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Historia de Mayte, cesárea tras dilatación completa

El día 28 de enero (41+1) me levanté igual que los días anteriores, tenía cita en la pelu, iba a ponerme guapa para cuando diera a luz.


Por la tarde estando en casa de mi hermano merendando (era el cumple de mi sobrina), tuve 3 contracciones en 1 hora y media, eran contracciones diferentes a las que había tenido anteriormente, éstas eran más molestas y me iba el dolor hacia los riñones.

Así que decidí irme a mi casa. Cuando llegué Jose ya había venido de trabajar y le conté lo que me pasaba, me tumbé un poco en el sofá porque me sentía un poco mal, pero al final me fui a la cama, serían las 10 de la noche.
De las 10 a las 11:30 fui teniendo contracciones cada vez más seguidas pero soportables.
De las 11:30 a las 12:30 eran cada 5 minutos y bastante más molestas; pero me acordaba de lo que me había dicho una amiga:”Piensa en las contracciones como movimientos de tu útero para sacar a tu bebé y cada contracción es una puerta que tiene que abrir Adrián”.
A las 12:30 decidimos ir al hospital. Llegamos a la 1 de la mañana.


Primero pasé con la ginecóloga: me miraron las aguas: limpias. Eco: el bebé perfecto, encajadito. Estaba dilatada de 4 cm y el cuello del útero borrado.
Me dejan ingresada porque el parto ha comenzado y paso a la sala de dilatación.

Vino la matrona, me puso la vía, me hace un tacto y me dice que me va a romper la bolsa, al romperla no sale ni gota de líquido y me dice que igual el líquido está en la parte de arriba de la tripa y por eso no sale (¿acaso el bebé es un tapón?, no entiendo nada).
Me monitorizaron internamente (esto molesta un poco) y la matrona nos dijo que ahora a esperar a cómo iba todo. Estábamos los dos muy tranquilos, emocionados y con unas ganas locas de ver a nuestro peque, después de 9 meses había llegado el tan ansiado momento.


Cada ratico venían a ver que tal estaba, si tenía dolor y me hacían un tacto.

A las 3 estaba de 5 cm y las contracciones ya eran un poco más dolorosas, así que pedí la epidural. El primer pinchazo no me hizo efecto, pero el anestesista tardó media hora en venir que se me hizo eterna, cómo dolían las contracciones. Me volvió a pinchar en otro lado y esta vez sí que me hizo efecto, bufff bendita epidural.


Vino la matrona a ponerme oxitocina, pero a los 5 minutos entró en la habitación como una exhalación y me dijo que le había bajado al nene el latido cardiaco y que me iba a poner una inyección que me provocaría taquicardias.

Una vez pasado el disgusto ya nos quedamos solicos y a eso de las 5 volvieron a hacerme otro tacto, ya estaba de 7 cm.

A las 6:30 volvieron y ya estaba entre 8 y 9 cm y para las 8 de la mañana ya estaba dilatada de 10 cm. Entonces vino la ginecóloga a verme y me dijo que íbamos a esperar a ver si el nene iba bajando porque lo tenía arriba del todo. Se me estaba pasando el efecto de la epidural y aunque les dije aún tardaron media hora en venir a ponerme más (bufff que dolor, que ganas de empujar…).

A las 10:15 volvió la ginecóloga me hizo otro tacto y me dijo que no podían espera más que había que hacer cesárea porque el bebé no bajaba y estaba sufriendo.

Me eché a llorar, solo pedía que mi bebé estuviera bien y no sufriera. Solo me calmaba sentirle dentro e intentar transmitirle tranquilidad y fuerza para lo que quedaba.

Desde que supe que estaba embarazada soñaba con ese momento mágico e irrepetible, ver nacer a tu hijo. Por desgracia no pudo ser, fue una desilusión no poder vivir ese momento, pensar que mi marido no estaría conmigo después de que había estado a nuestro lado en todo el proceso, sin dormir, apoyándonos, diciéndome palabras de aliento. Y ahí se quedó solo y preocupado por nosotros. Me dio pena verle así, él intentaba disimular pero para él también fue un chasco, el quería ver nacer a su hijo.

A las 10:35 entraba en el quirófano, me sentía muy sola y a las 10:55 nacía mi retoño, no lo oí llorar y me angustié muchísimo, no me lo enseñaron, ni lo pusieron encima de mi pecho como yo pensaba, se lo llevaron corriendo envuelto en una sábana verde.

