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Historia de Sole. Hospital Taulí de Sabadell.

Parte 1º: las preguntas de Sole Hola soy Sole (mamá de Óscar 2 años y siete meses) , tuve la gran suerte de descubriros el año pasado (mes de agosto), os expliqué mi historia en septiembre y a lo largo del mismo me remití varios correos, luego ha venido un largo paréntesis en el que no he podido intervenir aunque esporádicamente he leído algunos correos.

El largo paréntesis fue provocado inicialmente porque el día 1 de octubre perdí a mi pequeño feto a las 7 semanas de embarazo. La recuperación tanto física como psicológica no ha sido ni sencilla ni tampoco rápida. Se trató de un aborto espontáneo y domiciliario en el que traté de actuar escuchando a mi cuerpo y al lado de mi marido. En fin ahora vuelvo a estar embarazada de algo más de tres meses, así hace tres semanas tuve la oportunidad de verle/a por primera vez a través de una ecografía y la verdad es que fue una enorme alegría.

He vivido las primeras semanas de embarazo bastante angustiada por temor a que volviera a repetirse la historia del aborto anterior y el hecho de haber sobrepasado los tres meses de embarazo me hace sentir más tranquila. Como os he contado al principio os expliqué mi historia en septiembre, no la voy a volver a explicar con todo detalle pero sí os diré que me practicaron una cesárea de la que tengo enormes sospechas que fue innecesaria, esto no lo podré demostrar nunca pero de lo que sí estoy segura es de que la ignorancia desde la que viví mi primer embarazo y mi ignorancia a la hora de escoger el profesional me llevaron directa al quirófano (a través vuestro descubrí que el profesional que me atendió es uno de los que más amor profesa a los quirófanos en Barcelona).

Viví mi embarazo desde la ignorancia porque busqué poca información y la poca que busqué o que cayó en mis manos (de la misma manera que le habrá ocurrido y le seguirá ocurriendo a miles de mujeres) no era buena, así pues me dejé llevar por lo que había leído y por lo que me comentaron en el cursillo de preparación al parto, si se rompía aguas había que trasladarse de inmediato al Hospital, yo no me trasladé de forma inmediata porque esperé una hora y media en casa pero debí esperar más. Una vez llegué al Hospital el procedimiento que se me practicó no fue el adecuado porque estaba de 2 cm de dilatación y me pusieron oxitocina si darme ni la más mínima explicación, fui dilatando muy bien y cuando llegué a los 5-6 cm me pusieron la epidural, menos mal porque si no reviento de dolor, aquello fue insoportable. Luego después de la epidural siguió la dilatación pero la dilatación no venía acompañada del descenso de la cabeza del niño, (claro allí tumbada todo el rato como iba a descender) así es que en cuanto apareció el ginecólogo y vio el tema, me dijo que se tenía que practicar una cesárea, yo era estrecha (al parecer y curiosamente hay de un tiempo a esta parte una gran proliferación de mujeres estrechas).

Había desproporción feto-pélvica y además no debía asustarme cuando viera al niño porque tenía una enorme cabeza. En fin, me llevaron al quirófano y ahora empiezo a entender que yo me encontraba allí totalmente traumatizada esperando que sacaran de mi interior a un niño que seguramente no estaba bien y rodeada de unos profesionales que se mostraron fríos y apáticos conmigo. Tan sólo una mano en el hombro, una mirada hubieran bastado para reconfortarme mínimamente. Cuando me mostraron a mi hijo respiré algo más aliviada, era totalmente normal y también su cabeza.

Los días y las semanas posteriores casi no los quiero recordar porque fueron muy duros en todos los sentidos, no sabía que me pasaba pero sólo quería llorar, llorar... me sentía fracasada, angustiada, rota y la recuperación era lentísima, lo que si me sabe fatal es que durante ese tiempo que tardé en volver a ser yo misma no pude disfrutar para nada a mi hijo. Ahora quiero luchar todo lo que pueda para hacer que esta segunda historia sea diferente y ojalá sea mejor, sé que tengo muy pocas alternativas pero me tendré que agarrar a alguna de ellas como a un clavo ardiendo. El hecho de pensar que la historia acabe en un hospital me pone los pelos de punta, yo el hospital lo veo como si fuera directa al matadero, creo que tener un parto vaginal allí habiendo tenido una cesárea previa es tan difícil como que me toque la lotería. Siento tener esta visión tan pesimista pero lo veo así.

