ya a los 4 caminando atravesando la nieve y las auroras boreales de Laponia. Siento mucha energía. Recuerdo tambien las primeras quedadas con Alex, nos veo como los niños que eramos y pienso en lo fuerte que es estar ahora juntos aqui. Me agarro a Alex para manejar las contracciones de pie, y en otras muchas estoy sentada de rodillas con los brazos apoyados en la cama. Necesito vocalizar, no chillar, y abrir la pelvis de una manera que no he necesitado antes.
Mi cuerpo me habla, mucho, y yo lo sigo. Mi doula me recuerda que lo estoy haciendo genial. El saquito es gloria. Cambian el turno, pasan I. y E. a saludar. Pasan 3h y me dicen que habría que hacer un tacto, les pido si podemos esperar un poco más porque siento que el parto avanza sin problemas y no quiero que nada lo frene. Me lo respetan, me dan 1h más. La cosa se pone más intensa, pero el espacio entre contracciones es brutalmente relajante, tanto que me dormiría. Ahora sé a qué se refieren con que el parto puede ser placentero. La hora pasa rapidísimo, y rapidiísimo tambien se disipa mi optimismo, porque me dicen que estoy de 7-8. ¿Cómo puede ser? Me dicen que llevo muchas horas para ser un segundo parto. Las vivo como militares, qué serias. Dan miedo. Mi doula me había dicho que íbamos a estar muy bien porque el equipo le parecía muy agradable, yo ahora dudo. Me dicen que creen que lo que ocurre es que hay un polo de bolsa abajo, que impide que el parto coja ritmo. Me recomiendan pinchar la bolsa para que se acabe de romper. Pregunto qué riesgos tiene y Alex pregunta también como minimizar ese riesgo (“el riesgo es que el cordón esté justo ahí, pero para eso lo haremos con mucho cuidado y mimo”). E. es muy dulce. Lloro mientras les digo que lo hagamos. Le digo a mi doula que tengo miedo. Alex y ella me sujetan una mano cada uno, y en nada la bolsa se rompe. Cuanto líquido, y yo que pensaba que lo de casa era mucho.
Me dicen que además creen que Quim viene con una postura que también dificulta que el parto avance, le dicen a mi doula que podría venirme bien no sé qué (creo que me hablan de posturas y me dan una colchoneta). Puf, otra vez bebé mal posicionado no, por favor... me acuerdo del parto de Júlia. Lloro otro poco y le digo a mi doula que necesito fuerzas, que me lea una carta. Escoge la de mi mama. “Esto no puedo hacerlo por ti, pero estaré siempre que me necesites”. “Confia en quienes te acompañan”. Tengo que hacerlo, claro que sí mamá, puedo hacerlo. Me vengo arriba, tengo que hacerlo. Vamos Quim, tenemos que hacerlo. Lo estamos haciendo muy bien, hay que seguir.
Mi doula me propone el rebozo para ayudar a que modifique la postura, pruebo tambien la colchoneta pero me son molestas ambas cosas. Quiero volver a estar de rodillas, aunque ya me duelen. Alex busca como acomodarme mejor. Ahora las contracciones son heavys, necesito vocalizar mucho y agarrar muy fuerte las manos de los dos. Noto mucha presión. Tengo calor, frío, calor, frío. Les pido que me saquen la ropa. Estoy muy dentro del planeta parto, pero a la vez puedo tener momentos racionales y sé que por mis sensaciones estoy ya muy cerca de la dilatación completa. Le digo a mi doula que creo que queda poco, me dice “cada vez estás más cerca”. Me río porque en realidad esperaba que me lo reasegurara.
Pienso que estoy cerca pero al mismo tiempo me da miedo no haber apenas dilatado, y sé que queda poco para las 2h que me dan hasta hacerme otro tacto y “revalorar”. Mi miedo a no estar en dilatación completa aumento y le pido a mi doula más fuerzas, “léeme otra carta”. Esta vez coge la de Anna. Si las contracciones ya eran intensas y seguidas, al empezar a leer la carta aumentan. Dios, aumentan mucho. Aumentan y me dan las fuerzas para que con solo leerme tres lineas le diga “para, quiero que me hagan el tacto ya”. Tumbarme para que me hagan el tacto es muy doloroso, las contracciones tumbada sí que son horribles. “Pues ya estás casi, queda que gire un pelin de nada”. Ahí ya me cuesta recordar cómo pasó todo pero veo que empiezan a prepararse para que empuje.
Probamos pero me dicen que no es así, que pierdo fuerza vocalizando, que tengo que contener aire. El inicio de los pujos realmente me agobia, porque veo que se cumple lo que yo pensaba “no sé empujar, esto no parece instintivo”. Le digo en algun momento a mi doula que no puedo hacerlo, me dice “claro que sí, si vieras lo que estás haciendo desde fuera...”. I. me dice que me nota la pelvis como bloqueada, que Quim ya está preparado para nacer pero que hay algo en mí que está conteniendo los pujos, que en 2 pujos estaría fuera. Tengo que hacerlo.
Me colocan una barra para agarrarme, y en cada pujo empiezan a animarme máximo todos. Escucho a Alex decirme “muy bien, muy bien, lo estás haciendo muy bien”. En estos momentos siento muchas cosas. Algo abrumada por tantas voces diciendome cómo hacerlo, siento que no puedo, pero a la vez qué poderosa me siento. Me dicen que ya se ve la cabeza, no me lo creo. ¿De verdad está bajando? Me ponen un espejo para que lo vea y puje con más fuerza, pero soy muy aprensiva, les digo que mejor sin espejo. Empujo en cada contracción con todas mis fuerzas. Ahora ya no puedo parar de empujar. Contacto con que estoy haciendolo, con que ya queda nada, pero a la vez la intensidad me parece tan brutal que en un momento digo “que llamen al anestesista”. Pero me río por dentro yo misma, porque sé que estoy en el final. Esto es el aro de fuego, por eso siento que ya no puedo más. Dios dios dios cuantísima presión. Fuerte, fuerte, fuerte, con todas mis fuerzas.
Y entonces ya lo tengo encima. Y aunque para la sala hay un momento un poco tenso porque tienen que masajearlo para que reaccione (I. me explica que llevaba una vuelta de cordón pero que está bien, por eso le costaba bajar), yo sé que todo está bien y lo único que puedo decir es NO ME LO CREO, NO ME LO CREO, NO ME LO CREO. Ha sido brutal. Lo hemos hecho brutal, Quim. Y ya está aquí. No me lo creo, no me creo que todo haya ido tan bien. No me creo que haya podido tener un parto natural, y que ya haya pasado. No me creo que hayamos hecho tan buen equipo, Alex y mi doula. No me creo tanta felicidad. Pero sí, todo esto ha ocurrido, y la sensación es increiblemente buena.
Gracias Quim, por elegirnos como familia, por ser magia pura desde el primer momento. Gracias Júlia, por enseñarme tanto y por abrir paso a tu hermano en todos los sentidos. Gracias mamá, por darme la vida y por proyectarme siempre en tan buen parto.
Gracias a mis mujeres preferidas, sobretodo a Anna y Helena, porque os senca conmigo. Gracias Alex, por siempre siempre esforzarte tanto y darnos esta vez una experiencia de parto tan distinta. Tu sostén ha sido imprescindible
Gracias a mi doula, porque sin tu acompañamiento en el embarazo y en el parto sé que no hubiese salido como ha salido, tu presencia era seguridad pura.
Y gracias vida, gracias cuerpo, por darme tanto, por tanta fuerza, por ayudarme a confiar en mi misma. Podía, claro que podía.