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Mi encuentro con la Sra. Matrona de Zamora.

Lo cierto es que al leeros por fin siento que me he encontrado con gente no deseable en el parto de D. y no que soy una pupas o una blanda.

Tuve un embarazo normal, con sus molestias habituales, pero en el último mes la tensión estaba en el límite de empezar a preocuparse. Ahora pienso que era tensión nerviosa porque sólo estaba alta en la consulta del gine o de la matrona.

Estaba de 39+5 y esa noche me despertó una contracción muy dolorosa a las 4.20 de la madrugada, me levanté al baño y allí noté otra igual, volví a la cama y aquello seguía, sólo pasaba poco más de un minuto entre ellas. Intenté tranquilizarme, eso no era lo que me habían explicado en las clases de preparación al parto que pasaría.

Desperté a mi marido, le dije que era mejor pensar en levantarnos y tener todo preparado por si aquello seguía ir al hospital. Él se lo tomó con calma, yo lo intentaba pero las contracciones eran muy seguidas y fuertes, quise esperar lo máximo para que no se me hiciera eterno en el hospital pero no aguanté tanto como creía y a las 6.30 estábamos allí.

Entré con los papeles de la epidural en la mano, quería que me la pusieran ya. Pero primero me hicieron un tacto y me dijeron que ya estaba de 4 cm, así que ya había pasado lo peor y que si me la ponían después no empujaría bien. Lo cierto es que la supliqué un par de veces más, pero me decían que no sabía la suerte que estaba teniendo de dilatar tan rápido para una primeriza (no lo entendí entonces, pero quizá ha sido mejor así…)

Después de decidir que estábamos en trabajo de parto, me mandaron con mi marido a llevar los papeles de ingreso y que me dieran cama, allí me ponen un enema sin preguntar y me dijeron que cuando fuese al baño que avisara para ir al paritorio. Lo pasé mal porque las contracciones seguían y el enema me sentó fatal.

Total que cuando pedí ir ya al paritorio, casi me amenazaron, porque les parecía demasiado pronto y no se creían que ya había ido al baño, que luego en el paritorio no me dejarían ir…

Me llevaron pero sin mi marido, me pusieron las correas, un brazalete que miraba la tensión cada cierto tiempo, una vía con suero (que todavía hoy más de dos años después me sigue doliendo donde me la pusieron) y a la cama, otro tacto, que estaba muy dilatada pero el niño muy arriba. Lo único bueno era que estaba en una habitación sola, con poca luz y que dejaron entrar a mi marido. Mientras la matrona se puso a arreglar los papeles para la donación de la sangre del cordón.

De repente me dijo que la máquina no decía que estaba teniendo contracciones pero que ella veía que si las tenía, así que cada vez que tuviese una tocara el timbre que ella tenía que ir a hacer cosas. Total que vino otra a reñirme por tocar el timbre sin parar, no me dejó ni explicarle porqué lo hacía. Entonces sentí muchas ganas de empujar pero sabía que no podía hacerlo sin permiso, mi marido buscó a la matrona porque ya no hacían caso al timbre. Mandó salir a mi marido para otro tacto y me dijo que seguía muy arriba y que no notaba los latidos del bebé con las correas (cosa que me quitó el aliento). Me pusieron por la vagina una especie de palo largo de plástico para poder ver los latidos del bebé y me dijo que me pusiera de pie al lado de la cama para empujar y a ver si así conseguía bajarlo, le pedí de nuevo la epidural y simplemente me dijo no.

Al menos empujar me aliviaba pero las contracciones cada vez dolían más en los riñones, estaba agotada, de pie en el suelo con la vía en una mano, con lo de la tensión en el otro brazo, con lo de los latidos del bebé y con las correas para nada porque no funcionaban. De repente entró la matrona como asustada y me pregunta que cuando rompí aguas, y yo me pongo a pensar como una tonta y le dije que no lo había hecho, ella se fue de nuevo diciendo que seguramente las habría tirado con el enema (todavía hoy no sé cuándo y cómo se rompió la bolsa).