Me atrae la idea de poder tener a mi hijo/a en casa atendida por una comadrona, pero como me imagino sabréis la opinión del marido o compañero también cuenta y aquí tengo un gran problema porque mi marido no ve con buenos ojos el hecho de poder tener un parto en casa. Cada vez que empezamos a hablar de este asunto (y me parece que ha sido únicamente en dos o tres ocasiones) me comenta que es una barbaridad porque la historia puede acabar mal y entonces me empieza a poner ejemplos que él cree pueden llegar a suceder (desde que el niño se encalle y muera asfixiado por no poder llegar a tiempo al hospital a que a mi también me pueda suceder alguna desgracia) en definitiva no me apetece nada hablar con él de este tema. Para colmo la última vez que fui al ginecólogo (ahora no voy por clínica privada sino que los controles me los hacen a través de la Seguridad Social) mi marido insistió en que le planteara la posibilidad de tener el parto en casa, la verdad es que me costó horrores planteárselo porque imaginaba su respuesta pero al final me decidí. Su respuesta fue la siguiente:"

Hoy en día, siglo XXI, en Cataluña plantearse la posibilidad de tener un PVDC en casa es una gravísima irresponsabilidad, tuya y del profesional (que duda que pueda encontrar) que me pueda atender, y si encuentro a este profesional éste será un irresponsable y no merecedor de confianza", a todo esto añadió el problema tan temido que puede surgir de la rotura uterina, pero en ningún momento se interesó en saber las motivaciones o qué era lo que me había ocurrido para plantearme un parto en casa. Dejadme deciros que por desgracia he tenido que conocer a muchos ginecólogos (tardé mucho tiempo en conseguir un embarazo y me embarqué en un largo periplo en el que ya digo pude conocer a muchos ginecólogos) y he constatado una gran frialdad, poca humanidad y gran prepotencia en todos ellos, quiero pensar que todo será fruto de la casualidad y que deben existir otros buenos profesionales porque de lo contrario...

Osea, volviendo al tema antes planteado que si mi marido era un escéptico en tener un parto en casa con esta opinión ya ha acabado de reforzar su postura. Alguna de vosotras se ha encontrado ante este tema y si es así como lo habéis afrontado? Mi marido sabe que la cesárea fue un trauma y yo reconozco que aún sigue siéndolo, pero nunca ha entendido el infierno que yo viví durante y tras la cesárea, él lo veía como una revolución hormonal que me hacía sentir de una manera diferente y todo mi llanto, mi rabia respondía a esa revolución, se trataba de dejar pasar esa época y luego todo volvería a su sitio. Intentaba explicarle miles de cosas pero cuando veía la expresión de su cara, sus gestos...veía claramente que no entendía nada y en vez de hablar más del tema optaba por callármelo todo. Otro tema que os quería plantear siguiendo con la idea de tener el bebé en casa es como os habéis preparado para ello, me imagino que lo esencial es despejar todas las dudas con la comadrona, plantearle todas las inquietudes, conocer su metodología, valorar si estoy o no cerca del hospital (yo vivo a unos 8 km y eso en tiempo puede suponer dependiendo del tráfico unos 10-15 minutos), en definitiva estar bien informada. Pero hay algo que me inquieta y es de qué manera se puede vencer el miedo que creo puede aflorar cuando llegue el trabajo de parto, si por ejemplo estoy sola y la comadrona, por los motivos que sean no está aún conmigo, como sabré que va todo bien?, no me entrará un pánico horrible y acabaré corriendo hacia al hospital por temor a que le pueda suceder algo a mi hijo?? (y más aún si tengo a mi marido al lado). La verdad es que empiezo a imaginar múltiples situaciones en todas ellas imagino que aparece ese fantasma del miedo.

Qué habéis hecho para superar ese miedo, ha bastado con el saber escuchar a vuestro cuerpo y tener confianza en él?? o tal vez ni siquiera habéis experimentado ese miedo porque estabais seguras de que lo que se estaba haciendo era lo mejor y estabais rodeadas de personas que os infundían valentía y apoyo. Bueno siento mucho que el correo haya resultado tan largo, pero como muchas de vosotras sabéis, cuando no se tiene a nadie a tu alrededor para poder hablar de todo lo que llevamos dentro al final empiezas a escribir y parece que no acabas nunca.... Qué gran suerte poder compartirlo con vosotras. Ya os seguiré planteando en otra ocasión más inquietudes, me parece que por hoy ya basta. Un beso a todas y gracias por estar ahí. Hasta la próxima.