Nadie me decía nada, solo que no me preocupara, esos minutos se me hicieron eternos, solo quería ver a mi pequeñín.

A los 15 minutos vino una enfermera con él en brazos, vestidito, con un gorro y metido en un saco azul. Cuando lo vi por primera vez me eché a llorar, le dí dos besitos en los mofletes, pero nada más, no lo pude abrazar. Sus primeros minutos de vida no estuvo a mi lado y eso es lo que más me duele.

A las 12:30 subí a la habitación en la que me iba a reencontrar con mi peque y su papi al que todavía no había podido ver. Iba en la camilla emocionada pensando en ese momento, pero al llegar a la habitación no vi la cunita, ahí me derrumbé. Entre mi marido y una enfermera intentaron tranquilizarme y me explicaron que el nene estaba bien pero estaba en intermedios en observación porque pensaban que había podido tragar algo de líquido (las aguas fueron purulentas) y al tener yo diabetes gestacional tuvo hipoglucemia (bajada de azúcar).

Cuando se fue la enfermera no podía dejar de llorar abrazada a mi marido, pensando en mi duendecillo allí solito, lo echaba tanto de menos, tenía tantas ganas de abrazarlo, acariciarlo, mirarlo, tocarlo, olerlo…..

Estuve dos días (29-30) sin verlo porque no me podía levantar de la cama, mi marido iba cada dos por tres a verlo y le hacia fotos y vídeos y me los traía para que lo viera.

El 30 estaba muy débil, sondada y no dejaba de sangrar, me habían provocado una infección de orina y un trauma en la vejiga cuando me sondaron para hacerme la cesárea. Decidieron hacerme transfusión porque tenía el hierro muy bajo.

El 31 vino el pediatra, se asomó a la puerta, y nos dijo: “Traigo un regalito”, no me lo podía creer, ahí estaba mi chiquitín, yo no dejaba de llorar, lo tuve encima mía varías horas, lo necesitaba sentir cerca de mí. Esa misma noche empecé a encontrarme mal, tenía el corazón a mil por hora y me faltaba el aire. Me miraron y tenía mucha retención de líquidos por toda la medicación que me habían puesto, una insuficiencia cardiaca y líquido en los pulmones.

Ya no sabía que pensar, ahora que tenía a mi niño conmigo me ponía yo mal. Me pusieron medicación y me fui recuperando poco a poco.

Pero aún no había terminado todo, el día 2 que yo ya estaba muy recuperada, tanto que me daban el alta al día siguiente, vino el pediatra y nos dijo que tenía ictericia y que se lo llevaban a ponerle fototerapia (luz de neón en la cunita) que estuviéramos tranquilos que era algo habitual; pero yo ya no podía más, tenía la moral por los suelos, cuando se lo llevaron me entró una tristeza, bufff otra vez sin él. Aunque está vez podía ir a verlo cuando quisiera y darle el bibe.

El día 4 salimos del hospital con nuestro retoño inmensamente felices, pero yo a la vez con un sentimiento extraño, sentía que no había terminado mi trabajo, que no había parido a mi hijo, creo que ese sentimiento tardará en desaparecer.

Pero me quedo con el momento en que mi niño y yo nos miramos por primera vez, esa mirada es la recompensa de una larga espera.

Gracias mi niño por darme la oportunidad de ser madre.

Lo peor de la Cesárea:

PARA MI HUBO TANTAS COSAS QUE ME HICIERON SENTIR MAL.

EL NO PODER COMPARTIR CON MI MARIDO VER NACER A NUESTRO NIÑO.

EL QUE NO ME DEJARÁN VERLO NADA MÁS NACER PORQUE SE LO LLEVARON. NO FUE MI CARA LA QUE VIO PRIMERA, NI FUI LA PRIMERA EN PODERLO ACARICIAR.

EL QUE NO ME LO DEJARÁN LUEGO DESPUÉS DE HABERLE VISTO EL PEDIATRA ENCIMA Y ASÍ HABER FAVORECIDO LA LACTANCIA.

FUE FRUSTANTE QUE AL FINAL MI PARTO TERMINARA EN CESÁREA, SENTÍ Y SIENTO QUE NO TERMINÉ MI TRABAJO, QUE ME FALTA UNA FASE DE MI EMBARAZO, LA FINAL, LA MÁS ANSIADA Y SOÑADA.