Vino para otro tacto, decide que el niño ya está abajo para ir a paritorio, que vaya caminando yo sola que hay indicadores (lo nunca visto) porque ella se tiene que ir que es cambio de turno y que me atenderá otra matrona allí. En ese momento mis piernas empezaron a temblar muchísimo y le dije que no era capaz de ir caminando, pero ella llamó a una auxiliar que me dio la mano para ir, otra vez sin mi marido. Mientras caminaba tenía la sensación de que el niño estaba a punto de nacer pero la Sra. Matrona al verme entrar al paritorio se rió de mi diciendo que las primerizas queríamos saber más que ella que llevaba atendiendo partos desde los 20 años y que se jubilaba ese año. Me prepararon para el parto, me prohibió empujar hasta que ella me avisara (mientras se puso a charlar con un gine de la huelga del día anterior por los recortes de Zapatero…) mientras yo no paraba de preguntar por mi marido, sin respuesta claro está.

Total, que por fin me dio permiso para empujar, cosa que yo estaba deseando hacer, yo que empujo, ella que se pone a mirar a su colega y yo que le grito que el niño está saliendo. Me dijo que era una bruta empujar así, sólo necesité aquel empujón y D. ya estaba llorando y mi marido entrando por la puerta.

Se lo llevaron, no pude verlo, mi marido me decía lo que estaban haciendo con él, mientras la matrona me seguía riñendo porque se tenía que poner a preparar la sangre del cordón, que eso era una tontería que ahora queríamos ser todas muy solidarias, etc, etc. Luego se puso a empujarme en la tripa para que saliera la placenta, yo seguía sin tener a mi niño en brazos y ya ni siquiera le oía llorar.

Por fin lo trajeron ya vestido, estaba emocionadísima, mi marido también, pero tenía una mano negra, la explicación fue que como empujé tan fuerte esa mano quedó descolocada, le hice daño a él y él me provocó un desgarro enorme. La Sra. Matrona, despidió a mi marido rápidamente (menos mal que me dejó quedarme con mi niño en brazos) y recordándome que el desgarro fue culpa mía se disponía a coserme. El caso es que le comentó a una compañera que no tenía anestesia, su compañera se va a buscarla, pero ella se pone a coser sin esperarla, yo no quería moverme pero era un dolor tan fuerte que me era imposible, ella no paraba de gritarme y yo no paraba de llorar… aquel rato fue interminable. Cuando vino su compañera con la anestesia le dijo que ya no la necesitaba porque ya estaba terminando.

Por fin me llevan a una sala con mi marido, me ponen el niño al pecho y me dijeron que no puedo ir a la habitación sin hacer pis, que lo pida en cuánto tenga ganas. Me pusieron entonces una cuña, pero a pesar de que tenía muchas ganas no fui capaz de hacer pis, y otra vez aparece la Sra. Matrona a amenazarme de que si no lo hago así, me sondeará. Le dije que lo hiciera pues no era capaz, me hizo mucho daño y me dijo que si me hacía daño no era culpa suya si no que era porque estaba muy gorda. Yo sólo podía pensar en cuándo dejaría de ver a esa mujer para siempre.

Ya por fin me dijeron que me llevaban a la habitación pero la Sra. Matrona no contenta con todo lo que me había dicho vino a despedirse de mi dándome golpes en la tripa y a decirme que ya podía ponerme a dieta.

En fin, yo solo quería pensar que D. ya estaba conmigo y que eso era lo importante, pero seguía y sigo teniendo frases e imágenes grabadas en mi cabeza que no consigo olvidar. Después del parto, nadie en el hospital me ayudó a poner el niño al pecho, a pesar de pedirlo varias veces. Y pocos días después a raíz de una infección de orina me recetan un antibiótico que hace que el niño rechace el pecho (a pesar de avisar que estoy con lactancia).

Esta experiencia, unida a la eterna recuperación de esos puntos, hace que me lo piense para tener un segundo hijo.