Parte 2º: Sole da a luz Queridísimas compañeras de lucha, tengo el gusto de compartir con todas vosotras la noticia de haber logrado traer a este mundo a un hermoso bebé macrosómico de 4.500 grs de peso, 53,5 cm longitud y 37 cm de perímetro craneal a través de un PVDC natural que tuvo lugar en el Hospital Taulí de Sabadell.

Reconozco que no fue fácil conseguirlo porque tuve un bloqueo bastante importante a mi llegada al Hospital, pues ni más ni menos me encontré de guardia al único doctor que rechazó la petición de parto natural que presenté en el Hospital, casi me muero del susto... Pero de manera casi automática nada más verle me dije a mi misma que tenía que ganarme su confianza (vaya momento de ganar confianzas... llegué con unas contracciones bastantes dolorosas que claro está perdieron intensidad y bloquearon bastante el trabajo de parto) efectivamente le agarré la mano, le clavé mi mirada, pronuncié su nombre, y le dije que necesitaba que me ayudara a conseguir el PVDC. Su respuesta fue afirmativa "te ayudaré siempre y cuando las circunstancias lo permitan, aunque has topado con el Dr más antinatural". A lo que yo respondí que ya lo sabía y que por eso se lo estaba pidiendo.

Parece ser que este impulso que tuve para con el médico resultó bastante clave porque cuando acabó todo y yo tenía a mi hijo sobre mi pecho me dijo que al agarrarle la mano de aquella manera y decirle aquellas palabras lo dejé fuera de juego total, un montón de preguntas le pasaron por su cabeza , la primera cómo demonios le conocía yo y segundo cómo sabía yo que él era un antinatural y que por tanto desconfiaba de él. Al final este médico reconoció haber aprendido de mi parto al igual que la matrona de guardia, una matrona convencional que nunca ha dicho que no al tema natural pero que le ha costado dar el primer paso siempre y que durante el trabajo de parto no hacía más que decirme lo mucho que estaba aprendiendo con Esther (la matrona de Migjorn a la que el Dr. antinatural permitió estar conmigo) y conmigo, en verdad se la veía entusiasmada, por cierto que este miércoles pasado y para mi gran asombro se ha presentado en casa para visitarnos acompañada de una estudiante de matrona... yo he alucinado!!! Me adelantaba que aprovechando el momento de euforia vivido van a solicitar o quizá ya hayan solicitado una silla de partos al Jefe de Obstetricia.

Este jefe con quien me entrevisté para presentar mi petición de parto natural respetado también me vino a visitar a la habitación del Hospital para felicitarme y reconoció que le había tirado por tierra una teoría suya que había defendido en un congreso reciente sobre la conveniencia de no arriesgar un PVDC con la indicación de bebé macrosómico. Resumiendo un poco la historia, os diré que hacia las 4 de la mañana del 18 de octubre (hace casi una semana) empecé con contracciones cada 4 minutos aproximadamente pero que tenían una corta duración (unos 15 o 20 segundos) se podían ir soportando ... Estuve así durante dos horas, sola en todo momento porque así yo lo prefería , estuve sentada en la cama y de rodillas en el suelo con unos cojines, eran las 6 más o menos cuando quise ir al lavabo y al incorporarme noté que había pérdida de líquido amniótico y lo más desagradable fue ver que aquellas aguas eran amarillentas...

De inmediato llamé a Migjorn comenté el tema a Esther y claro está me comunicó que se trasladaría lo antes posible a casa, de la misma manera que si notaba algún cambio o yo no me sentía bien en casa y quería marchar al hospital que se lo indicara. Acto seguido y en otra de las incorporaciones noté como bajaba una cantidad de líquido amniótico enorme, mojé todo el pijama que llevaba puesto, y aquí sentí bastante miedo por pensar que podía peligrar la vida del bebé, además me di cuenta que el niño apenas se movía así que volví a llamar a Esther bastante alarmada, ella intentó calmarme y dijo que no me asustara por la cantidad de líquido, y que sobre el color no podía decirme nada porque tenía que verlo. Sugirió que me diera una ducha y que ella pasaba a recoger sus cosas por Migjorn y venía a casa. En este momento, las 6.30 aproximadamente desperté a mi marido y le pedí que me hiciera una buena infusión de tila. Él, claro está, se alarmó y se puso bastante nervioso como era de esperar. Yo me duché y me iba concentrando todo lo que podía en las contracciones, el líquido amniótico continuaba saliendo, me senté sobre la tapa del inodoro colocando una toalla enorme que no hacía más que empapar líquido, advertí que ya no era amarillento sino que parecí algo verdoso.

Esther debió llegar hacia las 7.30hs , lo primero que comprobó era como estaba el bebé. Estaba perfectamente por tanto pude respirar profundamente y seguir concentrándome durante las contracciones que ya empezaban a cobrar más fuerza. Un rato más tarde Esther me hizo un tacto y yo estaba de 5 cm y con la cabeza del bebé insinuada. Debíamos prepararnos para el traslado al Hospital. Durante el camino yo seguía concentrada y aunque era de día yo me veía inmersa en una gran penumbra. Fue en el momento en que vi al médico cuando me desconcentré y dejé de estar en penumbra y es que en ese momento pasé a estar en una fase intuitiva y por tanto dejé de estar inmersa en la parte primitiva de mi cerebro. Las contracciones eran menos vigorosas, todo parecía desmoronarse. A mi llegada me hicieron un tacto: 5 cm y cabeza insinuada y a la hora o poco más de una hora tan sólo había dilatado un cm.

El médico se mantuvo muy discreto y en un plano muy observador, aunque he de admitir que cada vez que le veía asomarse por la puerta me costaba mucho concentrarme. Hizo (como el mismo decía) de abogado del diablo en tres ocasiones, puesto que me ofreció la epidural tres veces. Ya la primera le dije que no la quería porque mis piernas se iban a adormecer y yo iba a perder el control del parto y no sabría cuando se tenía que empujar. Él dijo que las epidurales actuales ya no te hacen perder tanta sensibilidad. Yo me dije a mi misma que no le iba a hacer ni caso. La segunda ocasión (ya debía estar de más de 6 cm) le dije que ya no me la podía poner y el añadió sonriente que se podía poner en cualquier momento. La tercera ocasión ya pasé de él y no le di respuesta, puesto que ya había vuelto a estar activa la fase primitiva de mi cerebro. Permitieron que mi marido y Esther se fueran turnando aunque yo con quien quería estar era con Esther y así fue (mi marido lo entendió perfectamente), y sólo entró en un par de ocasiones. Fueron muchas las posturas que adopté en penumbra (la luz era muy tenue) así estuve de rodillas apoyando mis brazos en la cama, luego apoyada en una enorme pelota, a gatas y por último en una silla de partos que Esther llevaba consigo y que le permitieron utilizar.

El fantasma de la cesárea merodeaba por allí y era el médico el que se encargaba de hacerlo desfilar por allí sutilmente, sobre todo en un tacto que tuvo lugar a las 12hs y otro a las 14hs (8cm y la cabeza ya no insinuada había bajado algo pero no lo suficiente) . Me permitieron ir bebiendo pequeñas cantidades de agua y de zumo de piña, el cual me sabía a gloria porque me daba una energía increíble. Así es que a partir de las 14 hs y justo cuando delante del médico pedían un poco más de zumo para mí, el médico dijo "no le deis mucho no sea que tengamos que hacer una cesárea". ¿Cómo? Pensé yo ¿Pero qué te has creído? Sentí una rabia interna brutal y me dije a mi misma que se iba a tragar esas palabras como fuera. En ese momento Esther quizá también sintió algo semejante porque me sugirió un par de cosas, una de ellas es que mientras estaba sentada en la silla de partos y ella estaba en cuclillas frente a mí yo apoyara mi pie izquierdo sobre su pierna derecha al venir la contracción, empujé con tanta fuerza que tal vez incluso le hice daño, imagino que el objetivo de la maniobra era hacer que la cabeza del bebé rotara. Por otro lado también me pidió acto seguido que conectara con el bebé pero no tocando la barriga sino tocando su cabeza.

Reconozco que me costó un poco dar el paso pero tímidamente introduje los dedos por mi vagina y ahí estaba esa preciosa cabecita, cuando le toque empecé a hablarle a decirle lo mucho que lo quería, a que ahora era él el que tenía también que trabajar un poquito y descender. No tardé mucho en sentir unas ganas inmensas de empujar y una enorme presión en el ano. Ahí yo ya sabía que el final estaba cerca, eran dos muy buenos síntomas, no había nada que temer, sólo tenía que seguir dejándome llevar. El médico me preguntó si ya tenias ganas de empujar, le dije que sí, el fantasma de la cesárea se iba disipando.

Estuve en expulsivo unos 20 minutos, las contracciones me resultaban muy dolorosas , eran enormes olas que casi me ahogaban pero que cuando marchaban para dar paso a otra dejaban unos segundos de enorme paz, una paz que me hacia sonreír mientras mis ojos permanecían cerrados en casi todo momento. Avisaron a mi marido, que alegría eso quería decir que ya faltaba muy poco, mi marido llegó sonriente, en este momento yo sí que necesitaba apretar su mano, apretarla muy fuerte, estábamos a punto de recibir a nuestro pequeño y allí debíamos estar los dos esperando al fruto de nuestro amor, dándole la bienvenida que se merecía. Ah! Se me olvidaba decir que para el expulsivo no estuve en posición de litotomía, sino que la misma camilla en la que se pare en posición de litotomía se incorporó y adopté una posición semisentada con mis pies apoyados hacia abajo teniendo que hacer adoptar al médico una postura un tanto diferente a la habitual, (no tan cómoda como de costumbre) A las 15.28 hs y tras una contracción gigantesca noté como el cuerpo de mi bebé salía del mío y lo ponían sobre mi cuerpo.

Fue emocionante, no tengo palabras para describir tanta alegría y tanta satisfacción, mi cuerpo como si se tratara de un interruptor entró en una calma y paz totales. Supongo que empecé a segregar endorfinas sin parar porque entré en un estado de euforia total y lo bueno es que todos se contagiaron de esta euforia. Tan sólo recuerdo un momento muy triste, de rabia, tras el alumbramiento, tenía al médico a mi lado izquierdo y le dije que en mi parto anterior otro médico me había robado mi parto, me habían engañado, él me dijo que por qué decía eso, rápidamente me di cuenta de que él no lo entendía o tal vez no lo quería entender... añadí que era algo que formaba parte de mi pasado y que no debía atormentarme por ello. Bueno vaya resumen que he hecho, si es que me enrollo como una persiana , si esto es un adelanto no sé como será la historia de pelos y señales, la verdad es que me deben quedar pocas cosas en el tintero. Nunca sentí miedo a la muerte ni sentí miedo a que mi cicatriz se rompiera, tampoco miedos irracionales ni momentos de flaqueza, lo más fuerte fue el expulsivo en el que notaba que ya no podía más, pero por lo visto es algo normal tal y como se indica en el libro de "Parto Seguro". Bueno, y llegados a este punto debo deciros que toda esta historia ha sido posible por varias razones:

1. La enorme confianza que he adquirido en mi misma sobre la capacidad de poder parir.

2. VOSOTRAS que con vuestra fuerza, vuestra energía, vuestros ánimos, habéis ido alimentando esa confianza descrita en el punto 1. (Me acordé mucho de vosotras durante mi trabajo de dilatación, de verdad os tuve muy presentes)

3. A Esther que estuvo magnífica durante todo el tiempo, fue mi punto de apoyo, hizo una labor sin igual, confió plenamente en mi y eso era muy importante para mi, necesitaba a mi lado alguien que confiara en mi y ella lo supo hacer perfectamente, aunque pobrecilla mía no sé como no la destrocé (lo digo por lo mucho que apreté sus manos, sus brazos) las palabras que pronunciaba me proporcionaban una enorme paz, me hacía sentir tan bien...

4. Una combinación determinada de profesionales, de circunstancias y de actitudes a mi llegada al Hospital (la combinación del Dr antinatural con la matrona a la que se le encendía la chispa que llevaba escondida por dentro y un día en el que había pocos partos que atender).

Recuerdo alguna conversación entre ellos en la que el médico decía "Pero es que a mi no me han enseñado así de esta manera, a mi me han enseñado de otra, tenéis que entenderlo" a lo que Assumpta replicaba: "bueno pero nosotros también podemos aprender, podemos enseñarnos, yo hoy estoy aprendiendo mucho con Sole (eso lo dijo miles de veces, durante el trabajo de dilatación y después del nacimiento), ella dice que se dejo llevar por mi y por Esther, nada más que dejarse llevar.

Admito que también fue clave su actuación porque estuvo a mi lado en todo momento, dejándose agarrar por mi, ayudándome a cambiar de posición...En fin, no sigo que me voy a dormir un poquito antes de que se despierte Joan María que está hecho un buen tragoncete. Por cierto el tema de la lactancia lo llevamos estupendamente.

Un beso muy fuerte, os quiero muchísimo a todas, esta historia os la dedico a todas vosotras que habéis estado siempre a mi lado, dándome un sinfín de ánimos y enviándome una energía enorme.